Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Los críticos de Israel cada vez reciben más acusaciones de deslegitimar a Israel y fomentar el antisemitismo. Esto crea un clima de sospecha en el que la responsabilidad cae sobre los críticos que deben demostrar de alguna manera que no son antisemitas.
La fuerte contraofensiva de Israel y sus partidarios contra el deterioro de la imagen pública del país ha sido a veces cruda, a veces cuidadosamente armada. La expansión del delineamiento de la «línea de trabajo» sobre la palabra antisemitismo hecha por el Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia (EUMC) en 2005 demostró que era especialmente eficaz. Inadecuada como definición y nunca adoptada formalmente, no está en discusión por los que podrían cambiarla. Sin embargo en la actualidad cada vez se presenta más como la definición de antisemitismo sin poder aguantar el peso que tiene.
Surgió en 2004 después de que el Observatorio publicase un informe destacando la necesidad de una definición operativa de antisemitismo para proporcionar un estándar común para la recopilación de datos en toda la UE. Finalmente, el Observatorio publicó una «definición de antisemitismo para evaluar» en su página de Internet.
El documento se confeccionó a puertas cerradas después de una consulta con Kenneth Stern del Comité Judío Americano y otros (véase Roth, «Propuesta de Redefinición del antisemitismo«, pero sin incluir a los expertos citados en el informe original, que distingue claramente entre el antisemitismo y la oposición legítima a Israel -a pesar de que el Observatorio pretendía que la definición estuviera alineada «con los argumentos teóricos» aparecidos en el informe-.
Veamos el documento mismo. No está claro si la «definición de trabajo» incluye el documento completo (que tiene el tamaño de una hoja A4) o se refiere únicamente al párrafo que está en negrita y cursiva y precedido de la frase «definición de trabajo»:
«El antisemitismo es una percepción determinada de los judíos, que puede expresarse como odio hacia los judíos. Las manifestaciones verbales y físicas de antisemitismo se dirigen directamente a individuos judíos o no judíos y/o sus bienes, hacia las instituciones de la comunidad judía e instalaciones religiosas».
Si ésta es realmente la definición, es tan imprecisa que resulta inútil como herramienta práctica. Si se trata de todo el documento (titulado «Definición de trabajo de antisemitismo»), entonces no sólo es difícil de manejar, sino que también falsea el informe original, que diferencia claramente la crítica a la política de Israel del antisemitismo. La «definición de trabajo» tiende a fusionar los conceptos.
Luego del párrafo citado, el documento continúa: «Además, estas manifestaciones también podrían estar dirigidas al Estado de Israel, entendido como una colectividad judía». Esta simple frase ha prevalecido en la forma en que se lee la «Definición de Trabajo».
El uso de «podría», aquí y más adelante en el documento, está cargado. Después de seis ejemplos relativamente no problemáticos de antisemitismo, el documento se centra nuevamente en Israel y enumera cinco formas en que el antisemitismo «podría» manifestarse, que son confusas y tendenciosas a la vez. El texto dice que «el contexto general» debe tomarse en cuenta. Sin embargo, independientemente del contexto, uno de los ejemplos -«utilizando los símbolos y las imágenes asociadas con el antisemitismo clásico»- no podía ser otra cosa sino antisemita. En cuanto a los ejemplos restantes, la palabra «podría» pone la atención en una sola posibilidad, el antisemitismo.
Tomemos, por ejemplo, el de «Negar al pueblo judío su derecho a la libre determinación». Este podría ser antisemita. Del mismo modo, negar el mismo derecho a los vascos, catalanes, escoceses o a los mismos zulúes o a los pueblos y naciones afrikaner, puede ser racista. Pero hay todo tipo de razones no racistas para que alguien pudiera no apoyar estas causas nacionales. El derecho a la autodeterminación nacional no es después de todo, el derecho primordial.
O se puede considerar esto: «los judíos tienen la responsabilidad colectiva de los actos del Estado de Israel». Por supuesto, esto está mal. Puede considerarse antisemita. Pero nadie hace esta acusación cuando los sionistas rutinariamente combinan a los judíos y a Israel. De hecho es difícil tener una discusión sobre el sionismo sin que esta opinión surja en términos positivos, expresando claramente la idea de que Israel es el Estado judío, y que representa a todos los judíos (por ejemplo Olmert, en agosto de 2006, dijo: «Esta es una guerra que libran todos los israelíes. Creo que esta es una guerra que libran todos los judíos»).
El documento está plagado de problemas, y probablemente sea la razón, contrariamente a lo que el Foro Europeo de Antisemitismo afirma, de que la «Definición de Trabajo» no fuera adoptada por el Observatorio. Como dijo en ese momento Beate Winkler, directora del EUMC, «debería considerarse un ‘trabajo en desarrollo’… que habría que redactar de nuevo».
De hecho, el documento parece que está estancado y es una preocupación para la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA), el organismo sucesor del Observatorio. Ellos me dijeron recientemente que las respuestas recibidas a la prueba inicial del documento «pusieron la atención en una serie de cuestiones que impactaron sobre su eficacia como herramienta de apoyo en una recolección de datos». En otras palabras, no era útil. «Desde su desarrollo no sabemos de alguna autoridad pública en la UE que la aplique», agregó la representante de la FRA.
Por otra parte, «La FRA no tiene planes para fomentar el desarrollo» de la ‘Definición de Trabajo’. (24 de agosto de 2010)
La última publicación de la FRA sobre este tema, su documento de trabajo Lucha contra el antisemitismo: Síntesis de la situación en la Unión europea 2011-2009 (abril de 2010), ni siquiera menciona la «Definición de Trabajo». Se lamenta (p.3) de que: «Incluso cuando se dispone de datos, éstos no son comparables, ya que se recolectan utilizando diferentes definiciones y metodologías». Esa fue precisamente la razón por la cual era necesaria en primer lugar una definición operativa. La «definición de trabajo» claramente no es aplicable y no es apta para el propósito que se persigue.
Nada de esto ha impedido que el perversamente llamado «Trabajo de definición de la EUMC» haya tomado vida propia. El Foro europeo sobre el antisemitismo lo ha traducido a más de 30 idiomas; en el Reino Unido una Comisión investigadora de todos los partidos parlamentarios sobre Antisemitismo la respaldó sin hacer ninguna crítica (septiembre de 2006), al igual que la Unión Nacional de Estudiantes (marzo de 2007, reafirmada en 2010). Páginas imprudentes de Internet incluso se refieren a ella como la «definición de la UE».
Las reservas en el documento, donde algunas cosas podrían haberse considerado antisemitas, tomando en cuenta el contexto global, han desaparecido en la práctica.
Este documento tiene poco que ver con la lucha contra el antisemitismo y mucho que ver con una guerra de propaganda contra los críticos de Israel. Es hora de enterrarlo.
Richard Kuper es ex presidente de Judíos por la justicia para los palestinos, una organización de más de 1.600 judíos en Gran Bretaña. Creció en el apartheid de Sudáfrica y ha sido un activista político y social, editor, sindicalista y profesor universitario.
Fuente: http://www.jnews.org.uk/