Recomiendo:
0

Ágata en la lluvia

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

«¡ISRAEL ha declarado la guerra al pueblo palestino! ¡El pueblo palestino responderá del mismo modo! ¡La rebelión palestina continuará! ¡Los combatientes palestinos son firmes en el servicio a la nación! ¡Abajo la ocupación nazi-sionista! ¡Fuera los sucios infieles de tierra Santa! ¡Rafah destruido será reconstruido nuevamente por nosotros! ¡Larga vida a la revolución palestina! ¡Larga vida al Estado de Palestina!»

¿Un panfleto de Hamas impreso la semana pasada? No exactamente. Con los cambios apropiados, este panfleto se publicó el 2 de julio de 1946 – hace sesenta años – por el Haganah, después del «Sábado Negro.»

Entonces, a continuación de una arriesgada acción de guerrillas del Palmakh («tropas de choque» del Haganah) que voló varios puentes, el gobierno británico de Palestina decidió llevar a cabo un plan bien preparado de antemano. Fue llamado en código «Ágata». El 29 de junio de 1946, diecisiete mil soldados británicos se desplegaron por fuera de los pueblos y quibuzes judíos para confiscar armas y documentos, y arrestar a los líderes de la comunidad judía. El gobierno británico afirmó su determinación para acabar con el terrorismo. En Jerusalén, los soldados ocuparon la oficina principal de la Agencia Judía, el gobierno judío de facto, «el estado dentro del estado», y confiscó muchos documentos que establecían claramente sus íntimas conexiones con el «cuartel terrorista»; – el comando conjunto Haganah, el Irgun y el Grupo Stern que trabajaron estrechamente juntos en aquel momento.

Los soldados irrumpieron en las casas de los líderes políticos de la comunidad judía y arrestaron a la mayoría de «ministros» de la Agencia Judía. Los líderes fueron encarcelados en Latrun. Pero los comandantes de las organizaciones clandestinas decidieron continuar luchando para demostrar a los británicos que el arresto de los líderes no les había impuesto el silencio.

El «Sábado Negro» fue un hito en la lucha contra los británicos. En un año, decidieron abandonar el país.

La similitud entre la «Ágata» británica y la israelí «Lluvias de verano» es notable. Esto demuestra que cada régimen de la ocupación está condenado a repetir las acciones de sus predecesores, incluso cuando estas se hayan demostrado desesperadas. Esto no significa que todos los ocupantes son necios; sólo que la lógica de la ocupación los condena a hacer cosas tontas.

EL OBJETIVO de la presente operación militar es, aparentemente, liberar al soldado Gilad Shalit que fue capturado por la clandestinidad palestina (compuesta por varias organizaciones), en un ataque que incluso un experto militar israelí califico de «atrevida acción de comandos.»

Si nuestro ejército hubiera mantenido su más alta normativa militar, habría relevado inmediatamente a todos los comandantes responsables del desastre. Hace 50 años se habría hecho. Pero nosotros ahora tenemos un ejército diferente. Nadie ha sido cesado. Los fracasado comandantes sólo calificaron el ataque de «un acto terrorista», a los combatientes de «terroristas» y al soldado capturado como «secuestrado.»

La acción demuestra, por supuesto, una vieja máxima militar: para cada medio de defensa puede encontrarse un medio de ataque, y viceversa. La cerca de «seguridad» que rodea la Franja de Gaza por todos los lados (excepto el mar), como la que está construyéndose ahora dentro de Cisjordania, puede detener a ladrones y a las personas que buscan trabajo en Israel, pero no a resueltos combatientes que siempre encontrarán maneras de cruzarlo, ya sea por arriba o por debajo.

El soldado «secuestrado» sirvió como pretexto a una operación que se debió de haber preparado hace mucho tiempo. Se ha dicho al público israelí e internacional que el objetivo es liberarlo, pero en la práctica ha puesto su vida en un riesgo mayor. Si los soldados llegan cerca de donde él está oculto, podría ser muerto por el fuego cruzado – como le pasó hace algunos años al soldado Nakhshon Waksman que fue capturado por Hamas. Resultó muerto en el intercambio de fuego entre los soldados y los palestinos. Waksman probablemente estaría vivo hoy, si en lugar de aquella acción hubiera habido un intercambio de prisioneros.

La conexión entre el «soldado secuestrado» y la operación militar sólo existe en el reino de la propaganda. Lo mismo digo del segundo pretexto: que el objetivo es acabar con el lanzamiento de cohetes qassam a la ciudad de Siderot.

Cierto es que esa es, de hecho, una situación intolerable. Los qassams, una arma simple y barata, causa más pánico que daño real, como los cohetes alemanes V alemanes disparados sobre Londres en la Segunda Guerra Mundial. Aterrorizan a la población y ése es su objetivo. Su propósito es romper el devastador asedio que el gobierno israelí ha estado manteniendo contra la Franja de Gaza desde la «desconexión». Hasta ahora, el ejército no ha propuesto ni un medio para poner fin a los cohetes.

Pero los qassams, tampoco, son la causa real de la operación «lluvias de verano». Su carácter muestra que tiene un objetivo mucho más amplio: destruir al electo gobierno palestino (el «Gobierno de Hamas» de la propaganda israelí) y poner de rodillas a la población palestina. Se supone que para hacer posible al gobierno israelí llevar a cabo el plan de «Convergencia», anexionándose Israel importantes partes de Cisjordania e impidiendo el establecimiento de un Estado Palestino viable.

Un objetivo está claro; que la operación fue diseñada para lograr medios simples: dividir a la población palestina mediante la liquidación de su liderazgo, destrucción de su infraestructura y cortar los suministros de comida, medicinas, electricidad, agua y servicios sanitarios; por no mencionar el empleo. El mensaje a los palestinos: si queréis acabar con vuestro sufrimiento, quitad al gobierno que habéis elegido.

¿PUEDE esto tener éxito Exactamente el mismo que la operación británica . «Ágata» logró todo lo contrario

Como todos los fracasos de nuestro ejército durante años, desde la batalla de Karameh en 1968, pasando por el cruce egipcio del canal al principio de la guerra del Yom Kippur, a las dos intifadas, la razón radica en el infinito desprecio que los comandantes militares sienten por los árabes en general y por los palestinos en particular. El Shin Bet considera a los palestinos en forma de prisioneros interrogados que están dispuestos a decirlo absolutamente todo bajo tortura y como colaboradores despreciables prestos a vender a sus primos por drogas o dinero. ¡Los comandantes de la ocupación no pueden ni imaginar que los palestinos pudieran reaccionar como cualquier otro pueblo, incluso -¡ Dios los prohíbe! – como hicimos nosotros en una situación similar. ¿Qué estos árabes lastimosos son como nosotros?

Verdaderamente, los británicos nunca se comportaron hacia nosotros como nosotros los hacemos ahora hacia los palestinos. Pero por otro lado, la capacidad de los palestinos de sufrir la opresión es muy superior a la nuestra. Está basada en la estructura familiar que hace mucho más eficaz, y en la experiencia de vivir durante años en horribles aprietos.

El «sábado Negro» ‘ la comunidad judía estaba unida detrás de su sitiado liderazgo. La oposición de derechas y la izquierda juntas detrás de Ben-Gurion (quién estaba en el extranjero) y Sharett (encarcelado en Latrun). La experiencia demuestra que cada pueblo se comporta así cuando un enemigo extranjero ataca a sus dirigentes. Hamas es casi seguro que saldrá muy fortalecido de esta prueba. Los arrestos demuestran al público palestino que es una dirección combatiente y fiel, no adulterada por el confort del poder; contrariamente a sus predecesores, algunos de los cuales quedaron manchados por la corrupción.

El pretexto para la operación – la liberación del soldado capturado – únicamente endurecerá la actitud de los palestinos. Ningún problema es más importante para ellos que la liberación de los prisioneros palestinos; un asunto que implica directamente a diez mil extensas familias palestinas en cada ciudad, barrio y pueblo. Estas familias están dispuestas a sufrir algo que asegure su liberación.

LA SEGUNDA víctima de la operación es el «Plan de la Convergencia» que se ha vuelto ridículo. A los ojos del israelí corriente, todo parece de este modo: Hemos dejado Gaza, y ahora estamos volviendo. Desmantelamos los asentamientos de allí, y hemos obtenido a cambio los qassams sobre Siderot. Sharon fracasó, por lo que Olmert fallará doblemente.

Eso es verdad, pero no por razones obvias. La retirada de Gaza no ha traído seguridad, porque se llevó a cabo sin diálogo o acuerdo alguno con los palestinos. No ha traído la paz más cerca, porque se aparejó con una abierta intención de anexionarse grandes partes de Cisjordania. Y, no menos importante, es verdad que dejamos completamente la Franja de Gaza, pero la hemos obstruido y aislada del mundo. Todos esto es todavía más verdad para la «convergencia» de Olmert.

Las «lluvias de verano» pueden haberla borrado del mapa.

Carlos Sanchis es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.