Traducción para Rebelión de Loles Oliván
Con la Administración Obama incumpliendo las promesas de conseguir que Israel congele la expansión de asentamientos en Cisjordania o siquiera que acate el obsoleto plan de paz de la «hoja de ruta», el dirigente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmud Abbas se encuentra cada vez más en una posición nada envidiable.
Abbas había venido insistiendo en que no aceptaría reanudar las conversaciones con Israel a menos que éste accediese a detener la expansión de asentamientos en los territorios ocupados incluida Jerusalén Oriental. Sin embargo, en las últimas semanas, el líder palestino ha dado señales de que podría regresar a la mesa de negociaciones prácticamente sin condiciones.
En una entrevista que apareció el domingo 31 de enero en la página web de The Guardian, se citaba a Abbas diciendo que estaría dispuesto a reanudar conversaciones directas con Israel si éste congelase la construcción de asentamientos durante tres meses y aceptase las fronteras del 4 junio de 1967. «Esto no son condiciones previas sino requisitos de la hoja de ruta. Si no están dispuestos a hacer esto significa que no quieren una solución política».
El gobierno israelí rechazó la propuesta palestina calificándola de «poco realista» e «inaceptable». En respuesta a la propuesta, Mark Regev, asesor del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, recurrió a la táctica de la distracción con el argumento de que los palestinos estaban lejos de haber cumplido con sus obligaciones de la hoja de ruta. Regev mencionó el tema de la «incitación» como si se esperase de los palestinos que canten himnos de alabanza cuando Israel mata a sus hermanos y destruye sus casas.
Con anterioridad se había informado de que Abbas está estudiando las propuestas presentadas por el enviado de EE.UU. a Oriente Próximo, George Mitchell, de «aproximación» o «conversaciones indirectas».
Mitchell propuso que él viajaría entre Ramalah y Jerusalén Ocupada transmitiendo mensajes entre las dos partes sobre diferentes cuestiones fundamentales incluidas las fronteras, Jerusalén, los asentamientos y los refugiados. La propuesta formaba parte de un «paquete de incentivos» que también incluiría la liberación de un número indeterminado de prisioneros no islamistas de los campos de detención israelíes.
Sin embargo, el paquete no contenía medida alguna para congelar la expansión de asentamientos o incluso detener el ritmo creciente de las demoliciones de casas árabes en Jerusalén ocupada y en la denominada «área C» de Cisjordania, donde el ejército de ocupación israelí mantiene la seguridad y la autoridad civil. Esta zona que abarca la mayor parte de tierras palestinas constituye más del 65% de los territorios ocupados.
Los portavoces de la AP niegan que Abbas esté abandonando su anterior posición respecto a los asentamientos. Gasan al Játib, ex ministro y ahora jefe de la Oficina de Prensa del gobierno de la AP, ha declarado que no cree que Abbas ya no esté exigiendo una congelación de los asentamientos. Al Játib dijo a Al Ahram Weekly que Abbas estaba manteniendo consultas con dirigentes árabes sobre la conveniencia de reanudar el proceso de paz con Israel de modo que pueda proporcionar el máximo beneficio para la causa palestina.
Al Jatib defendió la idea de conversaciones «de proximidad» en las que los estadounidenses harían de enlace entre Israel y algunas capitales árabes para transmitir las posiciones respectivas de las partes. «Ello no es necesariamente una mala idea. Los estadounidenses serían testigos e Israel no sería capaz de inventar mentiras acerca de quién es la culpa del fracaso de las conversaciones como ocurrió en anteriores fracasos de las conversaciones».
Algunas voces del ámbito palestino han acusado recientemente a Abbas de buscar la cobertura árabe para reanudar el «inútil» proceso de paz sin condiciones previas; un responsable de Hamas llama a estos esfuerzos «reproducir los errores del pasado». Mientras tanto, la Administración Obama ha llevado a cabo consultas con dirigentes árabes sobre la mejor manera de reanudar las estancadas negociaciones entre Israel y los palestinos. Si bien estos dirigentes han instado a Washington a que intervenga activamente para lograr una rápida reanudación del proceso de paz, EE.UU. ha estado apremiando, incluso presionando, a las capitales árabes para que engatusen a los cada vez más vulnerables dirigentes de la AP, renuncien a las exigencias relativas a los asentamientos y rehabiliten las conversaciones.
Temores en Jordania
Uno de los estados árabes más afectados por la continuación de la parálisis del proceso de paz es Jordania. El rey Abdulah ha advertido que se agota el tiempo para la paz y que ahora hay que hacer esfuerzos extraordinarios para resolver el impasse israelo-palestino. Jordania está particularmente preocupada porque el estancamiento en Cisjordania pueda generar tensiones en la propia Jordania y pueda incluso precipitar ataques contra objetivos israelíes y occidentales en suelo jordano.
El temor no es infundado. La semana pasada el convoy del embajador de Israel en Jordania fue atacado fuera de Amman con una bomba. Aunque no hubo heridos ni daños graves el incidente hizo sonar la alarma en los pasillos de los servicios de inteligencia jordanos que probablemente están más que nerviosos respecto a las ramificaciones de la situación de Cisjordania en la seguridad y la estabilidad en su país.
Sin embargo, a pesar de las preocupaciones de Jordania, parece que la Administración Obama no está en posición de -o no quiere- forzar al intransigente gobierno de Israel a que permita la creación de un Estado palestino viable y contiguo en Cisjordania. Abbas se ha hecho eco de esta opinión diciendo quel el mantenimiento del obstruccionismo israelí conduciría a la creación de un Estado unitario en todo el Mandato de Palestina (el propio Israel más los territorios ocupados de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental). En ese caso los palestinos constituirían una mayoría numérica lo que implica que Israel perdería su identidad judía.
Sin embargo, es poco probable que Israel permita que se desarrolle un escenario así, particularmente bajo el liderazgo de la extrema derecha sionista, incluso aunque tuviera el respaldo palestino. Mientras tanto, cada vez hay más temores de que Israel pueda lanzar una nueva ola de agresión contra Líbano y la Franja de Gaza con o sin la aquiescencia de la Administración Obama a fin de mejorar aún más su posición hegemónica en relación con la AP y con Siria, y también como advertencia a Irán.
Los responsables israelíes calculan que la neutralización de Hamas permitiría a la dirección de la AP (a Abbas) hacer concesiones importantes a Israel con respecto a cuestiones del estatuto final. Otros planificadores de la política israelí, no obstante, sostienen que la destrucción o el debilitamiento de Hamas -si es que ello es posible- llevaría a Israel a perder una valiosa carta propagandista que al final podría conducir a una presión internacional creciente sobre Israel para que retroceda a las fronteras de 1967. Israel ha estado provocando seriamente a Hamas incluso a través del asesinato de un importante agente de Hamas en Dubai, así como con el intento de asesinato de un responsable de la organización en Jan Yunis el 1 de febrero.
Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/