El secretario general del principal sindicato palestino analiza la precaria situación en la que viven los trabajadores debido a la ocupación sionista y destaca que, más allá de las ofertas de «paz económica» del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es necesaria una fórmula que respete los derechos del pueblo palestino. Shaher Sa’ed lleva dos décadas […]
El secretario general del principal sindicato palestino analiza la precaria situación en la que viven los trabajadores debido a la ocupación sionista y destaca que, más allá de las ofertas de «paz económica» del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es necesaria una fórmula que respete los derechos del pueblo palestino.
Shaher Sa’ed lleva dos décadas al frente de la Federación General de Sindicatos Palestinos (PGFTU, por sus siglas en inglés), la central mayoritaria en los territorios ocupados. Oficialmente alineado con las tesis de Al-Fatah, Sa’ed es parte del mainstream palestino y conoce sus entresijos, pero con la ventaja de que su posición en el sindicato le permite coger cierta distancia respecto a la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abbas.
Actualmente, los sindicatos palestinos se enfrentan a dos retos principales: el primero, el boicot que han promovido contra los productos israelíes y que ha desembocado en la prohibición de trabajar en las colonias sionistas a partir del mes de diciembre. El segundo, la propuesta de «paz económica» ideada por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y que consiste en promocionar los mercados cisjordanos a cambio de lograr estabilidad en la zona.
Durante los últimos años se está hablando de una crisis humanitaria sin precedentes en Gaza y un «milagro» palestino en Cisjordania, con un importante aumento del empleo y un mayor nivel de prosperidad. ¿Se puede decir que Palestina se ha roto también a través del bolsillo?
Hay que mirar las cosas con perspectiva. Antes del inicio de la Intifada, más de 155.000 palestinos trabajaban en el interior de Israel, ahora, todo eso se ha terminado, lo que ha provocado un fuerte aumento del paro. Es cierto que el desempleo es muy diferente entre Gaza y Cisjordania. En la Franja, el nivel de pobreza es muy alto, los trabajadores padecen el bloqueo y no pueden moverse para trabajar ni en Cisjordania ni en el Estado israelí. Además, la situación se ve agravada porque es prácticamente imposible poner en marcha ningún tipo de negocio en el interior de Gaza, ahí no existe vida.
¿Ahogar económicamente a los palestinos ha sido un arma eficaz empleada habitualmente por Israel?
Israel está luchando contra los palestinos también a través de la economía. Por eso Netanyahu habla de «paz económica», que quiere decir que nos ofrecen la paz abriendo algunos checkpoints o contratando a algunos trabajadores. Eso es lo que significa la paz para ellos, no respetar los derechos de la gente.
La «paz económica» es la última oferta realizada por las autoridades israelíes y da la sensación de que algunos de los principales líderes palestinos, como el primer ministro, Salam Fayyad, no la ven con malos ojos…
Yo no creo en ella. Si yo fuera miembro de la Autoridad Palestina rechazaría la oferta de Netanyahu. El problema no es la «paz económica», sino los derechos de los palestinos. Necesitamos que se respeten nuestros derechos, que tengamos nuestro propio estado, no estar bajo la ocupación. Se habla mucho, se hacen muchas reuniones, pero no ocurre nada serio, no se logran avances. Creo que Abbas es el último líder que cree en la paz; si él desaparece, todo cambiará. Miguel Ángel Moratinos [ministro español de Exteriores] viene por aquí a menudo y dice que va a hacer algo por los empresarios. Eso sí, sólo por los empresarios. Pero, incluso por ellos, ¿qué es lo que ha hecho? ¡Lo único que hace es prometer pases especiales para los checkpoints!
¿Qué papel está jugando la comunidad internacional en esta iniciativa israelí?
El problema es que muchos países están celebrando reuniones con palestinos e israelíes pero por debajo de la mesa, no en público… y hay quien se aprovecha de ello.
¿Se refiere a los propios estados o a las élites palestinas? Tanto unos como otros han sido criticados por sacar rentabilidad de la ocupación…
A lo que yo me refiero es a que se sientan en un restaurante, beben buen vino y vuelven aquí sin ningún resultado. ¿Por qué debería ir a Europa para reunirme con los israelíes? Muchas ONG me han pedido que me reúna con los israelíes en Madrid, en Londres. ¿Por qué? ¿Por qué tanta insistencia en hacer las cosas a escondidas? Además, existen decenas de interlocutores, pero con quien hay que hablar es con las personas que toman las decisiones.
No obstante, Palestina también es uno de los grandes receptores de ayuda exterior…
Necesitamos inversiones. En caso contrario, nuestros trabajadores tendrán que buscar empleo en las colonias hasta que logremos un acuerdo final con Israel. Frente a esto, la única alternativa que encuentran muchos palestinos es la de salir del país.¡Ni siquiera tenemos servicios sociales!
Hablando de las colonias, durante los últimos años se han desarrollado diferentes campañas de boicot contra los bienes procedentes de las mismas. Recientemente, la Autori- dad Palestina ha anunciado que perseguirá a quienes trabajen en su interior. ¿Cómo va a afectar esto a los trabajadores palestinos? Muchos de ellos no tienen otro sustento que trabajar en las colonias…
Por ahora, lo que estamos intentando hacer es crear puestos de trabajo en Cisjordania. Esta misma semana se ha celebrado una conferencia sobre el boicot y hemos tenido duras discusiones acerca de este tema con los ministros de Economía y Trabajo de la Autoridad Palestina. Y les hemos dejado claro que sólo podremos apoyar esta iniciativa si existen alternativas para los trabajadores. No podemos condenarles a la pobreza o a tener que salir del país. Tenemos que crear trabajos alternativos a los que se obtienen en las colonias.
La existencia de los propios asentamientos ya es un hándicap para la creación de empleo. Además, está el hecho de que los territorios ocupados se mantienen bajo la administración militar israelí. ¿Existen posibilidades de dotar de viabilidad económica a Gaza y Cisjordania?
Por el momento, se ha paralizado cualquier trabajo hasta que no se logren estas alternativas. Seguimos luchando contra los productos que llegan de las colonias, pero en el caso del trabajo, no podemos hacerlo hasta que no haya otras opciones. Y esto no es fácil. La Autoridad Palestina dice que en las colonias trabajan entre 20.000 y 25.000 palestinos. Nosotros sabemos que son más de 30.000. ¿Dónde vamos a emplearles? Para cada puesto de trabajo que se crea se necesitan alrededor de 20.000 euros. ¿De dónde vamos a sacarlos? Promover empresas en estos territorios es algo muy difícil, ya que no tenemos el control sobre las fronteras, por lo que las ventas tienen que limitarse a Cisjordania. Por ejemplo, existe una gran producción de aceite de oliva, pero no podemos ni siquiera enviarla a Gaza. Ni a Jordania. Estamos aislados. Además, ni siquiera se nos permite desplazarnos a Jerusalén Este.
¿Qué papel puede jugar el Parlamento palestino en esta situación?
¡Pero si está muerto! Ésa es la realidad. Hamas es ilegal, no puede actuar, y el presidente Abu Mazen [Mahmud Abbas] ni siquiera les invita a las reuniones oficiales. ¿Cómo va a funcionar algo así?
Durante los últimos años su sindicato ha firmado acuerdos con el Histadrut, la principal central de Israel y uno de los pilares del Estado sionista. ¿No es ésta una contradicción cuando se realizan llamamientos al boicot contra Israel?
Tenemos un acuerdo con Histadrut para defender los derechos de los trabajadores palestinos, ya que, sin ese sindicato, no podemos seguir su evolución. No tenemos permiso para desplazarnos a los territorios del 48 y ahí trabajan más de 50.000 palestinos, la mitad de ellos de forma ilegal. ¡Necesitaríamos 20 sindicatos para poder seguir sus casos! El acuerdo se centra especialmente en las cuestiones legales, éste es el único contacto, y encima no lo están cumpliendo. Nuestro objetivo es tratar de hacer acuerdos especiales en el ámbito legal, porque hemos comproba- do que hay muchos trabajadores que han sufrido la vulneración de sus derechos laborales pero que no han podido hacer nada porque no tenían a nadie a quien recurrir en los tribunales. Por eso necesitamos a un sindicato como el Histadrut, aunque ellos no están muy por la labor de trabajar a favor de los palestinos.
Al margen de Histadrut, ¿su sindicato mantiene relación con alguna otra organización israelí?
No, ninguna después de la segunda Intifada. Personalmente, siempre he considerado necesario mantener relación con las organizaciones israelíes que defienden nuestro derecho a la autodeterminación pero después de la guerra, después del Gobierno de Sharon, todos estos lazos con el movimiento de la paz han sido demolidas. Ahora el movimiento por la paz es muy débil, no es como antes. Antes, los pacifistas podían movilizar a miles de personas contra la política del Gobierno, pero eso no ocurre ahora. Actualmente se ha impuesto una política de discriminación contra los palestinos. Desde el año 2000 han cerrado todos los servicios para los palestinos, han construido el Muro… Los israelíes necesitan separarse de nosotros. Si no, ¿por qué han construido el Muro o las colonias? Siendo sinceros, no veo bien el futuro, tampoco en el interior de Palestina.
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100816/215836/es/Abbas-debe-rechazar-%27paz-economica-Netanyahu