Los tambores de guerra vuelven a resonar una vez más en Oriente Próximo, esta vez con la posibilidad de un inminente ataque a Siria después del supuesto uso de armas químicas por parte de su gobierno. Precisamente en momentos de crisis como estos es cuando los argumentos en favor de la paz son más claros […]
Los tambores de guerra vuelven a resonar una vez más en Oriente Próximo, esta vez con la posibilidad de un inminente ataque a Siria después del supuesto uso de armas químicas por parte de su gobierno. Precisamente en momentos de crisis como estos es cuando los argumentos en favor de la paz son más claros y obvios.
En primer lugar, no tenemos pruebas sólidas de que el gobierno sirio haya utilizado armas químicas. Aunque los gobiernos occidentales hubieran proporcionado pruebas, tendríamos que permanecer escépticos recordando los muchos incidentes falsos o fabricados utilizados para justificar el precipitarse a la guerra: el incidente del Golfo de Tonkin, la masacre de las incubadoras de Kuwait, la masacre de Racak en Kosovo, las armas iraquíes de destrucción masiva y la amenaza de una masacre en Bengasi. Vale la pena recordar que las pruebas que indicaban que el gobierno sirio había utilizado armas químicas fueron proporcionadas a Estados Unidos por la inteligencia israelí ( http://www.theguardian.com/world/2013/aug/28/israeli-intelligence-intercepted-syria-chemical-talk), que no es exactamente un actor neutral.
Aunque en esta ocasión las pruebas fueran auténticas, esto no legitimaría una acción unilateral por parte de nadie. Todavía se necesita la autorización del Consejo de Seguridad para una acción militar. Quienes se lamentan de su «inacción» deberían recordar que la oposición china y rusa a la intervención en Siria se debe en parte al abuso por parte de las potencias occidentales de la Resolución del Consejo de Seguridad sobre Libia para llevar a cabo un «cambio de régimen» en ese país. Lo que se denomina la «comunidad internacional», que desea atacar Siria, se reduce a dos países (Estados Unidos y Francia) de los casi doscientos que existen en el mundo. No es posible respetar el derecho internacional sin respetar la opinión decente del resto de la humanidad.
Aunque se autorizara y llevara a cabo una acción militar, ¿qué conseguiría? No se pueden controlar seriamente las armas químicas sin tropas de tierra, lo que nadie considera una opción realista después de los desastres de Iraq y Afganistán. Occidente no tiene un aliado verdadero y fiable en Siria. Los yihadistas que luchan contra el gobierno no siente más amor por Occidente que aquellos que asesinaron al embajador estadounidense en Libia. Una cosa es tomar el dinero y las armas de un país y otra muy diferente es ser su genuino aliado.
Los gobiernos sirio, iraní y ruso han hecho propuestas de negociación que han sido tratadas despectivamente por Occidente. Aquellas personas que afirman «no podemos hablar o negociar con Assad» olvidan que se dijo lo mismo del Frente de Liberación Nacional de Argelia, de Ho Chi Minh, Mao, la Unión Soviética, la OLP, el IRA, ETA, Mandela y el CNA, y muchas guerrillas en América Latina. La cuestión no es si se habla o no con la otra parte, sino después de cuántas muertes innecesarias se acepta hacerlo.
La época en la que Estados Unidos y los pocos aliados que le quedaban actuaban como policía global ha quedado atrás. El mundo se está volviendo más multipolar y los pueblos del mundo quieren más soberanía, no menos. La mayor transformación social del siglo XX ha sido la descolonización y Occidente debería adaptarse al hecho de que no tiene ni el derecho ni la competencia ni los medios de gobernar el mundo.
No existe un lugar en el que la estrategia de guerras interminables haya fracasado más miserablemente que en Oriente Próximo. A largo plazo, el derrocamiento de Mossadegh en Irán, la aventura del Canal de Suez, las muchas guerras israelíes, las dos Guerras del Golfo, las amenazas constantes y las sanciones asesinas contra Iraq y ahora contra Irán, la intervención en Libia no han conseguido nada más que aumentar las masacres, el odio y el caos. Sin un cambio radical de política, Siria solo puede ser otro fracaso para Occidente.
El verdadero valor no consiste en lanzar misiles crucero simplemente para hacer gala de un poder militar que se ha vuelto cada vez más ineficaz. El verdadero valor reside en romper radicalmente con esta lógica mortífera y, en vez de ello, obligar a Israel a negociar de buena fe con los palestinos, convocar una Segunda Conferencia de Ginebra sobre Siria y discutir con los iraníes su programa nuclear de forma honesta teniendo en cuenta la legítima seguridad y los intereses de Irán.
La reciente votación del Parlamento británico en contra de la guerra así como las reacciones en los medios sociales reflejan un giro generalizado de la opinión pública. En Occidente estamos cansados de guerras y estamos dispuestos a unirnos a la verdadera comunidad internacional en exigir un mundo basado en la Carta de las Naciones Unidas, la desmilitarización, el respeto a la soberanía nacional y la igualdad de todas las naciones.
Los pueblos de Occidente también exigen ejercer su derecho a la autodeterminación: si hay que emprender guerras, se debe hacer basándose en debates abiertos y teniendo en cuenta las preocupaciones que afectan directamente a nuestra seguridad nacional, y no en una mal definida noción de «derecho de injerencia» que se puede manipular y falsear fácilmente.
Está en nosotros y nosotras obligar a nuestros políticos a respetar este derecho a la autodeterminación.
Por la paz y en contra de la intervención.
Antiguos altos funcionarios de la ONU firmantes:
– Dr Hans Christof Graf von Sponeck, Secretario General adjunto de la ONU, y Coordinador Humanitario de la ONU para Iraq (1998 – 2000),
– Dr. Denis J. Halliday, Secretario General adjunto de la ONU 1994-98,
– Dr. Saïd Zulficar, funcionario de la UNESCO (1967- 1996) Director de la División del Patrimonio Cultural (1992 -1996),
– Dr. Samir Radwan, Funcionario de la OIT (1979 – 2003). Consejero del Director General de la OIT sobre políticas de desarrollo (2001 – 2003). Exministro egipcio de Finanzas de enero a julio de 2011.
– Dr. Samir Basta, Director de la Oficina Regional para Europa de la UNICEFF (1990-1995). Director de la Oficina de Evaluación de la UNICEF (1985-1990).
– Miguel d´Escoto Brockmann, Presidente de la Asamble General de la ONU (2008-2009) y ministro de Exteriores de Nicaragua (1979-1990).
Fuentes:
http://www.letemps.ch/Page/Uuid/e2fe1cc2-13ce-11e3-8d5d-e6ef107b6be8%7C0
http://www.lemonde.fr/idees/article/2013/09/02/plaidoyer-pour-la-paix-en-syrie_3469916_3232.html
http://www.silviacattori.net/article4788.html