La reciente carta abierta «Sin cuartel: pedimos que se repudie el racismo y el antisemitismo de Gilad Atzmon«, escrita según parece por Ali Abunimah, ha sido una sorpresa para muchos, incluido este servidor. No solamente los sionistas han colonizado Palestina y la han sometido a una campaña permanente de genocidio, sino que también han colonizado […]
La reciente carta abierta «Sin cuartel: pedimos que se repudie el racismo y el antisemitismo de Gilad Atzmon«, escrita según parece por Ali Abunimah, ha sido una sorpresa para muchos, incluido este servidor. No solamente los sionistas han colonizado Palestina y la han sometido a una campaña permanente de genocidio, sino que también han colonizado las democracias occidentales para convertirlas en marionetas obedientes. Ahora, además, todo hace suponer que acaban de plantar su bandera en el movimiento de solidaridad con Palestina.
Al final de este ensayo hay una serie de enlaces que llevan a manifestaciones de apoyo a Atzmon y a lo que éste representa. Cubren bastante bien todos los detalles, pero me gustaría añadir aquí una mirada crítica sobre el lenguaje que Abunimah et al han utilizado, así como sobre algunos de los conceptos que subyacen a dicho lenguaje. Empezaré por el propio título, que arranca con la curiosa expresión «sin cuartel». Tal expresión, muy familiar para cualquiera que haya leído los libros o visto las películas que tratan de las guerras navales británicas en el siglo XVIII o a principios del XIX, parece desproporcionada si se tiene en cuenta que proviene de un grupo de activistas, mayoritariamente palestinos, y que la han utilizado contra alguien que, como ellos, apoya la lucha del pueblo palestino contra Israel. En sí mismo, esto ya me parece alucinante, pero es que además Ali Abunimah -y asumo que al menos algunos de quienes firman junto a él- también son, como Atzmon, partidarios de un solo Estado democrático como única solución para el conflicto del Oriente Próximo. Más allá de una mera disputa sobre la estrategia o la táctica a seguir, tiene que haber alguna diferencia fundamental y portentosa que haya provocado un ataque frontal y sin cortapisas como éste contra un aliado aparentemente cercano, ya que ese «sin cuartel» no admite debate ni concesión: o se toma o se deja.
Algunos observadores han dado a entender que Abunimah et al se han pasado al enemigo o que quizá fuesen agentes sionistas desde el principio y que son los miembros judíos de los grupos de solidaridad con Palestina quienes maniobran en la sombra. Por mi parte, voy a asumir que no es así, que son perfectamente sinceros y se consideran a sí mismos como personas leales a la causa palestina. Entre los firmantes de la carta hay algunos académicos de éxito, pero Abunimah y Massad son los más destacados. Ambos se han convertido en portavoces oficiosos de la causa palestina en USA y no tienen razón alguna para crearse problemas, pues en caso de que llegasen a representar cualquier peligro para la judería tribal, lo más probable es que ésta los pusiera de patitas en la calle, como ha sucedido con un sinfín de académicos, muchos de ellos judíos, que se atrevieron a desafiar el discurso judío predominante. Todo apunta a que se trata de una simple motivación económica y profesional, pero creo que hay algo más.
Racismo
«En el caso del ser humano (Homo sapiens)», dice la Wikipedia, «existe opinión mayoritaria entre los especialistas en que es inadecuado el uso del término raza para referirse a cada uno de los diversos grupos humanos y se considera que es más apropiado utilizar los términos etnia o población para definirlos». La raza es un trazo grueso que abarca a todas las tipologías que han intentado dividir a la humanidad en grupos distintos de acuerdo a tales criterios. Todas ellas tienen límites muy difusos. También según la Wikipedia, «el racismo se entiende como la exacerbación o defensa del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros, así como designa la doctrina antropológica o la ideología política basada en este sentimiento. La discriminación racial es un concepto que suele identificarse con el de racismo y que lo abarca, aunque se trata de conceptos que no coinciden exactamente.»
La acusación de racismo ha sido tradicionalmente una característica de las críticas de la izquierda contra los sistemas que discriminan a minorías relativamente indefensas. La excepción a este principio es la acusación de racismo contra los judíos sionistas que, desde luego, no padecen indefensión alguna. Para ser más precisos, la cultura judía ha dado pruebas desde el principio de un claro componente racista, como puede comprobarse en el Antiguo Testamento o en el flagrante desprecio que el Talmud profesa a los gentiles. La deshumanización del «Otro» es un modelo judío muy antiguo y característico. Por eso, el hecho de que los judíos tribales y sus aliados gentiles esgriman el argumento del racismo es pura hipocresía. No olvidemos que Ali Abunimah et al son gentiles, es decir, elementos no judíos de la fuerza política hoy dominante en el mundo occidental, eso que James Petras denomina la Configuración del Poder Sionista.
Antisemitismo
Esta palabra es el arma más poderosa en el arsenal verbal del judío tribal. La etiqueta de antisemita equivale a la de hereje en tiempos de la Inquisición. Puede que no invite a la tortura y a la muerte en la hoguera, pero arruina la vida de quien la padece. Supuestamente se trata de un caso especial de racismo mediante el cual los judíos se presentan a sí mismos como las eternas víctimas de los prejuicios raciales. Me remito a lo que dejó escrito sobre esto un pensador judío:
«Si la hostilidad -o incluso la aversión- sólo se hubiesen dirigido contra los judíos en una época y en un país, sería fácil desentrañar las causas limitadas de esta ira, pero, muy al contrario, la raza judía ha sido objeto de odio para todos los pueblos entre los cuales se ha establecido. Dado que los enemigos de los judíos pertenecían a las más diversas razas; vivían en países muy distantes entre sí; se regían por leyes muy diferentes basadas en principios opuestos; no tenían ni los mismos principios morales ni las mismas costumbres; estaban animados por diferentes disposiciones que no les permitían juzgar las cosas de la misma manera, debe concluirse que la causa general del antisemitismo ha residido siempre en el propio Israel y no en aquellos que han luchado contra Israel.»
«Declaración sobre la expulsión de los judíos», del conocido escritor judío Bernard Lazare en L’Antisemitisme, son histoire et ses causes, publicado en 1894.
Como muchos autores han señalado, el uso de la palabra antisemitismo tiene otro inconveniente. «Semita» es un término lingüístico que denota a los pueblos que hablan lenguas semíticas. Incluso si hablan hebreo, los israelíes no son semitas, pues adoptaron esta lengua en fechas muy recientes. Los sionistas que crearon Israel y todavía lo gobiernan son descendientes de los jázaros, un pueblo de linaje lingüístico «turco-fino-báltico«. La lengua materna mayoritaria entre los semitas es el árabe, lo cual hace que los judíos tribales, en especial los israelíes, sean las únicas personas en el mundo verdaderamente antisemitas… y lo son de forma virulenta.
El reino jázaro a principos del siglo X
Colonialismo
Abunimah et al invocan este concepto -que explícitamente denominan «proyecto de asentamiento colonial»- como la característica que da cartas de naturaleza a la invasión sionista de Palestina y afirman que Atzmon lo rechaza. La realidad, sin embargo, es que éste únicamente afirma que, según la tradición, se llama «asentamiento colonial» a los esfuerzos de las potencias europeas para establecer una presencia perdurable de sus nacionales en los países que desean controlar. En todos los casos, con excepción de Israel, existe una madre patria que financia y apoya a los colonos. Esto no es así en caso del Estado judío, pues son los judíos de la diáspora quienes hacen las veces de madre patria. La verdad es que se trata de un argumento irrelevante, salvo por el hecho de que, una vez más, Abunimah utiliza mal el lenguaje en su enunciación.
Cultura
Como hemos visto más arriba, el concepto de raza es una manera torpe, imprecisa y engañosa de analizar las características distintivas de las personas para aglutinarlas en grupos identificables. Hay un método mucho mejor de separar lo que Atzmon llama «colectivos» y consiste en identificar las maneras características que tienen de pensar, hablar y comportarse, eso que en su conjunto determina lo que somos. Tales distinciones son culturales. Es en este punto donde Ali Abunimah se ha metido en un auténtico callejón sin salida. Veamos: Abunimah no menciona la cultura en su carta, pero en la Conferencia de Stuttgart por un solo Estado en Palestina, que se celebró en diciembre de 2010, atacó explícitamente a Gilad Atzmon con estas palabras: «La cultura judía… no explica nada en absoluto», lo cual no sólo es una observación absurda, pues equivale a decir que la esclavitud en USA no tuvo nada que ver con la Guerra Civil o que la gaita tampoco tiene nada que ver con los celtas o que el gusto de los franceses por el vino es sólo una elección personal. Ali Abunimah pretende satanizar a Atzmon a toda costa y deja de lado cualquier integridad intelectual. ¿Será que cree en secreto en el «diseño inteligente»?
La noción de raza se basa en las diferencias genéticas, que determinan nuestro ser físico. La evolución genética en la raza humana cesó hace unos 5 000 años. Por otra parte, la cultura es memética. Los memes son patrones culturales que heredamos de nuestro entorno desde la infancia, primero en nuestras familias y, después, a medida que envejecemos, en contacto con los conceptos, normas y actitudes que prevalecen en nuestras sociedades. La cultura es, de lejos, el factor causal más importante en nuestra forma de manifestarnos en el mundo. La evolución memética (cultural) es posible -y mucho más rápida que las mutaciones genéticas- por esa capacidad que tenemos los humanos de cambiar nuestra manera de pensar o de ver las cosas, pero sólo a condición de que tengamos curiosidad, una mente abierta y humildad. Eso es lo que la palabra «libertad» significa en su sentido más amplio. Muchas personas -entre ellas demasiados académicos- se vuelven rígidas e inflexibles. El gran filósofo Eric Hoffer, que había sido estibador en una época de su vida, dejó escrito en el libro The True Believer que «en tiempos de cambio quienes tienen todo por aprender heredarán la tierra, mientras que los sabios estarán perfectamente preparados para lidiar con un mundo que ya ha dejado de existir».
Identidad
Este término, utilizado con frecuencia por Atzmon, es el quid de la cuestión. Yo también he divagado sobre eso en Us vs. Them: On the Meaning of Fascism [Nosotros contra ellos: sobre el significado de la palabra fascismo]. Atzmon tiene toda la razón al centrar todo su corpus analítico en esta palabra e insiste en que es intelectualmente tramposo discutir de sionismo y de Israel sin hacer alusión a la «judeidad». Está fuera de toda discusión que el sionismo era una empresa específicamente judía que nació con el objetivo de crear un Estado judío; por eso, si dejamos a un lado lo judío no queda gran cosa del sionismo. Es algo tan obvio que no vale la pena discutirlo, pero eso es justamente lo que Abunimah ha tratado de hacer. En cambio Atzmon, muy en la gran tradición del pensamiento intelectual, se ha comprometido a tratar de entender el complejo panorama que rodea al significado de lo judío y la judeidad. Abunimah protesta e invoca el tabú que desde el primer día ha sido la piedra angular de la propaganda sionista: hablar de judíos y judeidad es racista y antisemita, dice, pues los racistas y antisemitas hablan de judíos y judeidad. Así, ab absurdum, se cierra el círculo vicioso. Supongo que ésa es la razón por la que The Wandering Who?, el libro de Gilad Atzmon, ha molestado tanto. (Por extraño que parezca, el New York Times acaba de publicar un artículo muy interesante sobre cómo funcionan las identidades tribales. Véase «Olvídese del dinero, siga lo sagrado«.)
Yo soy judío y, aunque Atzmon lo niegue, él también lo es (lo siento, Gilad, se trata de una pulla amistosa), como también lo son muchos de sus partidarios. Yo no acepto que nadie me diga que no puedo indagar lo que eso significa. Uno de mis mejores sueños es que un gran número de judíos honrados se planteen algún día la pregunta «¿quién soy yo?». Mientras que la respuesta sea que «lo primero y más importante es que soy judío», no habremos salido del atolladero. Si en cambio es que «soy ante todo un ser humano y el resto es secundario», entonces habrá motivos para el optimismo. Si muchos judíos se atrevieran a mirarse en el espejo y a hacerse esta pregunta fundamental, se resolvería fácilmente el problema más acuciante del mundo actual, pues nos guste o no, los judíos tribales tienen hoy en día todas las cartas en la mano. Sin el apoyo tácito de la mayoría de los judíos de la diáspora, Israel no podría seguir haciendo mucho tiempo lo que hace.
«¿Quién soy yo, quién es mi enemigo?»
Corrección política
Abordaré ahora lo que, a mi entender, son las principales motivaciones que han provocado el descomunal ataque de Abunimah contra Atzmon. La posmodernidad ha hecho surgir toda una serie de corrientes sociales, entre las que destacan el multiculturalismo, el feminismo radical y el activismo de gays y lesbianas. Todas ellas se centran en aspectos diversos de la identidad y surgieron en los años 60 al calor de la contracultura, pero los académicos posmodernos se las han apropiado. En vez de encontrar inspiración en un sentido comunitario de la especie, nos hemos visto desbordados por todo tipo de identidades, cada una de ellas con un discurso propio que, bajo el nuevo orden, no puede impugnarse sin tropezar con el brazo ejecutor de la nueva ortodoxia: la corrección política. La cultura marxista, que había sido la norma entre la izquierda y necesitaba una nueva base intelectual tras los horrores del estalinismo, del maoísmo y la caída de la Unión Soviética, encontró en el posmodernismo y su progenie la tabla de salvación que le ofrecía continuidad y una nueva ocasión de reinventarse.
De acuerdo con la tradición marxista-leninista, los neomarxistas necesitaban imponer disciplina monolítica de partido. Al fin y al cabo, sólo puede haber una vanguardia del proletariado. La nueva ideología de la identidad desarrolló la estrategia de la corrección política para ejercer su monopolio sobre el discurso, que no se limita al mundo académico, ya que la Liga Antidifamación (ADL) y otras instituciones sionistas similares mantienen asimismo férreamente la ortodoxia. Y, dicho sea de paso, los judíos han seguido siendo mayoritarios tanto en la dirección como entre los fieles del nuevo orden posmoderno, de la misma manera que el bolchevismo había sido en gran parte un proyecto judío. A pesar de que los comisarios del pensamiento condenan cualquier desviación en los diversos grupos tribales -en particular la que provenga de otros académicos-, no cabe duda de que la única vaca sagrada es la tribu judía. El hecho de criticar a los negros, a los homosexuales o a las mujeres será retribuido con un severo rapapolvo, pero cualquier referencia a los judíos o a la judeidad puede arruinarle la vida al transgresor… o algo peor.
En suma, los ataques contra Gilad Atzmon y Kenneth O’Keefe revelan un intento organizado para silenciar las voces independientes en el interior de la comunidad que apoya a los palestinos. Hace muchas lunas estuve en el ejército. Como eran tiempos de paz, mi único enemigo a la vista era el propio ejército. Nuestro enfrentamiento quedó en tablas. A muchos de nosotros no nos gusta recibir órdenes y menos aún de los comisarios del pensamiento. El caso que nos ocupa es un intento de golpe de mano intestino muy similar al de los bolcheviques contra los mencheviques (la palabra bolchevique significa «mayoría», a pesar de que eran una pequeña minoría bastante orwelliana). Pero esta vez no va a funcionar, porque a Atzmon y a O’Keefe no les interesa el poder ni formar parte de un movimiento organizado. Son seres independientes que adoptan una postura personal frente a un gran mal y toman partido en nombre de toda la humanidad que sufre, no sólo de los palestinos. Es la situación de los palestinos lo que ha desencadenado sus esfuerzos, pero al igual que Gandhi, Martin Luther King y Mandela, están al servicio de una causa superior, la de la justicia, la sabiduría, la compasión y la paz.
Antes de terminar, deseo hacer un llamamiento a Ali Abunimah et al para que reconsideren su posición en este asunto. Cuando hace más de diez años empecé a militar en defensa de un Estado único en Palestina, supe de inmediato que necesitaríamos operar en una gran coalición. Al fin y al cabo, somos un grupo pequeño y relativamente débil de personas contra la empresa fascista más poderosa y despiadada de la historia. En última instancia, tendremos que aceptar que entre nosotros hay opiniones distintas, aunque no nos gusten. Por eso invito a Ali Abunimah, a Joseph Massad, a mi amigo Haidar Eid y a todos los demás a que depongan las armas y regresen junto a quienes estamos involucrados en la lucha más importante de nuestro tiempo.
* * *
Quienes apoyan a Gilad Atzmon han escrito muchas cartas de respuesta a Ali Abunimah. A continuación añado los enlaces que llevan a algunas de ellas (en inglés):
Permission to examine «Jewishness,» by Rich Siegel deLiberation
Atzmon-Palestinian Infighting Reveals Underbelly of Gutless Duplicity, by Gordon Duff Veterans Today
I’m So Glad We’ve Got Gilad, by Francis Clark-Lowe deLiberation
Why Hate Gilad Atzmon: «He’s WRONG!» (Or Is He?), by Kevin Barrett Veterans Today
Ali Abunimah and his Solidarity Career, by Paul Eisen deLiberation
Ali Abunimah attacking Gilad Atzmon at the Stuttgart One State conference (Dec 2010)
Disavow with no mercy? Not in my name!, by Nahida the Exiled Palestinian, by Nahida The Exiled Palestinian
Faint Heartedness, Political Correctness, and Peculiar Timing: The Attacks on Gilad Atzmon, by Richard Edmondson Left-wing Christian
Abunimah Boycotting and Censoring Gilad Atzmon? by Debbie Menon My Catbird Seat
More on the Atzmon Controversy, by Noel Ignatiev PMP
Engaging Gilad Atzmon: Interview by Prof. Norton Mezvinsky YouTube Ali Baghdadi’s (Arab Journal, Chicago) responds to Abunimah & Co Uprooted Palestinians
A Call for the Disavowal of Splittism, by Kim Petersen Dissident Voice Don’t Shun Gilad Atzmon, by Michael Rabb CU-Divest
«Disavowal» of Gilad Atzmon? The Truth be damned! by William A. Cook Veterans Today
Cynthia McKinney Interviews Gilad Atzmon about Israel, Zionism, and Jewish Identity Politics YouTube
The unfortunate division over Gilad Atzmon AlisonWeir
Fuente original: https://sites.google.com/site/onedemocraticstatesite/archives/writings-of-the-editor/ali-abunimah-and-gilad-atzmon-at-the-ok-corral
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