La muerte de cinco bebés prematuros en la norteña ciudad alemana de Bremen, infectados por una bacteria aviar contraída en un hospital, aumenta el temor de ambientalistas y expertos en salud de que el uso generalizado de antibióticos en el sector agropecuario genere gérmenes extremadamente resistentes. Los bebés prematuros, que murieron en diciembre y a […]
La muerte de cinco bebés prematuros en la norteña ciudad alemana de Bremen, infectados por una bacteria aviar contraída en un hospital, aumenta el temor de ambientalistas y expertos en salud de que el uso generalizado de antibióticos en el sector agropecuario genere gérmenes extremadamente resistentes.
Los bebés prematuros, que murieron en diciembre y a principios de este año en Bremen, 300 kilómetros al oeste de Berlín, se infectaron con una bacteria altamente resistente debido a que produce la enzima betalactamasa de espectro extendido (BLEE).
Se detectaron infecciones similares en otros hospitales de Alemania, aunque no se registraron casos fatales.
Estos incidentes pusieron otra vez sobre el tapete el problema de la falta de higiene en el sector agropecuario, en especial en las avícolas, donde tienen a miles de animales confinados en espacios reducidos.
Se cree que la bacteria llegó a los hospitales portada de forma involuntaria por pacientes, que estuvieron en contacto con aves contaminadas.
El padre de un bebé prematuro nacido en la clínica de Bremen contó la difícil situación que les tocó vivir. «Tres días después de su nacimiento, los médicos nos dijeron que nuestro había tenía una infección, que estaba muy enfermo y que podía morir», dijo Maik Stefens a IPS.
«Los médicos dijeron que la bacteria de las aves era la causan más probable de la infección», apuntó. «El abuso de antibióticos en los criaderos fue el verdadero origen del problema», añadió.
El bebé de Stefens, Niclas, sobrevivió, pero otros cinco recién nacidos prematuros con infecciones similares no tuvieron la misma suerte.
La muerte de tres bebés prematuros en diciembre obligó a las autoridades sanitarias a lanzar una investigación exhaustiva sobre las condiciones de higiene de la clínica, tras lo cual ordenaron su completa renovación. Además, el personal recibió un curso intensivo de higiene.
La clínica fue reabierta en febrero, pero cerrada definitivamente a principios de este mes tras la muerte de dos recién nacidos infectados con la misma bacteria altamente resistente.
Análisis clínicos han confirmado que la estructura genética de la BLEE, identificada en aves comercializadas en Europa, es idéntica a la detectada en humanos infectados.
En las granjas industriales de Alemania, las crías reciben antibióticos de forma indiscriminada, y sin importar su situación sanitaria.
Según el Instituto Robert Koch (IRK, por sus siglas en alemán), responsable del control y prevención de enfermedades de Alemania, 90 por ciento de los pollos vendidos en este país contienen la enzima letal.
La BLEE es resistente a la mayoría de los antibióticos. Fue detectada por primera vez en 1983 en Alemania, precisamente por la industria avícola.
Un estudio realizado por el gobierno del estado occidental de Renania Norte-Westfalia confirmó que 96 por ciento de los pollos del estado habían recibido antibióticos. El tratamiento mata a la mayoría de los gérmenes, pero favorece la emergencia de otros resistentes a los medicamentos.
«Mi mayor temor es que al abusar de los antibióticos terminamos, de hecho, cultivando bacterias altamente peligrosas», dijo a IPS el director de diagnóstico molecular de RKI, Wolfgang Witte.
Los avicultores confirmaron que apenas detectan señales de infección en un animal, administran antibióticos a todos. «De lo contrario corro el riesgo de perder toda la granja», dijo a IPS un granjero que pidió no ser identificado. «No puedo correr el riesgo, me fundo», admitió.
Los antibióticos se administran a través del agua potable. Este sistema llevó a que se encontrara una alta concentración de químicos y gérmenes en los ríos, debido al tratamiento del agua cloacal y residual. También se encontraron bacterias y antibióticos en los campos vecinos a las granjas industriales.
Reinhild Benning, de la organización ambientalista BUND, dijo a IPS que muchas muestras recolectas en febrero en el entorno de una avícola en el marco de un experimento contenían BLEE.
«Todo el pueblo tiene miedo de las infecciones», señaló Friedrich Ehlers, un vecino de una avícola. «Sentimos el hedor de la granja y respiramos sus emisiones todos los días», apuntó.
Pero el problema no es solo la presencia de antibióticos y gérmenes en la atmósfera. Cuando la gente cocina la carne contaminada mata los gérmenes. Pero es probable que estos hayan pasado a otros alimentos, como las verduras, que si se comen crudos o apenas cocidos, provocan una infección.
Además, los restos de aves y ganado vacuno se reciclan como fertilizantes para la agricultura. Este sistema propaga gérmenes y antibióticos, que terminan en la cadena alimentaria humana, incluso para aquellas personas que evitan los productos industriales y solo consumen alimentos orgánicos.
«Es tal el escándalo que ya no podemos confiar en nuestros propios alimentos», dijo a IPS la madre del bebé infectado en Bremen, Beate Stefens.
No es el primer escándalo de este tipo en Alemania. En el último verano boreal, 53 personas murieron y más de 4.000 enfermaron por comer verduras contaminadas con una cepa de Escherichia coli.
Se trata de una bacteria que se encuentra en el intestino de los animales y, por lo tanto, en aguas cloacales, y que es capaz de crear una toxina que causa enfermedades graves.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100348