Con mucha pena y pesar he leído el artículo «Promueven producción de maíz transgénico«, publicado el 16 de mayo, escrito por el periodista Miguel Ángel Valdez Lizano. El sentido de este mensaje es una protesta en contra de semejante atentado contra la naturaleza y los organismos vivos que se encuentran en los ecosistemas donde será […]
Con mucha pena y pesar he leído el artículo «Promueven producción de maíz transgénico«, publicado el 16 de mayo, escrito por el periodista Miguel Ángel Valdez Lizano.
El sentido de este mensaje es una protesta en contra de semejante atentado contra la naturaleza y los organismos vivos que se encuentran en los ecosistemas donde será empleado ese tipo de maíz. Nadie tiene derecho a saltar ciegamente millones de años de ecoevolución reemplazándola por el genio humano capaz de modificar todo en instantes, sin la menor idea de los efectos ecosistémicos que desencadena.
Es lógico que el conocimiento empírico de los agricultores los lleve a ofrecer resistencia a semejante error. En Cuba se ha desarrollado un amplio programa de agroecología «campesino a campesino». La agricultura urbana, que ha aliviado notablemente la carencia de alimentos en pueblos y ciudades, también ha sido enfocada hacia la producción limpia, libre de agrotóxicos. Hemos estado criticando a los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en la agricultura y sí promoviendo la agroecología. ¿Qué dirán los máximos precursores de la agroecología en América Latina y en el mundo cuando lean este artículo, como los profesores Miguel Altieri y Peter Rosset, de la Universidad de California y grandes admiradores de estos programas en Cuba? ¿Qué dirán nuestros campesinos y nuestros técnicos comprometidos con la conservación de la naturaleza y las variedades locales? ¿Quién se compromete y responderá por los daños ecológicos y sociales que provocarán a mediano y a largo plazo esas plantaciones desmedidas de transgénicos?
Les coloco algunos artículos adjuntos y pido al periodista Miguel Angel Valdez Lizano que los revise. Evidentemente, lo más probable es que él no sea especialista en estas materias, pero se los facilito para su investigación, y que pueda comprender el por qué de esta reacción, que supongo se sumará a muchas más en todo nuestro país y tal vez también lleguen desde el exterior, pues Juventud Rebelde publica en un sitio web.
Para un momento de crisis económica y ecológica lo menos prudente sería promover cultivos transgénicos. Estaríamos siguiendo el esquema de la Revolución Genética que no es más que una prolongación de la antiética Revolución Verde. Estaríamos siguiendo el juego a los estilos de las grandes transnacionales de las semillas transgénicas como: Monsanto, Pharmacia, Mitsubishi, Syngenta, Zeneca, Novartis, Aventis, Dow, ProdiGene, Stauffer Seeds, Genzyme, PPL Therapeutics, Crop Tec, entre otras. El modus operandi de ellas es bajo el manto de un discurso ecologista vender sus semillas transgénicas a los productores. ¿Haremos lo mismo? ¿Qué dirán a los productores en las capacitaciones que se les brindan para convencerlos que esas semillas son mejores que sus semillas tradicionales? ¿Les dirán los riesgos que implican para la salud de la naturaleza y de todos los organismos vivos incluyendo el ser humano?
Somos grandes críticos de aquéllos que no han sido capaces de firmar el Protocolo de Kyoto; pero no son las emisiones de gases que provocan el efecto invernadoro lo único que es parte de los cambios ecológicos globales. También es responsable de esos cambios y no menos dramática la pérdida de la biodiversidad. El empleo de los OGM contribuye, dentro de tantos riesgos, a que se pierda la variabilidad natural de las especies -en este caso el maíz-, el cual es un cultivo parte de nuestra historia y de nuestras vidas en los campos cubanos. Prácticas como esta destruyeron al centro de origen del maíz, que es en México. Ellos, por usar variedades transgénicas perdieron sus especies nativas, debido al desplazamiento por estas «modernas» y producto de la introgresión (cruzamiento de las variedades nativas con las transgénicas). Una de las posibilidades de alcanzar la resiliencia en los agroecosistemas es la complejidad de la variabilidad genética. En este sentido, las especies adaptadas a esos agroecosistemas, endémicas o naturalizadas son las máximas responsables.
No podemos hacernos la boca agua cuando nos «venden» una idea de que el uso de maíz transgénico es la «gran solución» porque es más resistente a la palomilla del maíz. Entonces tenemos que preguntarnos, ¿Y a lo único que hace falta tener resistencia es contra esa plaga? ¿Qué pasará con las demás plagas y enfermedades de esa especie? ¿Qué pasará cuando tenga que lidiar con los significativos cambios que ocurren bruscamente en el medio ambiente?
Siempre los OGM van acompañados de un paquete tecnológico que encarece la ya cara semilla, pues viene de todo un proceso que no es barato en ningún país del mundo. Ese paquete generalmente, como en este caso, va acompañado de herbicidas, y posiblemente de plaguicidas o de otras sustancias. No conozco los detalles, pero no me sorprendería si así fuese, pues es lo normal en estos paquetes tecnológicos. Para hacer más trágicos los riesgos, la posibilidad de que se produzcan superplagas y supermalezas es grande. Por tales razones el empleo de agrotóxicos para controlar a ambas, tendrá que ser con productos cada vez más agresivos; con notable impacto negativo para el suelo, el agua, el aire y la salud de todos los organismos vivos.
Nunca esa semilla, ni la ficha de costo de ese cultivo producido por semillas modificadas genéticamente va a ser más viable; pues todo el proceso se encarece, aparte de los riesgos ya enunciados. Nunca se podrá hablar de agricultura sustentable cuando ésta se base en una prolongación de la Revolución Verde. No importa de dónde venga el discurso, esto es algo que ya está probado. El uso de transgénicos para intentar paliar el deficit alimentario tanto para animales como para el ser humano es inmoral y antiético. ¿Hasta cuándo el ser humano tiene que considerarse el centro del mundo y pensar que todo lo que existe en la biósfera se creó para que el viviera y lo agrediera a su antojo? Éstos son momentos en que hay que pasar del antropocentrismo al ecocentrismo y cobrar conciencia de que también hay una ética ecológica que hay que respetar. La suma de las agresiones que hacemos al medio ambiente todos los días nos acercan más a la destrucción de nuestra casa común. No se puede seguir el juego a malas prácticas y modelos inadecuados. Todos tenemos que sumar voluntades. Sólo el holismo es capaz de salvar a nuestro planeta y permitir que haya generaciones futuras. El uso de 200 caballerías con maíz transgénico no es un acto ingenuo ecológicamente hablando. Pedimos justicia ecológica. Esperamos que alguien con posibilidad de detener tales agresiones al medio ambiente lo haga antes que sea demasiado tarde. Los efectos de los OGM en los ecosistemas son incontrolables, irreversibles e impredecibles.
Debemos entender que la salud de los seres humanos y de todas las especies depende de la salud de la naturaleza; y tenemos actuar en consecuencia.
Les saluda afectuosamente,
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR