Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Chelo Ramos
Al mismo tiempo que sigue castigando a los Territorios, boicoteando a Hamás y reteniendo el dinero de los impuestos palestinos, Israel rechaza la responsabilidad que tiene por quienes están bajo su ocupación. Esta negligencia criminal conforme al Convenio de Ginebra es demasiado evidente. Hablemos los hospitales. Hablemos de Abu Musa Jahalin. Hablemos del día de hoy en la sala de urgencias del Hospital Hadassah de Monte Scopus. Era un caos.
Los médicos ya no se dan abasto. No pueden darse abasto. No atienden a quienes no tienen dinero para pagar los tratamientos (la mayoría de los palestinos ya no tienen trabajo ni ingresos). Los mandan a sus casas, algunas veces a morir. Lo cual está en contra del juramento hipocrático: «En cuantas casas entre lo haré en bien del enfermo, absteniéndome de todo daño intencional. Los mantendré alejados de daños e injusticias. Puros y limpios mantendré mi vida y mi arte.» Pobres de los médicos de los hospitales Hadassah de Monte Scopus y de Ein Karem. En números cada vez mayores se ofrecen para trabajar como voluntarios en sus días libres con Médicos por los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados. Es muy poco lo que pueden hacer. Apagan pequeños incendios mientras pirómanos con lanzallamas queman los bosques.
Abu Musa tuvo que volver a su choza, amenazada de demolición y transferencia por razones étnicas debido al Muro y el ejército (la Administración muy poco Civil), a buscar 20.000 sheqels para el tratamiento. Si los encuentra, podrá volver y tratar de salvar su pierna y su vida. Luego tendrá que ahorrar 15.000 dólares para una operación de la espalda que no ha podido costear en los últimos dos años, sin la cual no volverá a usar sus piernas, si es que para entonces una de ellas no ha tenido que ser amputada. Abu Musa tiene solamente 52 años. Su corazón está empezando a fallar. ¿No haría lo mismo el de ustedes?
Una vez más los civiles inocentes quedan enredados en el medio de la megapolítica. Jimmy Carter, que conoce la situación mejor que la mayoría y es la única persona que ha logrado un acuerdo de paz Árabe-Israelí, dice que la actual política de Israel en los territorios es un «sistema de apartheid, en el que dos pueblos ocupan el mismo territorio pero están completamente separados el uno del otro, y uno de ellos, Israel, ejerce el dominio absoluto y suprime la violencia despojando a los palestinos de sus derechos humanos básicos.» En otro pasaje de su nuevo libro «Palestina: Paz no Apartheid«, el ex presidente dice «el control y la colonización continuados del territorio palestino por parte de Israel han sido los principales obstáculos para lograr un acuerdo de paz amplio en Tierra Santa.» Carter también apunta al lobby «pro Israel»: «Debido a poderosas fuerzas políticas, económicas y religiosas de Estados Unidos, las decisiones del gobierno de Israel son rara vez cuestionadas o condenadas.»
En The Forward, Jennifer Siegel cita al congresista Steve Israel, demócrata de Nueva York que dirige los esfuerzos de los congresistas demócratas por atraer votantes y donantes judíos. «La difícil situación de los palestinos se debe a los palestinos. Sus líderes no se preocupan por la calidad de vida de su pueblo y no tienen capacidad para darle seguridad ni para imponer la paz, y la culpa es sólo de ellos.» Explíquenle esto a Abu Musa y mírenlo a los ojos con su sentencia de muerte.
Hace ya tiempo que un profesor israelí le dijo a Abu Musa que necesitaba una operación en la espalda. Abu Musa fue severamente golpeado por la Policía de Frontera de Israel cuando las casas -chozas de lata y cartón- de su colina fueron derribadas por tractores. Ahora, los destrozados que ha sufrido su cuerpo lo acosan. No ha caminado durante meses. Todos los músculos de sus piernas se han debilitado. Pesa apenas 36 quilos, un cuerpo consumido. Las heridas se tornan sépticas; la amputación se convierte en una posibilidad. Al no tener dinero para quedarse en la sala de urgencias, está en la choza de lata en la colina con un dolor que no lo deja dormir. El Makassed, hospital palestino en Jerusalén, está tan desabastecido, que dicen que es peligroso.
Abu Musa es mukhtar (líder) de un grupo de refugiados de Negev que Israel dejó a su suerte en Cisjordania en la década de 1950, cuando fueron expulsados de sus tierras. Al tener carné de identidad cisjordano, no puede volver a su hogar ni puede ser libre de ninguna forma, aunque la libertad es el valor más sagrado para un beduino. Ni siquiera puede ir al cercano Jerusalén para rezar, trabajar o buscar un médico o un hospital -esta vez, un israelí lo llevó escondido- (¡y un guardia de seguridad del hospital trató de echarlo!).
La expansión de los colonos empuja a su pueblo hacia guetos cada vez más hacinados. El Muro atraviesa el área, una enorme base policial nueva ocupa la colina próxima. Si no podemos obtener los sheqels necesarios, Israel, como poder ocupante, debería responsabilizarse; pero pensar en el futuro de Abu Musa es pura teoría. En lo que concierne a las advertencias sobre calentamiento global, se necesitan especialistas en la supervivencia en el desierto, por lo que algún día nos arrepentiremos de esta locura, de robarles su cultura a los pueblos autóctonos para «civilizarlos».
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Chelo Ramos es miembro de Rebelión ( www.rebelion.org) y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística (www.tlaxcala.es). Esta traducción es copyleft para uso no comercial: se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente. URL de este artículo http://www.tlaxcala.es/etc.