Israel ha cometido «crímenes de guerra» practicando una «política de destrucción deliberada» de las infraestructuras civiles en su guerra contra Líbano, acusó este miércoles Amnistía Internacional (AI). La organización defensora de los derechos humanos demandó, asimismo, la apertura urgente de una investigación «exhaustiva, independiente e imparcial», en torno a las operaciones israelíes sobre Líbano. A […]
Israel ha cometido «crímenes de guerra» practicando una «política de destrucción deliberada» de las infraestructuras civiles en su guerra contra Líbano, acusó este miércoles Amnistía Internacional (AI). La organización defensora de los derechos humanos demandó, asimismo, la apertura urgente de una investigación «exhaustiva, independiente e imparcial», en torno a las operaciones israelíes sobre Líbano.
A pesar de que Israel asegura que sus acciones militares estaban dirigidas contra el brazo armado del partido pro iraní Hezbollah, Resistencia Islámica, los bombardeos aéreos e incursiones terrestres que efectuó desde el 12 de julio y hasta el 14 de agosto, tuvieron sobre todo víctimas civiles y destruyeron severamente viviendas e infraestructura civil en el país.
En un informe titulado ¿Destrucción deliberada o «daño collateral»? Ataques israelíes contra la infraestructura civil de Líbano, publicado hoy, la organización internacional afirma que la destrucción de miles de casas y edificios habitados, los ataques directos a los puentes y caminos, así como los ataques directos a las instalaciones de almacenamiento de agua potable y combustible «son parte integral de una estrategia militar contra Líbano» planeada y perpetrada por Israel.
AI desmiente que se trate, como pretende Israel, de «daños colaterales» como resultado de la identificación de blancos legítimos de objetivos militares. Simplemente es erróneo, sostiene AI, aceptar el argumento de Israel de que la guerrilla de Hezbollah usa a la población civil como escudo humano y que por eso es «daño colateral» el hecho de que la mayoría de las víctimas hayan sido civiles y no combatientes de la milicia chiíta.
El organismo, con sede en Londres, informó en un comunicado difundido desde Lausana, que elaboró su informe con declaraciones «de primera mano» obtenidas mediante entrevistas a decenas de víctimas, de representantes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de funcionarios de las Fuerzas de Defensa de Israel, y del gobierno libanés; así como con declaraciones oficiales y de la prensa.
En este comunicado, Kate Gilmore, secretaria general adjunta de AI, denuncia que «la afirmación de Israel de que los ataques a la infraestructura libanesa son legales es, de toda evidencia, errónea». Añade que «buena parte de las violaciones descritas en nuestro informe, como los ataques desproporcionados y efectuados sin discriminación, constituyen crímenes de guerra».
AI lanza un llamado en favor de la apertura «con carácter de urgente» de una investigación exhaustiva, independiente e imparcial sobre las violaciones al derecho internacional humanitario cometidas por Israel y por la milicia de Hezbollah, con un enfoque particular sobre las consecuencias del conflicto sobre la población civil.
Gilmore agrega que las víctimas civiles de ambos bandos «merecen justicia»; y resalta que el patrón de la guerra indica que la destrucción de infrestructura civil fue una estrategia deliberada de Israel. Sostiene que el resultado de la ofensiva fue que 25 por ciento de la población de Líbano ha sido desplazada y áreas sin importancia estratégica fueron destrudidas porque, según declaraciones oficiales de Tel Aviv, esto iba a obligar al gobierno libanés a combatir a Hezbollah.
Cabe recordar que este movimiento no es sólo guerrillero, sino que se ha transformado en un partido político que cuenta con dos diputados democráticamente electos en el Parlamento, y su brazo armado es la Resistencia Islámica.
De otro lado, la agencia Reuters publicó ayer una entrevista con Tekimiti Gilbert, jefe de operaciones en Líbano del Centro de Coordinación y Acción de Minas de la ONU, quien aseguró que Israel lanzó bombas de racimo en al menos 170 pueblos y otros puntos del sur de Líbano durante los 34 días de guerra.
Estas bombas son lanzadas desde el aire, y están compuestas por decenas de pequeñas bombas que se esparcen y cubren un área mayor de la que podría destruir un artefacto explosivo convencional.
Estas bombas secundarias muchas veces quedan regadas en el área, sin estallar, y ya han matado a ocho personas y lesionado a unas 25. A diferencia de las minas antipersonales, con las bombas de racimo no hay forma de predecir, y mucho menos de ubicar el lugar donde quedaron.
Gilbert asegura que se han confirmado 170 ataques con bombas de racimo en el sur del país, y sostuvo que no tiene dudas de que Israel atacó deliberadamente con estos artefactos zonas urbanas, con lo que violó la ley internacional que detemina que estas municiones no pueden ser utilizadas en zonas pobladas por civiles. «Estas bombas fueron lanzadas en medio de los pueblos», aseguró el experto, quien sostuvo que detectarlas y retirarlas puede llevar 12 meses o más. Algunas son del tamaño de una lata de refresco, negras y cilíndricas, otras son redondas y parecen piedras.
Israel, en este caso también, niega haber empleado armas en forma ilegal.
«Es un gran problema. Hay evidentes peligros para los niños, la gente, los autos. Las personas están tropezando con estas cosas». dijo Gilbert. Agregó que seis equipos de evaluadores detectan cada día 30 nuevos lugares donde cayeron bombas de racimo, en su mayoría al sur del río Litani, a unos 20 kilómetros de la frontera con Israel.
A su vez, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja denunciaron la destrucción, por parte de Israel, de la red de abasto de agua potable en Líbano. Tan sólo en la sureña zona de Tiro, 42 de los 72 pueblos que la componen no tienen acceso al agua debido a la destrucción de canales, cisternas y redes de suministro de electricidad.
Ambas agencias humanitarias se han visto obligadas a distribuir hasta hoy un cuarto de millón de litros de agua embotellada, para apenas cubrir las necesidades de unas 200 mil personas.
Asimismo, varias agencias de la ONU coincidieron en señalar que las minas y otros artefactos que no estallaron se han convertido en un «problema mayor» para las organizaciones humanitarias -en el sur y el este de Líbano- comprometidas en la asistencia a la población afectada por la guerra y en los planes de reconstrucción.
Contaminación por municiones, peor que en Irak
Según las primeras evaluaciones presentadas en Ginebra, la contaminación en Líbano provocada por municiones sin estallar, es mucho más fuerte que en Irak cuando la intervención de Estados Unidos y Gran Bretaña en 2003.
Unicef afirmó que desde el cese el fuego, hace poco más de una semana, no menos de cinco menores han perecido en Líbano y muchos han resultado heridos debido a las municiones sembradas por las tropas israelíes que incluyen bombas, misiles, cohetes, morteros y otros artefactos.
«Se necesitará cuando menos medio año para limpiar tan sólo la zona situada dentro del triángulo Marjayoun-Nabatiyeh-Jeyyine», afirmó la vocera de la Oficina para Asuntos Humanitarios de la ONU, Elisabeth Byrs.
Por su parte, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente teme un impacto grave sobre las aguas subterráneas, la tierra y la biodiversidad de Líbano debido a la ofensiva militar israelí