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Líbano

Acerca de la pasada noche

Fuentes: Jadaliyya

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

El ruido de los tiroteos salpicó la pasada noche [20 de mayo] el paisaje sonoro de Beirut. Los seguidores del Movimiento por el Futuro, de mayoría sunní y contrarios al régimen sirio, se enfrentaron con miembros del Movimiento Árabe, también mayoritariamente sunní, que son partidarios de Asad. Los combates, que fueron más intensos alrededor de la Universidad Árabe de Beirut, prosiguieron hasta primeras horas de la mañana.

El área alrededor de la Universidad Árabe de Beirut es una zona mixta. Durante las últimas décadas, el término «mixto» se utilizó para referir la cohabitación entre musulmanes y cristianos en esta ciudad, pero hoy se usa cada vez más para describir las áreas donde los musulmanes chiíes y sunníes viven hombro con hombro. Este cambio, o más exactamente tal proliferación de esas clasificaciones y otras que el término «mixto» abarca, refleja el cambiante paisaje sociopolítico del Líbano, un país del que se dice que está compuesto por minorías. Desde luego, las categorías determinan siempre la demografía. Después de todo, una mayoría de los habitantes del Líbano son mujeres, musulmanes, habitantes urbanos y clases bajas/trabajadoras. Sin embargo, estas identificaciones, estas categorías, no son un vehículo de incorporación política al Estado, sus instituciones y sus servicios. De este modo, el Líbano es un país de minorías siempre y cuando las minorías estén basadas en la categoría de «secta».

Sin embargo, si dejamos a un lado las superficiales pero cada vez más arraigadas definiciones de la diferencia que rodea la ciudad y sus invisibles fronteras, podemos pensar más profundamente en la palabra «mixto». Podemos ver que la zona donde estallaron los conflictos la pasada noche, en los alrededores de la Universidad Árabe, es de hecho una parte increíblemente variada de la ciudad. La razón es sencilla: es una de las universidades de renombre más asequibles del país. Al fin y al cabo, no todo el mundo puede o quiere asistir a la Universidad Americana de Beirut (UAB) o a la Universidad Americana Libanesa (UAL). Puede que a algunos les sorprenda saber que Ras Beirut, el área por donde se extienden la UAB y la UAL, no es de hecho el único enclave de vida universitaria en la ciudad. Sé esto no porque haya hecho algún esfuerzo extra por descubrir «otras» partes del Líbano o Beirut, aunque innumerables veces ha habido otros que me han pedido «muéstrame» lo que hay fuera de los límites de la zona acomodada de Ras Beirut. Lo sé porque crecí en Tariq al Yadidah, donde aún viven miembros de mi familia y donde varias generaciones han asistido a la Universidad Árabe desde que se estableció en 1960.

Tariq al Yadida no es una zona periférica; es una de las barriadas más densamente pobladas y altamente politizadas de la ciudad. Es el hogar de un cuarto de millón de ciudadanos libaneses y de miles de refugiados palestinos. Lo que allí sucede no es una aberración de la vida en Beirut sino una reflexión sobre la misma. Y es por esa razón que los enfrentamientos de la pasada noche resultan verdaderamente terroríficos. Porque no es un mero incidente violento o una advertencia, es un canto fúnebre por el futuro.

La cobertura de las noticias locales, regionales e internacionales de los enfrentamientos armados de la pasada noche silenciaron en gran medida todo lo relativo a la demografía de Tariq al Yadida que no fuera lo «sunní». Y se pasó por alto el hecho de que las luchas más feroces se produjeran en las puertas de una universidad donde miles de estudiantes asisten diariamente a las clases. Alrededor de la Universidad Árabe, estudiantes, profesores y personal diverso de todas las partes del Líbano viven, trabajan y estudian. De hecho, se supone que la institución de la «universidad» tiene que servir como lugar donde las categorías relativas a uno mismo y a los otros pueden y deben cuestionarse. Pero en el Líbano, las universidades de elite ofrecen una mezcla sectaria de las elites del país y las universidades más asequibles ofrecen la misma mezcla de las clases que no forman parte de esas elites. Y hay un abismo entre cada una de esas entidades de estudiantes «mixtas».

Si hubieran estallado combates similares entre el Partido Nacionalista Socialista Sirio, pro régimen sirio, y el Partido Mustaqbal, contrario a ese régimen, ante las puertas de la UAB, la reacción de los medios, tanto locales como internacionales, hubiera sido diferente. Se hubieran organizado protestas, se habrían escrito editoriales y los medios de comunicación social echarían llamas ante esa amenaza a la dignidad y naturaleza sacrosanta de la vida universitaria. Pero esa reconocida vida universitaria es el ámbito de una elite selecta. Y la mayoría de las familias libanesas apenas pueden permitirse pagar la matrícula de la Universidad Árabe, que representa la cuarta parte del coste de sus homólogas de mayor renombre.

En este momento, cuando alrededor de una universidad en Beirut las armas todavía huelen a pólvora, debemos insistir en la solidaridad y no en discursos sobre diferencias o curiosidades antropológicas. No es suficiente hablar el lenguaje del estado y afirmar la solidaridad sectaria frente a la violencia sectaria. Debemos insistir en la gramática de clase, en la conjugación de la economía. En una profunda comprensión de lo que significa la palabra «mixto» o de lo que podría acarrear. Las nubes de humo que se levantaron alrededor de una las universidades privadas más asequibles y bien consideradas en el Líbano nos afectan a todos. La violencia no es algo que está sucediendo «por allá», en el gueto sunní. Está sucediendo aquí. En Beirut. En el Líbano.

Maya Mikdashi está a punto de doctorarse en Antropología por la Universidad de Columbia. Es codirectora del documental «About Bagdad» y cofundadora de Jadaliyya Ezine.

Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/5627/about-last-night