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¿Adónde los llevamos?

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Igual que cuando vuelven de los viajes patrocinados por el Estado a Auschwitz, los estudiantes judíos regresan de Hebrón con un sentimiento más nacionalista que nunca.

Más de la mitad de los alumnos de la escuela judía de Israel han visitado Auschwitz. Todos los años más de 10.000 realizan un viaje a Polonia o participan de la Marcha por la Vida, que es una peregrinación a los campos de exterminio. Vuelven conmocionados y nacionalistas. Estos viajes inducen al error a los llorosos estudiantes que en ese momento se envuelven en la bandera nacional, antes y después de beber una Vodka con Red Bull en sus habitaciones.

Estos programas traen de vuelta a miles de adolescentes que no han aprendido nada sobre el peligro del fascismo, que no han oído nada acerca de moralidad, de humanidad, ni sobre la pendiente resbaladiza por la cual un régimen peligroso puede deslizar a una sociedad complaciente. Sólo la fe ciega otorga más y más fuerza a la xenofobia, al miedo a los otros, e inflama las pasiones. Así, en su formato actual, estos viajes son oportunidades perdidas cuyo daño es mayor que su posible aprendizaje.

Ahora, el ministro de Educación de Gideon Sa’ar quiere añadir una visita a la Tumba de los Patriarcas en Hebrón. Llevarán a miles de adolescentes en autobuses blindados a la zona de peligro, acompañados por soldados y guardaespaldas armados. Un safari en Hebrón. Durante la visita se impondrá el toque de queda a los palestinos que quedaron como residentes en la vecindad. Los estudiantes deberán apresurarse para entrar en el sitio antiguo que se cree que es la Cueva de Macpela -las tumbas de los patriarcas y matriarcas que probablemente no estén enterrados allí-. Nadie les va a mostrar lo que ocurre a su alrededor. Nadie les dirá lo que pasó con los miles de personas que vivían cerca de la tumba.

Sus guías, los más violentos y atroces de los colonos de los territorios, no les contarán lo que hicieron. Discutirán la historia del lugar según la óptica selectiva sionista. Les contarán la masacre de Hebrón 1929, pero no la masacre de 1994 perpetrada por Baruch Goldstein. Los estudiantes verán un barrio fantasma a su alrededor y no preguntarán por qué está abandonado, y a quiénes temían los habitantes cuando huyeron.

Aquí también, como en Auschwitz, sólo van a asustase más y más. En Auschwitz les hicieron temer a los polacos y en Hebrón a los árabes. Todos nos quieren aniquilar siempre. Volverán de Hebrón emocionados por haber tocado las piedras antiguas y todavía más ciegos por no haber tocado a las personas que vivían junto a las piedras. No verán ni aprenderán nada. Como de Auschwitz, volverán a casa aún más nacionalistas: Hebrón para siempre, y la fuerza de las armas.

Después de todo, ¿qué historia se les contará? ¿Cuáles son los mensajes ocultos? Que la santidad del lugar significa soberanía. Que el lugar es sagrado para nosotros, pero sólo para nosotros. Que existe Abraham, pero Ibrahim no. Que el hecho de que ese lugar forme parte de la historia judía lo «santifica», incluso a los ojos de los estudiantes laicos que, suponemos, no tienen nada que ver con lo sagrado. Una gran mezcla de mentiras, propaganda y mensajes inexactos.

Si el ministro de Educación fuera fiel a su trabajo y su imagen, como un ministro relativamente ilustrado, habría organizado una visita con la verdad a Hebrón. ¿Un programa «subamos a Hebrón»? En efecto, pero a condición de que todo esté incluido: la tradición judía y la injusticia judía.

Eso no sucederá, por supuesto. Si Sa’ar fuera honesto habría promovido también visitas para los niños de la escuela árabe de este país. Permitan que los niños judíos visiten Auschwitz y Hebrón, y a los niños árabes visitar Deir Yassin y Sheikh Munis. Ellos también merecen conocer la historia de su pueblo y su país. Sería mejor si todos los niños de las escuelas israelíes, judíos y árabes, fueran a todos los sitios que son sus patrimonio, aprendiendo los hechos ocurridos a uno y otro pueblo. Eso no va a pasar, por supuesto. En cambio, tenemos un ministro de Educación que trata de tenerlo todo: sentado como un liberal en el Café Tamar de Tel Aviv con la diputada laborista Shelly Yachimovich, y como un nacionalista que envía estudiantes en viajes de visita a la Tumba de los Patriarcas, en los territorios ocupados.

Pero el problema, por supuesto, no es quién es el ministro de Educación. El problema es lo que estamos inculcando a nuestros alumnos; adónde los estamos llevando (y a nosotros mismos) y qué les estamos contando sobre esos lugares. Los estudiantes que regresan de la excursión anual a Hebrón, serán peores estudiantes. Aprenderán a retocar la historia y ocultar la realidad. Creerán que Abraham, el patriarca, está enterrado desde hace miles de años en Hebrón, pero no aprenderán nada sobre la justicia y la humanidad, que también están enterradas allí, mil veces más profundas.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/how-school-trips-to-hebron-resemble-visits-to-auschwitz-1.343873