Insertar la visión de género en los discursos cotidianos de la agenda mediática en Cuba y hacer de ello también un elemento prioritario de las políticas informativas constituye uno de los principales desafíos identificados por periodistas y profesionales durante el XIII Encuentro Internacional de Género y Comunicación «Isabel Moya Richard» in Memoriam, que sesionó en […]
Insertar la visión de género en los discursos cotidianos de la agenda mediática en Cuba y hacer de ello también un elemento prioritario de las políticas informativas constituye uno de los principales desafíos identificados por periodistas y profesionales durante el XIII Encuentro Internacional de Género y Comunicación «Isabel Moya Richard» in Memoriam, que sesionó en la capital cubana del 31 de octubre al 2 de noviembre.
«Se trata de no solo denunciar, sino de transformar la manera en que hacemos la comunicación», sostuvo la periodista Lirians Gordillo, al intervenir en el panel «Género, de la teoría a la práctica en los discursos».
En su ponencia «Una postura incómoda: crítica feminista y medios de comunicación«, la periodista de la Editorial de la Mujer subrayó que, aunque en la última década cosechamos cambios importantes en la relación entre género, comunicación y feminismo, hay áreas en las que queda mucho por hacer.
Entre ellas, mencionó los roles de las mujeres en el contexto socioeconómico nacional y las brechas que desempolvan las actuales transformaciones económicas; la violencia machista como punto de convergencia; el activismo por el reconocimiento y ejercicio de los derechos de las personas LGBTIQ; y los aportes de un ciberactivismo «interseccional» que integra en las nuevas plataformas digitales la lucha contra el heteropatriarcado racista.
«Desde la comunicación mediática, la violencia machista nos plantea tres direcciones: el sistema de comunicación como un subsistema dentro del sistema patriarcal que reproduce y justifica, a través de imaginarios machistas, la violencia patriarcal; la violencia simbólica que ejercen nuestros medios en el contexto actual y las potencialidades de la comunicación para denunciar, sensibilizar, convocar y generar nuevos significados», explicó Gordillo.
Como un desafío urgente, la periodista calificó la necesidad de desarrollar investigaciones y capacitaciones sobre la cobertura informativa de la denuncia de feminicidios en Cuba. «Eso ya está ocurriendo en las redes sociales, pero todavía nuestros medios no están haciendo nada y desde otros espacios informativos está haciéndose la espectacularización de esos hechos, e incluso se está revictimizando a las mujeres víctimas de feminicidio en el país», dijo.
Respecto a los movimientos antiderechos en Cuba, que se visibilizaron a partir del debate constitucional, la ponente invitó a no olvidar que en Latinoamérica el fundamentalismo religioso, el conservadurismo y el movimiento antiderechos se han constituido como actores políticos articulados internacionalmente, con preparación, objetivos políticos y una agenda común. «El análisis y la alerta tienen que pasar también a la agenda de los medios, a la formación y quehacer de periodistas feministas y con perspectiva de género».
Asimismo, cuando aparecen en las planas, no están alejados de estereotipos como el ideal de belleza femenina, la maternidad como única forma de validación social y moral de las mujeres y la masculinidad hegemónica, refirió.
«La homosexualidad sigue siendo un tabú, suele estar en la agenda en marcadas circunstancias; mientras que a la violencia hacia la mujer, aunque constituye la temática mejor tratada, le faltan entre las fuentes consultadas opiniones masculinas que pueden intencionarse», dijo Pérez Navarro.
Los desafíos de derribar estos estereotipos son comunes también a otros lenguajes como la televisión, precisó Yeny Fleites, periodista de Sancti Spíritus, quien se refirió a espacios como el noticiero nacional de televisión.
Significó que, en tanto las informaciones de carácter oficial las lee casi siempre un hombre, el segmento cultural es presentado por mujeres. Ello se debe a una concepción errónea de que temas de esa naturaleza son asunto de ellas.
Tales deformaciones están presentes en otras temáticas como la fecundidad, alertó la periodista Dixie Edith Trinquete. «Hay un tratamiento homogéneo de la población cubana, no se están reflejando las diferencias que existen en el comportamiento de la fecundidad en las diferentes regiones o por cuestiones raciales, grupos de edad u otras maneras», dijo.
El embarazo adolescente, dijo, es un fenómeno que queda oculto. «Cuba tiene una de las tasas de embarazo precoz más bajas de América Latina, pero cuando usted va a provincias como Guantánamo, Granma y Santiago de Cuba, estas casi duplican la media nacional», refirió.
A su juicio, el análisis parcial de las causas de la baja fecundidad invisibiliza brechas de acceso, como es el caso de las mujeres lesbianas que quieren acceder a servicios de reproducción asistida y se les niega este derecho.
«La fecundidad, que es multicausal, se ve limitada al impacto de aspectos económicos, no se contempla como un asunto de estrategia familiar y con frecuencia es presentada en los medios como una meta», apuntó.
Pero los aspectos simbólicos de mensajes que continúan destacando las representaciones de las masculinidades hegemónicas no deben ser solo una preocupación para periodistas, sino para otros profesionales de la comunicación, insistió José Enrique Agüero. En su ponencia «Mujer real Vs. mujer comunicada. Una panorámica global», Agüero convocó a tener una mirada más crítica hacia lo que se comunica. En publicidades para el turismo, productos como el ron mulata y otros no solo se presenta a la mujer en los roles tradicionales (los juguetes para niñas), sino que se le denigra al mostrarla como un objeto sexual, señaló.
Llamó la atención sobre las publicidades emergentes en redes sociales para emprendimientos privados. En todos los casos, apuntó, también se refuerza una imagen de la mujer cubana estereotipada, alejada de la cotidianidad, la obrera, ama de casa, la profesional, que no tienen un cuerpo perfecto… «Hay que regular y modular lo que se está produciendo en el ámbito de las comunicaciones empresariales en todos los sectores», insistió.
De la relevancia de abordar la intersección que se produce entre género y raza dialogó la activista Araceli Rodríguez. «Aún falta en nuestros medios rescatar qué aportó el feminismo negro al feminismo en general y a los estudios de género que se realizan hoy. Muchas veces se piensa que existe un solo tipo de mujer, pero no es así. Hay que enfrentar el colonialismo subjetivo. No tenerlo en cuenta es perder la oportunidad de un debate transparente», dijo.
«Nada de esto es posible sin sensibilizar a los futuros profesionales de la prensa y la comunicación», reiteró Damaris Hernández, de la Universidad de Camagüey.
Teorizó, se hizo Doctora en Ciencias de la Comunicación, escribió libros, fundó una familia, tejió redes de intercambio profesional dentro y fuera de Cuba, defendió con pasión los derechos de las mujeres.
A Isabel Moya Richard, feminista y periodista de reconocida trayectoria, se le hizo homenaje especial en el XIII Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación que, a partir de ahora, toma su nombre.
Colegas, familiares y amistades la recordaron con cariño y, sobre todo, con la misma alegría, fuerza y optimismo que siempre acompañaron a Isa.
Carolina Aguilar Ayerra contó de la joven periodista que vio llegar un día a la Editorial de la Mujer y se convirtió en profesional excepcional. La profesora universitaria Clotilde Proveyer Cervantes recordó a la colaboradora incondicional, la académica afable y llana que practicaba la docencia con la mirada siempre aguda, enfocada en la realidad.
La periodista Lirians Gordillo la evocó como la maestra feminista que le cambió la vida e impulsó los estudios de género en la enseñanza superior de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, pero que a la vez formó a jóvenes de todo el país.
La amiga y colega española Cristina Pérez Fraga la llamó, sentidamente, una de las imprescindibles. Recordó con nostalgia sus encuentros en La Habana y Madrid, su sentido del humor y que fue una mujer optimista por naturaleza como filosofía de vida. Una mujer, en el verdadero sentido de la palabra, buena.