A mediados de agosto el Consejo de Seguridad de la ONU ofreció un vago plan de cese al fuego. Israel debía retirar sus fuerzas del sur del Líbano. Una fuerza de paz de la ONU y del ejército libanés las reemplazaría; términos vagos, difíciles de llevar a cabo. Los bombardeos y los disparos continuaron de […]
A mediados de agosto el Consejo de Seguridad de la ONU ofreció un vago plan de cese al fuego. Israel debía retirar sus fuerzas del sur del Líbano. Una fuerza de paz de la ONU y del ejército libanés las reemplazaría; términos vagos, difíciles de llevar a cabo. Los bombardeos y los disparos continuaron de manera esporádica. Israel comenzó a retirar algunas unidades. Hezbolá dio a entender que pudiera trasladar algunas armas al norte del río Litani, para no provocar a la fuerza de paz.
Pocos esperaban que la tregua, tal como estaba redactada, durara. El documento de la ONU omite temas básicos: Israel se niega a acatar a la ONU y al Tribunal Mundial, que declararon ilegal su ocupación de territorio palestino y sirio; Hezbolá y Hamas se niegan a declarar clara y repetidamente que aceptan de manera permanente la existencia de Israel.
La guerra decepcionó a los líderes israelíes. Su triunfalismo basado en sus militares se convirtió en actitud defensiva. El 15 de agosto, cinco semanas después de comenzada la guerra, la AP reportó casi 800 libaneses muertos -la mayoría civiles, y casi 160 israelíes, incluidos 114 soldados». Líbano envuelto en humo y llamas. Un millón de refugiados huyeron. Algunos comenzaron a regresar.
Esta guerra comenzó hace décadas y ha avanzado de manera intermitente. Hezbolá realizó ataques y ocasionalmente ha lanzado cohetes hacia Israel. «Represalia» quiere decir que Israel bombardea a Líbano.
El 12 de Julio guerrilleros de Hezbolá capturaron a dos soldados israelíes. Ese incidente supuestamente hizo que Israel -«tenemos que defendernos» – respondiera con una guerra que hace años tenía planeada. Aviones israelíes a reacción golpearon «posiciones de Hezbolá» por todo Líbano. El 16 de julio Bush ofreció su opinión. «»Queda claro ahora por qué no tenemos paz en el Medio Oriente».
Bush culpó a Irán y Siria como las «causas raigales» de la inestabilidad; por lo tanto, esos países tenían la «responsabilidad» de detener a Hezbolá. De hecho Hezbolá, un grupo chií de milicias, tiene amplia participación en el parlamento y gabinete libaneses. En la década de los 80 se creó para realizar una guerra de guerrillas a fin de expulsar a Israel de Líbano, lo cual logró. Hezbolá aseguró que la captura en julio de dos soldados tenía como objetivo hacer un intercambio por prisioneros libaneses y palestinos en Israel. Tales tratos se han realizado en el pasado.
Sin embargo, Hezbolá también declaró que su asalto significaba el apoyo a los palestinos atacados en Gaza. Esto diferenció al ataque de julio de otras «provocaciones» previas en la frontera. Es más, los medios reportaron regularmente ataques por ambas partes desde que los israelíes se retiraron de Líbano en el 2000.
Durante cinco semanas la TV transmitió imágenes de la carnicería en Líbano y, en menor medida, en Israel. Extrañamente, esas imágenes no estimulan la memoria. En las anteriores guerras israelíes de 1948, 1956, 1967, 1973 y 1982 hubo grandes debates acerca de qué y quién inició los conflictos, como si los actuales combates en Gaza y Líbano significaron algo nuevo. Los civiles libaneses sufrieron los embates de la ira israelí entre 1982 y 2000. En cada conflicto, las naciones poderosas se preocuparon por detener la violencia debido a la naturaleza estratégica (petróleo) de la región.
En esta oportunidad, Washington impidió un temprano cese al fuego. Bush quería dar tiempo a Israel para que destruyera a Hezbolá. Esa táctica de dilación fracasó. El resultado fue de más bajas.
Repetidas veces Israel obtuvo ventajas de propaganda sobre sus enemigos. Su maquinaria bien engrasada creaba historias acerca de las virtudes israelíes y los vicios árabes. Israel significa «Occidente» -civilización; árabe significa traicionero y brutal. Los medios pro israelíes ofrecieron informes aparentemente objetivos acerca de las batallas. Los medios oficiales árabes han publicado durante las distintas guerras lemas victoriosos al mismo tiempo que sus fuerzas militares sufrían derrotas ignominiosas.
En 1967, por ejemplo, mientras Israel derrotaba a sus enemigos árabes, «La Voz de los Árabes» en Egipto reportaba que sus fuerzas «han repelido al ejército sionista… el ejército jordano avanza…» (Jamail Dajani, SF Chronicle Opinion, 15 de agosto de 2006.)
Las campañas israelíes de información también tuvieron éxito en gran medida gracias al cabildo israelí (AIPAC) y sus aliados fundamentalistas de derecha, como Pat Robertson, Jerry Falwell y John Hagee. El presupuesto de $60 millones anuales que posee AIPAC y sus 200 empleados lo convirtieron en el cabildo de política exterior más poderoso de Washington.
«Gracias a Dios que tenemos a AIPAC, el mayor partidario y amigo que tenemos en todo el mundo», dijo Ehud Olmert, primer ministro de Israel. El cabildo coordina a grupos de presión, tanques pensantes y operaciones de recolección de fondos. Produce estadísticas de votos acerca de los congresistas «que son cuidadosamente estudiadas por donantes políticos. También organiza regularmente para los congresistas y sus ayudantes viajes a Israel». Roy Blunt, el jefe de la mayoría en la Cámara de Representantes, ha realizado cuatro de esos viajes. (The Economist, 3 de agosto de 2006.)
El cabildo recompense el buen comportamiento y persigue con saña al desobediente. «Enfrentarse a AIPAC», dijo un ex congresista, «es como invitar a un perro de pelea a que le muerda a uno la pierna antes de almuerzo, mantenerse ahí el resto del día y tener los colmillos pegados al hueso mientras uno trata de dormir, y estar ahí a la mañana siguiente cuando uno se despierte.»
Una encuesta de USAToday/Gallup realizada del 28 al 30 de Julio demostró que esta propaganda había tenido éxito en convencer a ocho de cada diez norteamericanos de que la acción de Israel estaba justificada, aunque a una mayoría le preocupaba la magnitud de la acción. Una encuesta de USA Today de 26 de julio arrojó que 53% decía que «gran parte de la culpa de la crisis actual era de Hezbolá, 39% culpaba a Irán y solo 25% culpaba a Israel.»
Como toda propaganda eficaz, las explicaciones de Israel contenían granos de verdad dentro de sus estereotipos. Para justificar las «lamentables bajas civiles», los voceros de Israel acusaron a Hezbolá de ocultarse tras civiles.
Algunos israelíes hasta encontraron un comportamiento paralelo por parte de su propio gobierno. La israelí Marjam Hadar Meerschwam escribió que Israel también mantiene instalaciones militares «en áreas pobladas o cerca de ellas» (http://www.newprofile.org/). Hay «una planta militar donde comienza el camino a mi casa, y la base militar Gelilot está a unos pasos de distancia», declaró.
Rela Mazali, quien también escribe para New Profile, describió su propia «casa, en un tranquilo suburbio al norte de Tel Aviv, está a 15 minutos a pie de una importante base de inteligencia en una dirección y una gran fábrica de municiones en la otra». Es más, señala New Profile que «el Ministerio de Defensa de Israel (nuestro Pentágono) se encuentra en el corazón del centro muy poblado de Tel Aviv». Hasta ahora, los medios no han pedido a Israel que explique por qué sitúa instalaciones militares cerca de centros poblacionales civiles.
Los medios principales tampoco han examinado cuidadosamente las dos bases políticas israelíes: mantener en la región una fuerza militar abrumadora (incluyendo la nuclear) y depender de la eterna ayuda militar y financiera norteamericana. Ambas dependen de que la opinión norteamericana permanezca sólidamente a favor de Israel. El encuentro de un mes con Hezbolá ha sacudido uno de esos bloques de política.
La potencia israelí y sus bien entrenadas fuerzas armadas ya no fueron suficientes. Los guerrilleros de Hezbolá se enfrentaron con éxito al mito de las «invencibles Fueras Israelíes de Defensa». Lo más decepcionante para algunos israelíes fue que su jactanciosa inteligencia había desinformado a los militares al no decirles que enfrentarían a soldados bien entrenados y valerosos y no, como los llamaban los generales y políticos israelíes, una «pandilla» o una «organización terrorista». El comentarista israelí Uri Avery escribió que «Fuentes militares en Israel anunciaron que 400 de los 1 200 ‘terroristas’ de Hezbolá habían muerto. Es decir, apenas 1 200 combatientes han resistido a decenas de miles de nuestros soldados, los que están equipados con las más avanzadas armas del mundo, y cientos de miles de ciudadanos israelíes aún están bajo el fuego de cohetes mientras nuestros soldados siguen muriendo.» (Ha’aretz , 8 de agosto.)
El público norteamericano se preocupa por la política de EE.UU. en la región, mientras que la guerra de Irak desangra a su juventud y a su tesorería. A pesar del irreflexivo apoyo a Israel por parte del Establishment político -la Cámara de Representantes y el Senado aprobaron abrumadoramente el apoyo a Israel- un compromiso incondicional provoca serios problemas. El Congreso se niega a reconocer que mientras apoya acríticamente a Israel con más de $3 mil millones de dólares al año, Israel puede continuar negándose a negociar seriamente acerca del problema palestino. Los conflictos repentinos harán erupción en el Medio Oriente, cada uno de ellos con el potencial de convertirse en una guerra mayor.
Después de la primera Intifada a fines de los 80 y principios de los 90, Israel se vio obligada a negociar con los palestinos y reconocer a la OLP. Sin embargo, los acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 para reconocer a un estado palestino no se implementaron. En su lugar, Israel ha dependido de su poderío militar. Los neoconservadores en Washington tomaron una página de su arrogante libreta de notas y se la vendieron a George W. Bush como estrategia de EE.UU. Él invadió Irak para reforzar el axioma neoconservador: la tecnología abrumadora y los descargas de «sobrecogimiento y asombro» intimidarían a todos los enemigos potenciales. Pero es evidente que no disuadieron a los que no temen a la muerte. La resistencia iraquí demostró ser formidable.
La incapacidad de Israel para aprender de la experiencia norteamericana deja a hora a la región en un momento de extraordinaria tensión. Los militares israelíes finalmente han descubierto que no pueden prevalecer eternamente y que su tecnología y poder de destrucción no es suficiente para alcanzar una rápida victoria
Las alternativas están ante el mundo. Israel podría negociar con el gobierno electo de Palestina, Hamas, y con Hezbolá acerca de su frontera norte. Luego también podría comenzar a conversar con Siria acerca de las ocupadas Alturas de Golán.
Seymour Hersh reportó que Washington cooperó con el ataque de Israel a Líbano. (New Yorker, 14 de agosto.)
Bush ha aprendido poco de la experiencia iraquí acerca de una fuerza militar democratizando el Medio Oriente. El cabildo de Israel continuará presionando a favor de «soluciones» militares, independientemente de lo peligrosas que sean. Quizás el comienzo de negociaciones serias pueda ofrecer perspectivas más positivas que el camino del Armagedón.
El filme de Saul Landau Siria: entre Irak y un lugar difícil, esta disponible en DVD .