Traducido para rebelión por Lucía Alba Martínez
«Nuestra lucha no consiste en oponernos a las presas, sino en operar para atender las necesidades de la gente», dicen los activistas del grupo indio Tarun Bharat Sangh que han contribuido a construir estructuras de recogida de agua con miles de campesinos pobres en Rajasthan. En efecto, como subraya desde hace tiempo la International Rivers Network (IRN), coordinación contra las grandes presas, hay a menudo alternativas mejores, más baratas y bastante menos devastadoras, en condiciones de atender tanto las necesidades de energía como las hidráulicas y de control de inundaciones. Estas alternativas, que van desde las instalaciones hidroeléctricas a pequeña escala y descentralizadas hasta las energías renovables, desde la eficiencia a gran escala hasta las elecciones de conservación (del agua y de la energía), son a menudo ignoradas o dejadas de lado cuando hay un proyecto de gran presa sobre la mesa. Esto contradice la orientación de la Comisión Mundial sobre las presas que en su informe final indica como sabia una mejor evaluación de las diferentes opciones, con igual consideración a los aspectos sociales y ambientales que a los económicos y financieros.
También en África el trabajo de los activistas anti-grandes-presas va en esta dirección y apunta sobre todo a asegurar la participación de las comunidades en las decisiones. Los mayores ríos africanos se consideran subutilizados con arreglo consideran los estándares globales, pero de todas formas las grandes presas del continente (más de 1.270 en el último cálculo) han sido a menudo construidas a costa de las comunidades rurales que han perdido tierras y medios de sustento a cambio de compensaciones muy limitadas. Las presas han dejado un rastro de «pobreza de desarrollo»; y sin embargo se han proyectado nuevas presas para el año que viene. Los daños son particularmente evidentes en algunas situaciones como la del Lesotho Highlands Water Project (LHWP), con dos presas completadas y otras en proyecto. Menos conocidas han sido las vicisitudes de la presa Epupa en el río Kunene en Namibia. Allí la resistencia de grupos locales de base, de las poblaciones Himbla e IRN, ha conseguido retrasar los trabajos de construcción durante años; y finalmente Namibia esta explorando alternativas menos devastadoras para atender a las necesidades energéticas.
También en el caso de la presa Bujagali, propuesta para el Nilo en Uganda, las alternativas fueron inicialmente ignoradas; después la sociedad civil consiguió lanzar un dialogo nacional sobre la energía geotérmica como alternativa a Bujagali. Hay propuestas alternativas también para la complicada Iniciativa Cuenca del Nilo, esfuerzo conjunto intergubernamental de varias naciones con el apoyo del Banco Mundial que propone algunas grandes presas en la región. El Nilo atraviesa diez países, cuatro de los cuales en situación de penuria hídrica; su cuenca cubre un área de tres millones de kilómetros cuadrados, con 160 millones de habitantes. Los expertos sostienen que no hay suficiente agua en el río para satisfacer los distintos proyectos de irrigación de las naciones ribereñas. De todas formas, diferentes presas ya han sido construidas o están en construcción: la histórica de Assuan en Egipto, Merowe en Sudan, Tezeke y Gilgel en Etiopia. Otras presas, como Bujagali y Karuma en Uganda, están todavía en la fase de proyecto. Según el IRN, todos estos planes en competición, junto a los efectos del calentamiento ambiental, podrían llevar a los recursos hídricos de la región, ya hiper-explotadas, a una situación de crisis, dejando las economías mas débiles en vez de mas fuertes, contribuyendo poco a resolver el conflicto en curso sobre el Nilo y, mas aún, exacerbando los problemas de pobreza, desigualdad hídrica y degradación ambiental. Por esto IRN monitoriza la participación de las comunidades locales en las decisiones. Y en Mozambique acciones militantes están sensibilizando a las comunidades locales a propósito de una tercera gran presa propuesta para el río Zambesi, la Mphanda Nkuwa, que sería construida en el valle de las Cahora Bassa y Cariba: el impacto combinado sería devastador para las comunidades y los ecosistemas.