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Ante el «alto el fuego» de ETA

Fuentes: Insurgente

La decisión tomada por ETA de decretar un «alto el fuego permanente» desde las cero horas del pasado día 24 de marzo, que duda cabe, es un paso para la consecución de la paz en Euskal Herria. Paz incierta, porque mientras sea la burguesía (en cualquiera de sus vertientes) quien ostente el poder, la violencia […]

La decisión tomada por ETA de decretar un «alto el fuego permanente» desde las cero horas del pasado día 24 de marzo, que duda cabe, es un paso para la consecución de la paz en Euskal Herria. Paz incierta, porque mientras sea la burguesía (en cualquiera de sus vertientes) quien ostente el poder, la violencia de clase contra las capas trabajadoras seguirá existiendo. Aún así, los pasos dados tanto por ETA como por el Gobierno Zapatero para acabar con una forma de acción injustificada, supone una valiente apuesta en el camino hacia la solución de este largo conflicto.

Las reacciones por parte de la derecha neofranquista del Partido Popular (y de sus filiales como la AVT) no se han hecho esperar. Los «peperos» son conscientes de que si el conflicto llega a su fin, a ellos se les acabará el discurso de «contra ETA vale todo, y todo el que no coincida conmigo es ETA», que tanto rédito les ha otorgado sobre todo en tierras vascongadas. Por ello, este proceso va a contar desde ya con grandes escollos para que se frustre toda esperanza de solución en el mejor de los casos, y para que no haya ningún proceso en el peor. Sin violencia terrorista, sin ETA, el discurso apocalíptico y la estrategia de tensión de los chicos de Aznar pasarán a mejor vida. Negociar supone ceder, y los neofranquistas no están acostumbrados a pagar peaje alguno. No lo hicieron a la muerte del dictador, no lo querrán hacer ahora tampoco. Serán los primeros en poner palos bajo las ruedas.

La burguesía siempre ha tratado de alejar a los trabajadores y a las masas populares de cualquier proceso político. El PNV no iba a ser una excepción. Los jeltzales buscan una paz que a su vez les permita seguir dirigiendo y gobernando el País Vasco como si de un batzoki se tratara (que es lo que llevan haciendo durante casi 30 años), y mantener sus prebendas y privilegios como clase explotadora. Mientras el PP y buena parte de los caciques del PSOE (léase Bono, Ibarra, Rosa Díez …) se agarran a la constitución, a las víctimas y a la paz con vencedores y vencidos, el PNV estará dispuesto a cambiar todo pero para que nada cambie. Que se modifiquen constituciones, estatutos, leyes; pero que nadie toque el cofre. Es el eterno dilema entre la txapela y la cartera. Mientras sólo hablemos de cuestión nacional, los más vascos, los que llevan la txapela más grande y más vistosa son los muchachos de Arzallus. Pero cuando les tocan la cartera, ahí es cuando aparece la verdadera identidad (de clase, naturalmente) del PNV y ya no hay txapela que valga.

Porque seamos conscientes de que una salida real al conflicto requiere medidas, como el acercamiento de los presos y la reducción de condenas (ambas recogidas ya en la legislación vigente del Reino), la derogación de la fascista ley de partidos y el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Que el PSOE esté dispuesto a traspasar la barrera constitucional y la tan cacareada unidad de la patria, es algo de lo cual dudo bastante, ya que ello podría derivar en un proceso constituyente que no interesaría, no ya a PP y PSOE, sino ni siquiera al PNV ni a las demás burguesías locales, que podrían ver peligrar su trozo del pastel.

Siempre he mantenido que ETA no es el problema. Es una de las consecuencias del problema; consecuencia sin sentido a estas alturas y que dura ya demasiado. El problema viene de lejos y tuvo su punto culminante en aquello que se dio en llamar transición, que no fue otra cosa que una farsa carnavalesca donde los fascistas de siempre se disfrazaron con ropajes democráticos, con el beneplácito de la mal llamada izquierda; negando todos ellos el pan y la sal, después de casi cuarenta años de dictadura, a los pueblos de España y a sus trabajadores.

La consecución de una democracia consecuente no se ha de fraguar en unas conversaciones bilaterales Gobierno – ETA. Los demás pueblos de España y sus clases trabajadoras, que tantas veces se han movilizado contra la ley de partidos, en apoyo a los encausados en el sumario 18/98, a favor de la autodeterminación y la República, también tienen algo que aportar. Que el Gobierno y ETA lleguen a buen puerto en sus futuras negociaciones, es lo deseable por el pueblo vasco en particular y por el español en general (por mucho que les pese a Acebes, Rajoy, Zaplana y cía.). El cese de la actividad de ETA supondría un buen primer paso en la lucha por esa democracia antes citada. Pero seamos conscientes (en especial la izquierda abertzale) de que la ruptura del marco constitucional, que es el que consagra la dominación capitalista, no ha de llegar luchando bajo las banderas nacionalistas burguesas. La libertad de los pueblos españoles y de su clase obrera, pasa ineludiblemente por la restauración de la legalidad republicana y la conquista de un sistema democrático y popular, donde la unidad de los pueblos sea libremente elegida por los mismos. Y en esa lucha la izquierda popular del resto del Estado tiene mucho que decir.

29/03/2006