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Al Secretario General de la ONU, Señor Ban Ki-moon

Fuentes: Rebelión

Señor Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, mi carta es nueva para usted, aunque viene escribiéndose desde hace décadas por millones de palestinos y palestinas, por millones y millones de personas de todo el mundo, y llega hasta hoy día, ésta con mis palabras, cuando resulta insoportable el dolor del pueblo palestino, una vez […]

Señor Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, mi carta es nueva para usted, aunque viene escribiéndose desde hace décadas por millones de palestinos y palestinas, por millones y millones de personas de todo el mundo, y llega hasta hoy día, ésta con mis palabras, cuando resulta insoportable el dolor del pueblo palestino, una vez más. En estos días tan aciagos que vivimos, permita que le pregunte a su conciencia: ¿Cuántos palestinos tienen que morir disparados a bocajarro, a consecuencia de los bombardeos, por el bloqueo, por el muro ilegal, por estar prisioneros, por torturas … para que usted haga viable la protección de los civiles palestinos?

¿Cuánto territorio de Palestina tiene que comerse Israel para que usted ponga en marcha la Resolución que otorgue a esta tierra su Estado independiente? ¿Cuántos lugares sagrados de cristianos y musulmanes tienen que destruir y judaizar el gobierno de extrema derecha de Israel, miembro de las Naciones Unidas, para que usted ponga en marcha las medidas que impidan su desaparición?

¿Cuántos refugiados palestinos debe haber fuera de sus casas y propiedades, dispersos por todo el planeta sin que usted mire en los archivos la Resolución 1942?

No seguiré preguntando, es demasiado doloroso, ahí quedan la responsabilidad del muro ilegal o el robo que se hace de nuestros recursos naturales.

Me dirijo a usted y a las 8 grandes potencias del mundo y a muchos seres humanos, partidos y otras organizaciones, incluso a hombres de la prensa, y les pregunto: ¿les gustaría estar en la casa donde quemaron viva a una familia?, ¿les gustaría que día y noche desde 1948 su vida se hubiese convertido en un juguete en manos de los llamados «colonos»?

A todos estos asuntos, el pueblo palestino da constantemente su respuesta, han pasado ya 20 años intentando buscar un atajo para la paz con acuerdos auspiciados por ustedes.

El pueblo palestino, que aceptó la Resolución de los dos Estados, porque quiere vivir libre y en paz, regaló o cedió parte de su tierra al enemigo. Pero también ha sacado como enseñanza de este tiempo transcurrido que usted, y ustedes, son testigos del diablo, puesto que es un Estado el que hace el trabajo sucio del guardián de los intereses de los poderosos sionistas en el mundo.

Señor Ban Ki-moon, permita que pase por medio de los fundamentos de ese Estado para decir que lo que lleva a cabo en Jerusalén no es más que la estrategia mediante la que quieren hacerse con toda la ciudad para convertirla en su capital. Los conocedores de estrategia militar y política sostienen que «si no tomas la capital de un país es como si no hubieses triunfado». Ese es su objetivo, para el que han ido creando leyes y empleando toda su fuerza violenta con que llevan a cabo, desde 1967, la expulsión de la población palestina y, si tienen ocasión, su exterminio. Después, como vienen haciendo en ciudades y territorios ocupados, sembrarla de colonos y cerrarla a cal y canto. Ahora mismo quieren hacer desaparecer la historia de la cultura religiosa de Jerusalén relacionada con el pueblo palestino, dejando como pequeño regalo a los creyentes musulmanes un rincón de la mezquita de Al-Aqsa, poniéndoles un horario para el rezo y las visitas.

En pocas palabras, en pleno siglo XXI vivimos bajo el colonialismo duro, agresivo, que no es más que lo mismo que siempre ha vivido la tierra palestina. La única diferencia en esta batalla sionista con respecto a la colonia anterior son las muchas mentiras que emplean los poderes y periodistas para tapar el colonialismo y el expansionismo de Israel sobre Jerusalén.

Algunos datos sobre lo hecho por el Estado de Israel:

Asentamientos en las tierras confiscadas.

Durante largas décadas ha llevado adelante un proyecto de ampliación de asentamientos para dominar por completo la ciudad de Jerusalén a través de ampliación de la frontera del Este y del Norte.

Anexión de Malia Adomin.

Del Este al Norte el asentamiento militar de Antot.

Otros asentamientos: Misor, Adomin, Kadar, Kafat, Beni Yamin.

En el Norte:Kajafjakob, Kafatzaeb, Kafathadsha, …

Esto condujo al aumento de los colonos de 220.000 a 380.000, dos veces más que el número de colonos en Cisjordania.

Las consecuencias de esto son el aumento de la confiscación de tierras y pueblos próximos a Jerusalén; el cerco a los barrios de palestinos para impedir que crezcan; la conversión de éstos en guetos aislados y sin comunicación con los demás y cerrados por militares y colonos armados; la separación entre el Norte y el Sur de Cisjordania y el control del movimiento de los palestinos entre Norte y Sur; la fragmentación de la cohesión geográfica de Cisjordania con Jerusalén; la desarticulación del carácter arquitectónico de Jerusalén; los numerosos intentos de destrucción de buena parte de la mezquita de Al-Aqsa; la expulsión de palestinos y palestinas con la retirada de su documentación como ciudadanos…

Le pongo algunos ejemplos de afirmaciones en que se apoyan: la declaraciones de Golda Meir en 1973 en la Comisión de Ministros de Jerusalén: «No debe haber más del 22% de población palestina, y hay que emplear cualquier método para conseguirlo»; de Ariel Sharon en el 38 aniversario de la ocupación de Jerusalén: «Jerusalén es la reina de Israel, y no será nunca reina de ningún forastero»; de Simón Péres: «Hay que expulsar a 250.000 palestinos de la ciudad»; y tantas otras que han seguido a cada una de éstas, o por ejemplo el Proyecto aprobado en su día que implicaba destruir 68 casas palestinas y expulsar a 200 familiar del barrio Albustan, y animar a los ricos judíos para invertir en bienes inmobiliarios de Jerusalén, y como ese tantos y tantos otros.

Para colmo el Plan de resolución del Congreso de EEUU, en contra de la Resolución de la ONU, que usted preside, propone reconocer Jerusalén unificada como capital de Israel a cambio de que Israel conceda, «algún día», un Estado a los palestinos. En el Congreso de EEUU se discutió y concluyeron que Jerusalén venía siendo la capital de Israel desde hace 3.000 años, y propusieron que su embajada se trasladase a la ciudad.

Esos son los planes coloniales que comenzaron de la mano de Gran Bretaña y sigue EEUU, y el pueblo palestino, lleno de héroes como está, lo rechaza a diario reclamando su derecho a la vida y a la independencia. Pero también el pueblo palestino necesita el apoyo de sus dirigentes, para lo cual quienes dicen representarlo deben bajar de las nubes y plantear el problema desde la perspectiva del pueblo, y no buscar atajos ni rebajarse o bajar la cabeza ante las continuas ofensivas israelíes, ni tampoco hacer caso de las ofertas de darse las manos y salir en la foto. ¿Es que no saben cómo son? ¿Usted, Señor Ban Ki-moon, no ha visto a Netanyahu entrar en la ONU con las manos manchadas de sangre y salir echando las culpas a Irán?

Tengo confianza en que el nuevo presidente del Consejo de Seguridad, le toca a España, escuche con seriedad el dolor del pueblo palestino y presione para que le conceda lo suyo o tome medidas de protección cívica, tan necesarias para los civiles palestinos y para salvar a Oriente Medio del extremismo, tan parecido al del gobierno de extrema derecha de Israel, porque tocar constantemente los lugares sagrados de los pueblos a lo único que conduce es al extremismo religioso, que es igual al sionismo.

Permítame que antes de concluir la carta, aconseje a muchos periodistas que si ven palestinos con un cuchillo no lo equiparen con el poderío militar agresivo que ocupa el tercer lugar santo en el mundo musulmán, porque el agresor no es el chico del cuchillo sino el que lleva ahí por la fuerza desde 1948 hasta hoy. Recuerdo que el familiar de Baha Alian, un chico palestino asesinado en estos días, leyó su testamento en el que declaraba que no pertenecía a ninguna organización y que lo que defendía era el derecho a la libertad de su pueblo.

Sin más dilación, ponga usted las medidas necesarias para que se haga justicia.

Tome en cuenta Señor Ban Ki-moon que ésta misma carta se viene escribiendo desde el principio de la ocupación.

Le saludo atentamente, Ramón Pedregal Casanova.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.