Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El 25 de septiembre de 2016 marcó el decimotercer aniversario del fallecimiento del profesor Edward Said, uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX y un icono político para toda aquella persona interesada en la cuestión de Palestina. Y como sucede con muchos iconos históricos, el legado de Said está causando un tira y afloja entre los «sionistas liberales» por un lado y los miles de críticos antisionistas y activistas del BDS que su compromiso político ha generado.
Durante décadas, y cuando todavía estaba entre nosotros, Said fue desprestigiado como un » profesor del terror «, como lo tildó la revista de derecha Commentary , que también lo acusó de conducir una «doble carrera, como especialista en literatura e ideólogo del terrorismo». En el año 2000 fue vilipendiado por abrazar la violencia cuando lanzó una piedra en dirección a Israel desde un pueblo recién liberado de veintidós años de ocupación israelí, en el sur de Líbano. A lo largo de su carrera se han realizado esfuerzos dirigidos a desacreditar su trayectoria, e incluso para negar su identidad palestina. Esto último es una ofensa a la que son sometidos millones de palestinos de la diáspora: aun cuando la condición de refugiado palestino es la única que se mantiene a nivel mundial para ser transmitida de una generación a otra -a los que nacimos fuera del territorio histórico, pero sin la documentación expedida por las Naciones Unidas de «condición de refugiado»- se nos niega nuestra identidad palestina, al tiempo que los sionistas tratan de borrar nuestro derecho de retorno, y negar que cientos de miles de nosotros fuimos desplazados durante la Nakba. (La organización proisraelí StandWithUs, por ejemplo, me ha declarado iraquí, una «falsa palestina» porque realmente nací en Bagdad, pero de padres palestinos, ambos de la ciudad vieja de Jerusalén). Los detractores de Said declararon que él era egipcio porque creció en El Cairo.
En Orientalismo, su obra fundamental que puso en marcha el campo de los estudios poscoloniales, Said insiste en que la narrativa de Occidente acerca de «Oriente» no puede ser descontextualizada y que debe ser entendida como una herramienta del colonialismo y el imperialismo. Mucho antes de que los defensores del boicot cultural escribieran ensayos que explican que el arte no se desarrolla por encima de la política, Said publicaba un libro tras otro exponiendo, analizando e ilustrando este punto.
Edward Said, por supuesto, también se unió a Daniel Barenboim en 1999 para fundar la West-Eastern Divan Orchestra, una iniciativa israelí árabe que reúne a jóvenes aspirantes a músicos árabes e israelíes para llevar a cabo conciertos en salas de de Europa, bajo la dirección de Barenboim. Digo «árabe» no en la jerga sionista, que busca borrar la identidad palestina, sino porque los músicos de varios países árabes, incluida Palestina, se unieron a la orquesta. Y digo «israelí árabe,» la colocación de Israel en primer lugar, porque la orquesta fue y sigue siendo dirigida por un conductor israelí. A pesar de que ha tenido músicos de Jordania, Siria, Líbano y Egipto -la orquesta se centra exclusivamente en Israel y Palestina- reducir de este modo «árabe» a «palestinos», parecería como un rechazo a nombrarla de esa manera. Si su enfoque fuera realmente «árabe», se consideraría la situación socio-política en países como el Líbano, Jordania y Egipto.
Por otra parte toda la obra de Said rechaza de modo convincente el sionismo y las concesiones forzadas de los desposeídos a los privilegiados, centrándose en las preocupaciones palestinas, la soberanía palestina, la narrativa palestina. Estaba firmemente convencido de que es imposible cambiar la política de Estados Unidos sobre Palestina sin cambiar el discurso sobre Palestina. En efecto, el hecho de que ahora se hable de «La Cuestión de Palestina» en lugar de «El conflicto de Oriente Medio», es reconocer de inmediato el sesgo de los que insisten en decir «el conflicto de Oriente Medio» o «el conflicto árabe-israelí» cuando se habla de Palestina, acredita su persistencia.
Las conversaciones que se abrieron en la década de 1970, como se ha insistido en la discusión en Zionism from the Standpoint of its Victims (Sionismo desde el punto de vista de sus víctimas, N de T.), un capítulo de The Question of Palestine en el que argumenta que los palestinos tienen el derecho inherente a la autodeterminación nacional, son las que permitieron a muchos de nosotros denunciar los abusos israelíes de hoy y son los precursores de las conversaciones amplificadas del BDS, porque nos dio el marco teórico para hablar del colonialismo de los colonos y la política de despojo.
Por lo tanto es muy interesante ver ahora a sionistas liberales proponiendo a Said como modelo de «colaboración» que esquiva la unión del opresor y las clases oprimidas, como si la política no importara, negando completa e incondicionalmente la realidad de que muchas personas de diferentes orígenes parten juntas el pan que introducirán dentro del plato de humus. Como si el humus en sí no fuera otro elemento indígena del que los colonos de los asentamientos tratan de apropiarse. Y la Orquesta West-Eastern Divan es más a menudo citada como un modelo de asociación «intercultural» que desafía la presente convocatoria de boicot cultural, echando completamente de menos el hecho de que la convocatoria de boicot no se produjo sino dos años después la muerte de Said.
Por otro lado esa colaboración es problemática al presentarse como «normalización» para la Campaña Palestina de Boicot Académico y Cultural a Israel (PACBI), a pesar de que -decirlo una vez más- se formó seis años antes de que se emitiera la llamada a un boicot cultural.
El reciente intercambio entre el antisionista antropólogo australiano libanés Ghassan Hage y Nir Avieli, presidente de la Asociación Antropológica de Israel, es un claro ejemplo del apego de los sionistas liberales a la idea de «diálogo», aún en condiciones cada vez peores para los palestinos, y en el que se cita a Said como el principal ejemplo de un intelectual palestino que habría accedido a dicho diálogo. Cuando Hage declinó la invitación a pronunciar el discurso de apertura en la reunión anual de la Asociación de Antropología Israelí, Nir Avieli, que le había invitado, contestó: «colegas que he consultado en Israel y en el extranjero me dijeron que invitar a un antropólogo palestino y/o de Medio Oriente para el discurso de apertura de la reunión anual de la Asociación de Antropología Israelí (IAA) sería inútil si no tonto: ningún intelectual palestino o árabe que se respete a sí mismo aceptaría tal invitación», dijeron. Y agregaron «Sí, Edward Said vino».
«Pero ese era Said y la visita tuvo lugar en un momento muy diferente», señaló correctamente Avieli. De hecho Said aceptó hablar una vez a la Asociación Antropológica Israelí en 1999. Repetir, una vez más, que ocurrió antes de la convocatoria del BDS.
El rechazo absoluto de Said de dar concesiones a la potencia gobernante, que le hizo renunciar a su cargo en la OLP después de los Acuerdos de Oslo, no es diferente de la reescritura revisionista de Martin Luther King Jr., cuya postura desafiante había sido «saneada» y cuyos mayores conocimientos sobre el militarismo y el racismo han sido barridos debajo de la alfombra mientras que se les dice a los activistas del actual BlackLivesMatter que Martin Luther king Jr. no habría «perturbado» el tráfico comercial, aún cuando existe una amplia y fácilmente disponible documentación del hecho de que hizo exactamente eso, una y otra vez, con marchas importantes, protestas y boicots.
Es probable que los activistas del BDS de hoy no se ven ni se escuchan como Said, al igual que los activistas del BLM de hoy no se ven ni suenan como Martin Luther King Jr., pero en última instancia Said, hijo «cosmopolita» de la Jerusalén palestina, es nuestro héroe, nuestra inspiración, nuestro modelo a seguir como palestino desafiante tal como lo es la kufiya blanca y negra que se ponía ocasionalmente en sus últimos años. Cuando señalamos la verdad al poder, cuando rechazamos el racismo, cuando rompemos la narrativa sionista a través de nuestras acciones «disruptivas», cuando pedimos a los artistas que no se presenten ante el apartheid de Israel, nosotros, no los sionistas liberales, somos los que continuamos su legado. Somos los que llevamos hacia adelante la antorcha, de la misma manera que no vamos a permitir que su valor, su claridad, su integridad, sean desvalorizadas y desvanecidas en la historia pasada.
No pretendo hablar en nombre de Said, sus propias palabras deberían ser suficientes. Y a medida que leemos las palabras de Said no podemos dejar de reconocer que en el análisis final, y una década antes de la publicación de la convocatoria de BDS, Said había defendido inequívocamente sanciones contra Israel, denunciando su excepcionalidad y comparándolo con la Sudáfrica del apartheid:
«La pregunta que debe hacerse», escribió en The Politics of Dispossession, «es, ¿Cuánto tiempo puede ser utilizada la historia del antisemitismo y el Holocausto como una cerca para eximir a Israel de los argumentos y las sanciones contra él por su comportamiento hacia los palestinos, argumentos y sanciones que se utilizaron contra otros gobiernos represivos, como Sudáfrica? ¿Cuánto tiempo vamos a negar que los gritos de los pobladores de Gaza… se conectan directamente con las políticas del gobierno de Israel y no con los gritos de las víctimas del nazismo?»
De todos los «demás gobiernos represores» que Said pudo haber nombrado, nombró a uno como ejemplo: la era del apartheid de Sudáfrica. The Politics of Dispossession salió en 1994, el año en que el apartheid año fue oficialmente abolido en Sudáfrica y Said inmediatamente viajó allí para ver cómo se había librado y ganado la lucha. Said pidió que Israel sea objeto de «discusiones y sanciones… tales como las sanciones que se utilizaron contra Sudáfrica».
¿Alguien realmente podría interpretar que hoy «el arte puede elevarse por encima de la política», en lugar del Boicot, Desinversión y Sanciones?
Nada Elia es una popular académica y activista palestina, escritora, que está ahora completando un libro sobre el activismo de la diáspora palestina.
Fuente: http://mondoweiss.net/2016/09/edward-legacy-supporting/