Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Sin duda alguna debería postergar la presentación de su libro en Jerusalén», me advirtió un amigo quien pensaba que el evento planificado para presentar mi libro recientemente publicado sobre el movimiento dirigido por los palestinos por el boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel podría ser demasiado arriesgado a la luz de la ley recientemente aprobada en Israel que prohíbe efectivamente el apoyo al floreciente movimiento de boicot. En el repleto café-librería en Jerusalén Este ocupado, el jueves pasado, sin embargo, el ambiente entusiasta y la atmósfera con su perfume a café italiano eran casi jubilosos, como si se lanzara un desafío colectivo a la última medida draconiana de Israel.
Ha surgido mucha controversia desde la legislación aprobada por el parlamento israelí que criminalizaría efectivamente el apoyo a cualquier boicot contra Israel y sus instituciones, bajo amenaza de fuertes multas y cosas aún peores, sin necesidad de probar la «culpa». Docenas de organizaciones de la sociedad civil israelí y destacados expertos legales, incluidos muchos que se oponen al boicot, se han declarado resultamente contra esta ley excepcionalmente autoritaria por diversos motivos, que van desde los que están más basados en principios a los que son directamente pragmáticos.
Perspectiva palestina
En la mayor parte del debate falta la perspectiva palestina, que es sin duda la más relevante, ya que esta ley se debe totalmente al espectacular crecimiento en los últimos años del movimiento global de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra Israel, que fse lanzó en 2005 dirigido por la mayor coalición de la sociedad civil palestina: partidos, sindicatos, y ONG: el Comité Nacional de Boicot (BNC).
Mientras se expresaba alarma ante este último intento represivo de Israel para aplastar la resistencia pacífica palestina y su apoyo entre israelíes de conciencia, una declaración del BNC transmitió confianza en que esta ley reforzará la magnitud de BDS aún más rápido entre comunidades liberales en todo el mundo. Hind Awwad, coordinador del BNC, reaccionó: «Esta nueva legislación, que viola el derecho internacional, es una prueba del éxito del rápido crecimiento del movimiento BDS global y de que las élites políticas israelíes han comprendido que el Estado se está convirtiendo en un paria mundial como ocurrió en su época a Sudáfrica.»
Eilat Maoz, coordinadora de la Coalición de Mujeres por la Paz, una conocida alianza feminista israelí que apoya el BDS, fue citada por Maariv (en hebreo) cuando dijo: «Un gobierno ilegítimo aprueba una ley ilegítima para proteger una ocupación ilegítima, mientras se queja de que lo señalen como ilegítimo. Seguiremos boicoteando, protestando, manifestando y resistiendo a la ocupación, y llamamos a todos los demás a que hagan lo mismo.»
La dirigencia palestina de BDS apoyó a sus socios israelíes al decir: «Somos solidarios con todos los ciudadanos y organizaciones israelíes de principios, que son el objetivo primordial de esta ley y que podrían ser multados e incluso encarcelados por ejercer su derecho fundamental a pronunciarse y a actuar de modo no violento para que su Estado cumpla el derecho internacional».
Condena internacional
Amnistía Internacional condenó la nueva ley israelí, y dijo que «tendrá un efecto escalofriante sobre la libertad de expresión». Miembros del parlamento europeo expresaron preocupaciones semejantes, mientras la propia UE, generalmente sumisa a los intereses israelíes-estadounidenses, expresó alarma ante las implicaciones de la ley en los derechos básicos. Incluso un editorial del New York Times la criticó por antidemocrática. Todo esto agravará aún más la ya baja reputación de Israel ante la opinión pública internacional.
Es como si Israel hubiera apretado el botón de avance rápido en el proceso de cavar la tumba de sus propias políticas de ocupación y apartheid.
Al aprobar esta ley excepcionalmente draconiana que asfixia flagrantemente la libre expresión, Israel parece dispuesto a sacrificar una de sus últimas máscaras de «democracia» a fin de aplastar, con un puño de hierro, el movimiento BDS. Esto suministra aún más evidencia irrefutable del nivel de pánico que sufre el establishment israelí ante la dramática expansión del movimiento con su simple pero convincente consigna de Libertad, Justicia, Igualdad. También prueba, una vez más, la futilidad de todas las demás armas repulsivas del masivo arsenal israelí de intimidación, calumnias y amenazas en el combate contra BDS que, como un movimiento no violento y de consecuencia moral, ha llevado a Israel a un «campo de batalla» en el cual incluso sus amenazantes armas nucleares se consideran ineficaces.
Justificación israelí
El intento del establishment israelí de justificar su represiva nueva ley bajo la rúbrica de contrarrestar un movimiento decidido a «deslegitimizarlo» y a cuestionar su propia existencia no ha logrado convencer a una parte significativa de la opinión pública mundial. La mayoría de los observadores no pueden dejar de preguntar, ¿por qué el boicot contra el apartheid en Sudáfrica no se consideró una amenaza a la existencia del Estado? También, ¿deslegitimizó a los blancos o terminó con su existencia el fin de la segregación en los Estados del sur de EE.UU.? En la realidad las únicas cosas deslegitimizadas por la justicia y la igualdad son la injusticia y la desigualdad.
De la misma manera, el BDS apunta a «deslegitimizar» la ocupación y las políticas y estructuras coloniales de Israel. Parece que muchos en la sociedad civil internacional se orientan gradualmente en la dirección de apoyar el movimiento y acercar el momento sudafricano de Israel.
En cuanto a los que dicen que esta ley corromperá la democracia de Israel, uno solo se puede preguntar si un Estado que tiene docenas de leyes que discriminan a sus ciudadanos «no judíos» basándose únicamente en su identidad religiosa/étnica puede llamarse democrático. ¿Puede un Estado involucrado en la ocupación, desplazamiento forzoso, asedio y negación de los derechos básicos de los refugiados considerarse democrático? El destacado historiador israelí Ilan Pappe califica a Israel de «democracia de Herrenvolk», solo para los amos.
Finalmente, la afirmación de Israel de que el BDS va de alguna manera contra los judíos es mejor refutada por Avraham Burg, ex presidente de la Agencia Judía y durante muchos años presidente de la Knéset [parlamento] israelí, donde esta reciente legislación solo subraya el papel crucial que ha jugado sólidamente en el mantenimiento de la opresión colonial israelí.
Burg dice:
«Israel barre toda la crítica en su contra, justificada e injustificada, bajo la misma alfombra antisemita. En realidad somos nosotros los que estamos mezclando repetidamente la crítica apropiada a Israel con el antisemitismo. La razón es el intento de evitar a cualquier precio que haya que enfrentar la situación y tomar duras decisiones existenciales: la ocupación, las injusticias, la discriminación la persecución de la minoría no judía en nuestro medio… No hay ningún otro país en el mundo occidental del cual la comunidad internacional haya estado dispuesta a aceptar actos de violencia estatal durante cinco décadas, fuera de Israel… Y no queda en el mundo ningún otro colonialista aparte de ‘la única democracia en Medio Oriente’. El mundo sigue aceptando todo esto, pero no por mucho tiempo, pronto se acabará.»
Si los activistas palestinos aprendieron algo de la lucha sudafricana es que el momento más oscuro es el que precede al alba. De una manera irónica, esta nueva ley israelí puede ser un presagio de ese momento más oscuro, sin máscaras o fingimiento, y luego veremos la luz de la libertad y la justicia.
Omar Barghouti es activista por los derechos humanos, miembro fundador del movimiento global de boicot contra Israel, dirigido por palestinos, y autor de Boycott, Divestment, Sanctions (BDS): The Global Struggle for Palestinian Rights.
Fuente: http://english.aljazeera.net/