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Abocados al abismo

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La decisión de la administración Obama de abandonar los esfuerzos para persuadir a Israel de que renueve la congelación de la construcción de asentamientos fue el último golpe al proyecto de paz y unidad nacional del Presidente de la Autoridad Palestina (AP) Mahmoud Abbas.

Horas antes de que EEUU publicara tal comunicado, las palabras de Abu Mazen durante una entrevista televisada en Ramala a principios de semana albergaban aún la conjunción subordinante «si». Abbas dijo que si las negociaciones de paz con Israel se venían abajo, los palestinos podrían buscar el reconocimiento unilateral de las Naciones Unidas a un estado palestino en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental, territorios de los que Israel se apoderó en 1967, y ceder todo lo relativo a la policía a los israelíes.

«Si fracasan todos los esfuerzos, le diré a los estadounidenses y a los israelíes: ‘Venid y poned fin a todo esto. No puedo continuar así. No puedo presidir una autoridad que no existe. No, mantenedlo todo vosotros y liberarme de esta responsabilidad’.»

Al responder a otra pregunta sobre si realmente quería significar lo que había dicho, Abbas contestó: «Sí, estoy diciéndole esto a los israelíes: ‘Podéis permanecer [en nuestra tierra] como ocupantes, pero la situación no va a seguir como hasta ahora'».

Los comentarios de Abbas parecen reflejar su profundo desencanto respecto al estéril proceso de paz constantemente erosionado por la imparable construcción de asentamientos israelíes, junto con los esfuerzos, a ritmo de tortuga y por lo general infructuosos, de la administración Obama para conseguir que Israel acepte algún tipo de «compromiso» que pueda atraer a la AP para volver a las siempre inciertas negociaciones.

Además, la amenaza de Abbas -que no es la primera vez que formula- se produjo ostensiblemente una vez que la administración Obama comunicó de manera informal al liderazgo de la AP su fracaso para conseguir que Israel renovara la congelación de asentamientos para poder dar una oportunidad a las negociaciones de paz.

Fuentes de la AP dijeron que no se había recibido un mensaje final y que estaban aún esperando tal mensaje de Washington. Al parecer, la administración Obama estaba intentando inducir a Israel para que congelara parcialmente la expansión de los asentamientos durante 90 días a cambio de ayuda militar masiva y concesiones diplomáticas que algunos comentaristas occidentales han tildado de «payasada» y «escandalosas».

En verdad que no está muy claro si Abbas es totalmente serio en cuanto a cumplir su amenaza de disolver el régimen de la AP. Los críticos describen el régimen de la AP como una inmensa pero tentadora responsabilidad que impide la realización de la verdadera estatalidad e independencia palestinas.

«La existencia de la Autoridad Palestina, nos guste o no, sirve para consolidar y perpetuar la ocupación israelí. La cifra de viviendas para colonos judíos en los territorios ocupados se ha triplicado bajo el régimen de la AP, e Israel utiliza a la AP para evadirse y evitar sus responsabilidades legales como potencia ocupante en virtud del IV Convenio de Ginebra», argumentó Hazem Kawashmeh, renombrado economista de Jerusalén Oriental. «En realidad, Israel utiliza a la AP para decirle al mundo que la ocupación ha terminado.»

Kawasmeh señaló que la AP estaba sumiendo el peor papel posible que cualquier institución podía adoptar, languidecer bajo una ocupación militar extranjera. «Por esta razón es por lo que vemos cómo los miembros de las agencias de seguridad palestinas que EEUU entrena desaparecen cuando las fuerzas ocupantes asaltan las poblaciones palestinas para arrestar, reprimir o matar a los palestinos».

Los seguidores de ese punto de vista defienden que el pueblo palestino nunca va a permitir que le conviertan en rehén de una situación en la que tienen que elegir entre una autoridad carente de soberanía y una perpetua ocupación militar. Sin embargo, un gran número de las carreras, medios de vida y bienestar financiero de sus ciudadanos ha llegado a estar inextricablemente entrelazado con la existencia y supervivencia de la AP. De ahí que hablar de desmantelar la AP sea una cosa y llevarlo a cabo sobre el terreno otra.

Se estima que hay 130.000 funcionarios que reciben su salario de la AP al final de cada mes. Además, hay 60.000-70.000 miembros del personal de seguridad distribuidos por varias agencias de seguridad que ayudan a establecer la ley y el orden, así como a mantener a raya los «elementos contrarios a la paz» -un eufemismo para designar a los activistas islámicos-. ¿Qué le sucedería a todos esos cientos de miles de personas si perdieran sus puestos de trabajo y fuentes de ingresos?

Por otra parte, ¿qué harían las fuerzas paramilitares y de policía de la AP? ¿Entregar sus armas, equipos e instalaciones a los israelíes y marcharse a casa? Israel no siente precisamente mucho entusiasmo en cuanto retomar la responsabilidad de los asuntos cotidianos de tres millones de enojados y desilusionados palestinos. A pesar de la oposición de algunos colonos mesiánicos que querían tomar la tierra y expulsar a sus habitantes, Israel consideró como algo bueno el establecimiento de un gobierno propio palestino, que le permitía retener casi todos los recursos palestinos -como potencia ocupante- mientras volcaba todas las responsabilidades competencia suya sobre el gobierno palestino.

De ahí que resulte muy dudoso que aunque el liderazgo de la AP quisiera disolver su régimen, Israel vaya a permitir el retorno del statu quo anterior (la situación que prevalecía antes de la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993). Tal situación sería una pesadilla para los planificadores de la estrategia de Israel, cuyos cálculos se basan en anexionar a Israel tanta tierra palestina, con tan poca demografía palestina, como sea posible.

Mientras tanto, la AP ha recibido un muy necesario apoyo moral de tres estados sudamericanos: Brasil, Argentina y Paraguay, que anunciaron que reconocían un estado-nación de Palestina basado en las fronteras de 1967. Otros países podrían seguirles, lo que crearía una nueva realidad e incluso un nuevo momentum en aras a la posible resolución del conflicto de mayor duración del mundo. El reconocimiento internacional haría también añicos los planes de EEUU y acarrearía la vergüenza y aislamiento diplomático de Israel.

Fuente:

http://weekly.ahram.org.eg/2010/1026/fr3.htm