Uno de los últimos asesinatos ha sido el del muchacho palestino que estando herido en el suelo se le acerca un sionista y le dispara en la cabeza, y ningún sionista se escandaliza, les parece tan normal, los allí presentes siguen a lo suyo. Está grabado. Los contratistas de ese asesino no sienten ningún pudor […]
Uno de los últimos asesinatos ha sido el del muchacho palestino que estando herido en el suelo se le acerca un sionista y le dispara en la cabeza, y ningún sionista se escandaliza, les parece tan normal, los allí presentes siguen a lo suyo. Está grabado. Los contratistas de ese asesino no sienten ningún pudor mientras hablan de la libertad de éste para matar colonizados. Pero ni los contratistas gobernantes ni sus seguidores colonialistas: las estadísticas dicen que la mayoría de los pobladores israelies defienden al asesino. Los crímenes de los colonialistas son algo tan antíguo como el esclavismo, los dos se parentan, los colonialistas reducen al pueblo invadido a seres despreciables, inferiores, y el asesinato, como el expuesto líneas atrás, se transmuta en un derecho. En Israel, matar palestinos o palestinas de cualquier edad es propuesto desde el mismo gobierno.
Y como ocurrió tras la primera invasión, pasado algún tiempo, hoy también sucede que el uso de la violencia que hacen los asaltantes, enseña a los perseguidos la manera de ganarse colectivamente la libertad. Todos los pueblos con conciencia de lo que les ocurre lo saben, y el pueblo palestino tiene esa conciencia asociada a la memoria, y la memoria le mantiene vivo, en la memoria colectiva está su historia y allí se encuentra su identidad. De allí, de su identidad, se desprende su conciencia.
¿Sabe? Los mercenarios de Israel aplauden a sus jefes cuando les escuchan gritar que ellos mismos han matado palestinos, y con toda chulería criminal preguntan «¿y qué?» Es por eso por lo que los mercenarios, para cobrar su paga y no encontrar una duda en su cabeza, se apresuran a repetir con flema: «Si hay que vaciar esta tierra más deprisa llamamos al ministro y que nos diga por donde seguimos».
Pero tienen miedo al pueblo palestino, los vemos emplearse con una crueldad profunda, inmedible, superadora del nazismo. Cuando la ONU emite una condena de sus actos, los mismos jefes, el gobierno israelí, que pagan a los mercenarios sionistas, responden como si hubiesen sido ultrajados, y seguidamente, para atemorizar al mundo y despreciar aún más a la humanidad que nos hace condenar sus crímenes, se empeñan con arrojo de bestia en la ocupación de Palestina y, como hicieron en su comienzo, escupen el suelo que pisan, se lanzan a la destrucción de lo que les rodea, asesinan para que lo veamos: así quieren que los veamos, buscan su normalización en presencia del mundo, y en presencia del mundo abjuran de la civilización humanizada.
¿No debían los gobiernos que votan en la ONU coger un avión y presentarse en Palestina, el lugar del crimen colonialista más osado del siglo XXI? La suma de hechos debe superar la suma de las palabras. Que quede bien alto, que se vea desde lo más lejano de los cuatro puntos cardinales: nuestros actos solidarios son nuestra salida al encuentro con los y las palestinas. La lección histórica se resume en que sólo a los pueblos que se organizan contra su esclavismo y se entrelazan con otros dispuestos para su independencia, su soberanía, sus derechos, sólo a ellos se debe su salvación. Entre el pueblo palestino prevalece el rechazo a la esclavitud y a los esclavistas, y su memoria, identidad y conciencia, sí, la del pueblo anticolonialista y rebelde, alimenta su deseo de libertad.
Para mostrar a ese enemigo tan antíguo de la humanidad, ahora el sionismo, traigo aquí un ejemplo:
El 29 de Febrero de este año 2016 la Cruz Roja Paslestina informaba que desde el 1 de Octubre de 2015 había atendido de urgencia a 5.000 heridos por el ejército israelí. Además 150 de sus médicos y otro personal sanitario habían sido heridos. A ello hay que añadir 100 ambulancias destrozadas. Desde el 1 de Octubre pasado el ejército colonial israelí viene asesinando a casi 2 palestinos por día, casi 60 asesinados por mes, mujeres, hombres, niños, niñas; calculen ustedes hasta hoy, han pasado casi 7 meses.
Hemos dicho que su miedo, el miedo de los sionistas al pueblo palestino libre, independiente y soberano es un factor determinante en sus crímenes, su miedo es el miedo que han tenido a lo largo de la Historia quienes como ellos se han entregado al robo, al coloniaje, al esclavismo. La memoria deja aquí un ejemplo:
«El 11 de agosto, el día después de la toma de las Tullerías, Page, destacado agente de los colonos en Francia, escribió a Santo Domingo en tono casi desesperado. «El único espíritu que prevalece aquí es el del horror hacia la esclavitud y el entusiasmo por la libertad. Es una locura que embriaga todas las cabezas y crece día a día.» A partir de ese momento las masas de París se decantarían por la abolición, y sus hermanos negros de Santo Domingo contaban, por primera vez, con fervorosos aliados en Francia.» (Los jacobinos negros. Toussaint L´Ouverture y la revolución de Haití. Autor: C.L.R. James. Editorial Turner-Fondo de Cultura Económica).
Los palestinos cuentan con la simpatía y la solidaridad internacional, pero hace falta que el calor popular por la abolición del colonialismo, crezca y empuje a los gobiernos exigiendo la retirada del sionismo de los territorios coloniales de Palestina.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», «Dietario de crisis», «Belver Yin en la perspectiva de género», y «Gaza 51 días». Es presidente de AMANE, Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales.
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