Ya se ha publicado la esperada versión del documento contentivo de la conceptualización del modelo económico y social del socialismo cubano. Como se ha dicho, es un texto abierto a su desarrollo, no es un catecismo dogmático e inamovible, todo lo contrario. Es la versión actualizada con nuevos aportes de una conceptualización que la práctica […]
Ya se ha publicado la esperada versión del documento contentivo de la conceptualización del modelo económico y social del socialismo cubano.
Como se ha dicho, es un texto abierto a su desarrollo, no es un catecismo dogmático e inamovible, todo lo contrario. Es la versión actualizada con nuevos aportes de una conceptualización que la práctica necesariamente deberá enriquecer, pero su contenido revelado luego de una serie de procesos sucesivos de redacción constituye un hito que deviene punto de partida. Su finalidad fundamental es contribuir a desarrollar en la sociedad cubana una concepción integral de principios, postulados y conceptos que representen el ideal socialista de la revolución.
Su asimilación analítica y crítica se producirá en un momento crucial de las luchas populares latinoamericanas y caribeñas, en medio de un avisado recrudecimiento del bloqueo norteamericano, con una economía que está dando la pelea, se mueve y demuestra capacidad de crecer, pero todavía no despega, cuando se mantiene el combate contra la corrupción y las indisciplinas, surgen otros criterios acerca de cómo encaminar el país y hay una enconada batalla en el terreno de los símbolos y los sentidos. Es una tarea para revolucionarios, un desafío en el terreno ideológico.
Las ideologías no existen en la sociedad como sistemas aislados; además de las diferencias entre ellas tienen también puntos de contacto a veces correspondientes entre sí, incluso identificados, tal es el caso, por ejemplo, de no pocos postulados del cristianismo y de la ideología de la revolución cubana. Existen bases comunes, canales culturales de permeabilidad, a través de los cuales hay mutuas influencias. En la ideología, los principios son el baluarte cardinal.
La ideología revolucionaria cubana maduró en lucha contra el liberalismo dependiente, que fue derrotado en Cuba por el proceso de transformación revolucionaria material y espiritual de la sociedad, pero quedaron en la conciencia social elementos en dispersión cuyo origen tiene larga data cultural desde que existen las sociedades divididas en clases y no se superan de un día para otro, están presentes después de quedar desarticulados y ahora reencuentran con la ampliación del mercado el basamento socioeconómico para su rearticulación.
El incremento de las relaciones mercantiles en la sociedad, las prácticas individuales en la economía, generan posicionamientos que se identifican con la ideología liberal y son congruentes con los intereses del capitalismo que influye desde afuera, a ello se suma el daño ético, ideológico, que puede hacer la propaganda sociológica y el consumismo que no siempre se visibilizan en su peligrosidad, sino que aparecen en el costado amable y seductor del mundo simbólico con un sentido inducido de bienestar, mientras como consecuencia de todo ello puede generarse la ilusión generalizada del mercado como panacea. Una sinergia que puede encontrarse con la producción teórica liberal y generar comportamientos sociopolíticos específicos individuales y grupales.
Por ejemplo, en los procesos de reproducción del poder popular, el sistema cubano ha garantizado un ejercicio democrático en el cual el ciudadano común es el principal protagonista, directo, nada mediado en la elección de las asambleas municipales las cuales tienen un papel decisivo en la aprobación de las candidaturas para el resto de los procesos electorales donde sí existe una mediación por las estructuras de las comisiones de candidaturas, que a su vez se conforman por las organizaciones sociales que establece la ley.
Si hasta hoy, aún en medio de las dificultades económicas, no han accedido a las asambleas del poder popular ciudadanos que no aceptan la ideología socialista, o que incluso se le oponen activamente, se debe a la natural movilización política en correspondencia con ella, a la fortaleza del ideal socialista, a la prohibición por ley de la propaganda electoral, a la conjugación de las políticas sociales y al predominio casi total de la reproducción económica basada en la propiedad social socialista. Pero las condiciones para el fortalecimiento de la ideología y los comportamientos liberales, están presentes hoy y hay que prever las potencialidades para su incremento junto con el crecimiento de las relaciones mercantiles. A ello hay que añadir y tener presente la acción subversiva del imperialismo y la derecha internacional.
Sin embargo, las características sociales del país están cambiando, su estructura socioclasista presenta hoy ámbitos de las relaciones sociales en los que individuos y grupos vinculados a la propiedad privada se reconocen como iguales, se diferencian del resto de la sociedad por su status social, tienen intereses comunes, establecen relaciones primarias, personales, confrontan problemas similares, pueden generar y ampliar con el tiempo posiciones comunes a escala local, territorial e incluso nacional y constituyen un terreno en el cual la ideología liberal abierta o imperceptiblemente tiene mayores posibilidades de ganar adeptos. Es una tendencia más difícil de percibir, diferente de quienes en suelo cubano están al servicio de los intereses estadounidenses.
Es un hecho que la historia de la república neocolonial en la que predominó el liberalismo demostró que esa ideología no tiene la capacidad de cohesionar la sociedad con la fortaleza necesaria para preservar la soberanía y la independencia nacional y llevar adelante un proyecto de nación. La historia de Cuba bajo el predominio liberal es la historia de la penetración y el dominio económico, político y diplomático del imperialismo estadounidense. Pero las promesas del liberalismo, sin antecedentes para los jóvenes, se apoyan además en las dificultades económicas no resueltas y en las aspiraciones no viabilizadas por el metabolismo socioeconómico existente hoy en el país, de ahí la importancia del crecimiento y el desarrollo económico. Estos factores ponen hoy a funcionar influencias lejanas de la acción ideológica socialista y también están presentes sumas de dinero que se salen del control económico. La presión social que traducen estas realidades entra en contacto con la superestructura estatal justo en los límites que impone la ley, pero mientras, opera imperceptiblemente.
La esencia democrática del sistema cubano de reproducción del poder popular se verá en lo adelante con una nueva práctica no acostumbrada que lejos de significar «un problema» hay que verla como una realidad y será un desafío, un acicate para el desarrollo de nuestra institucionalidad socialista y de la ideología revolucionaria cubana. Es una forma de cómo se traduce hoy la convocatoria martiana a ganar la guerra de pensamiento.
Si la ideología revolucionaria cubana, la actividad ideológica política no logra contrarrestar esa tendencia que ya está en nuestra sociedad, el liberalismo ganará terreno. Cuando hay ideologías que defienden proyectos de socialidad inconciliables hay lucha ideológica y esta se produce siempre en el terreno de la conciencia ciudadana. En esa batalla hay complejidad, pero no hay términos medios.
Por otro lado, para contrarrestar innecesarias, contraproducentes y a veces irritantes diferencias sociales, y acotar la influencia social conducente al predominio del mercado, las regulaciones que aplica la legalidad del Estado socialista deben controlar que esta se cumpla rigurosamente, que las ganancias se muevan dentro de límites razonables y pautar normas sobre la remuneración de quienes trabajan en esos emprendimientos, mientras que los estímulos al desarrollo de las formas de propiedad no estatales no pueden ser mayores que los estímulos a las formas de propiedad de la economía estatal.
Obviamente, en estas últimas, eso puede también significar un determinado incremento de la desigualdad social, pero justificado por el papel que desempeñan esos colectivos; el blindaje de la economía nacional con los recursos de que disponemos hoy, pasa por la reproducción de las riquezas en el sector estatal de la economía, el principal y decisivo. Como contrapartida será imprescindible proteger a los sectores más vulnerables.
A ese entendimiento es necesario llegar.
Para asegurar el crecimiento y desarrollo de los emprendimientos económicos de propiedad social, es imprescindible conjugar la aplicación de remuneraciones y estímulos que permitan al trabajador elaborar planes viables de vida, junto con modalidades de participación en las decisiones que le acerquen su condición de dueño colectivo y representante de toda la sociedad, con el encargo social del empleo eficiente de los medios puestos bajo su responsabilidad económica. Eso persigue precisamente la aplicación de los Lineamientos.
Lo anterior implica encarar seriamente y con todas las precauciones necesarias la descentralización. Me refiero a la descentralización, a la autonomía, dentro de los parámetros definidos por la planificación y la legalidad socialista, funcionales al plan, dentro de sus zonas de flexibilidad y tolerancia, una planificación por demás abierta a la rectificación, igualmente dentro de los límites establecidos por la ley. Y en ese proceso, evitar que se reproduzcan en escala inferior los vicios del verticalismo.
La descentralización no significa que el partido y el Estado se desentiendan de la economía, antes bien, su principal función política es la de preservar, fomentar y consolidar su orientación socialista, combatir el burocratismo, la corrupción y el delito económico con el respaldo de la legalidad socialista. Se aplica aquí el concepto de Lenin acerca de la política como expresión concentrada de la economía. Esta función -que debe marchar paralela y vinculada con la política ideológica- es eficiente si existe en la sociedad el consenso necesario sobre la política y este a su vez es posible solo si la participación social está en el lugar principal de la política. De ello se desprende la importancia de la asimilación analítica, creativa y constructiva de la conceptualización, preservarla de formalidades y de citas inútiles, asumirla en su integralidad.
Pero no es suficiente la actividad ideológica. Como sociedad que se construye consciente y planificadamente, más en un país subdesarrollado y aún bloqueado, la cohesión y la disciplina social y económica son fundamentales y ambas se sustentan en la demostración palpable en la sociedad de la superioridad de la conceptualización como proyecto factible para las grandes mayorías, como modelo de funcionamiento del metabolismo socioeconómico y de la sociedad en su conjunto. Una disciplina social por la que debe velarse con un orden aplicado con el rigor que sea necesario a nombre de la autoridad que emana de los intereses de toda la ciudadanía.
Evitar el relajamiento de la institucionalidad socialista que inevitablemente se produce cuando es el mercado el que impone su jerarquía solo es posible cuando hay cohesión, disciplina, civismo, ética, predominio de la propiedad social y de la planificación, imperio de la legalidad socialista y activo y eficaz seguimiento político ideológico.
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