La llama de la revolución y la revuelta sigue viva en todo el mundo árabe. La intensificación de las protestas en Siria, el anuncio de dimisión, aunque parece frustrada, del presidente en Yemen o las recientes movilizaciones en Marruecos muestran que la ola empezada con la caída de Ben Ali aún no ha terminado. […]
La llama de la revolución y la revuelta sigue viva en todo el mundo árabe. La intensificación de las protestas en Siria, el anuncio de dimisión, aunque parece frustrada, del presidente en Yemen o las recientes movilizaciones en Marruecos muestran que la ola empezada con la caída de Ben Ali aún no ha terminado.
La represión en Siria, Bahrein y otros países indican la firme voluntad de los regímenes de la región de no ceder ante la presión popular. Las conquistas democráticas y sociales sólo podrán llegar de la mano de una fuerte movilización social continuada que desborde al poder establecido. En Túnez y Egipto las dificultades que encuentran los procesos de cambio son enormes, y el grueso de las estructuras de los antiguos regímenes siguen todavía en pie. El reto de los movimientos populares en estos países es poder llevar el cambio hasta todas sus consecuencias, desmantelar completamente el viejo orden y conseguir que, junto con los cambios democráticos, haya transformaciones económicas y sociales sustanciales en favor de la mayoría social.
En Libia el fiasco de la operación imperialista de Sarkozy y compañía cada vez es más evidente. Nos oponemos a la represión de Gadafi contra su propio pueblo y a los intentos del imperialismo occidental de controlar el futuro de Libia y asegurarse así el suministro de petróleo. Rechazamos la intervención militar de la OTAN y al régimen de Gadafi. No queremos ni tiranías, ni intervenciones militares. Los bombardeos deben cesar de inmediato. Hay que exigir el embargo de todos los bienes y cuentas de Gadafi y su camarilla en el extranjero y el establecimiento de sanciones económicas (incluyendo el fin de los contratos petroleros) contra el régimen si éste no cesa la represión y Gadafi no abandona el poder.
Organizar la solidaridad internacional con las revoluciones y las movilizaciones en toda la región es una tarea central para la izquierda anticapitalista europea. El futuro de las revoluciones árabes no sólo va a determinar el porvenir de la región sino de todo el orden geopolítico internacional.
Las revoluciones de los pueblos del Magreb, árabes y amazig, y de todo el mundo árabe también son las nuestras.
3 de mayo de 2011
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