¿Conocen ustedes el nombre de alguna de las personas que en su sesión semanal de tribunal y verdugo el presidente Barack Obama ordena ejecutar? De los miles de asesinados en los 368 ataques de drones –durante tres años y bajo aprobación presidencial desde la Situation room de la Casa Blanca como revelara recientemente The New York Times– sólo ha […]
¿Conocen ustedes el nombre de alguna de las personas que en su sesión semanal de tribunal y verdugo el presidente Barack Obama ordena ejecutar? De los miles de asesinados en los 368 ataques de drones –durante tres años y bajo aprobación presidencial desde la Situation room de la Casa Blanca como revelara recientemente The New York Times– sólo ha resonado en los medios el nombre de Anwar Al Awlaki, un religioso islámico supuestamente vinculado a Al Qaeda, asesinado en Yemen el pasado 30 de septiembre. Ni pensar en los nombres de la aún mayor lista de mujeres y niños que han muerto como daños colaterales en Afganistán, Iraq y Paquistán bajo el fuego de las armas estadounidenses. Pocas veces nombres como los de Fátima, «una niña muerta en la noche del 21 de mayo de 2010 cuando una oleada de misiles Hellfire trituró un grupo de casas en una aldea montañosa del Waziristán septentrional, en la frontera entre Afganistán y Pakistán» recogida en solom.com llegan a los grandes medios. El diario El País reconoce que la operación en que resultó muerta Fátima fue «dirigida y ejecutada por la CIA como todas las de este tipo».
Pero he aquí que El País, que repite y repite los nombres de los «disidentes» cubanos hasta hacerlos famosos en el mundo entero, ignora que la CIA no sólo asesina inocentes o sospechosos sin juicio previo, sino que además organiza y financia «opositores» y paga campañas de descrédito contra gobiernos que no son del agrado de Estados Unidos. Para ello dispone de fundaciones como la National Endownmen for Democracy (NED), que según denunciara The New York Times en su primera plana el 31 de marzo de 1997, en un texto firmado por John M. Broder, fue creada «para hacer de manera abierta lo que ha hecho la Agencia Central de Inteligencia subrepticiamente durante décadas, dona 30 millones cada año para brindar apoyo a cosas como partidos políticos, sindicatos, movimientos de disidentes y los medios de prensa en decenas de países.»
Carl Gershman, presidente de la NED, acaba de publicar un artículo en The Washington Post acusando al gobierno cubano de haber asesinado al miembro de los «movimientos disidentes» Oswaldo Payá, quien falleciera junto a otra persona al accidentarse el vehículo en que viajaba, conducido por un político español que reconoció su reponsabilidad en el siniestro al no percatarse de una señal de límite de velocidad, dato que Gersham oculta a los lectores del Post.
Gersham dirige la NED desde su creación, en tiempos de Ronal Reagan, era el presidente de esa institución cuando en la década de 1990 ésta entregó fondos a la Fundación Nacional Cubana Americana (FNCA) para la «luha por la libertad de Cuba». «…entre 1990 y 1992 la NED otorgó un cuarto de millón de dólares del dinero de los contribuyentes a la Fundación Nacional Cubano-Americana, el fanático grupo anticastrista de Miami. La Fundación Nacional Cubano-Americana, por su parte, financió a Luis Posada Carriles, uno de los más prolíficos y despiadados terroristas de los tiempos modernos», dice el escritor William Blum en su libro The rogue state.
El empleado y financista de asesinos Carl Gershman termina su artículo hablando como Posada Carriles de «la lucha por la libertad de Cuba». Conociendo dónde están sus jefes, es obvio que ambos -Gershman y Posada- coincidan en su «lucha por la libertad» para asesinar niños, ejecutar extrajudicialmente a sus enemigos, y mentir impunemente.