Recomiendo:
0

Árabes y occidentales pierden en su apuesta por debilitar a Hamás en Gaza

Fuentes: CEPRID

La reciente agresión a Gaza no hay que verla bajo el simple paraguas de medios y mensajes ni, aunque sea sangrante, sobre la muerte y la destrucción que Israel desencadena de forma cíclica. Hay que verla en términos geopolíticos. ¡Otra vez la geopolítica! No ha tenido nada que ver con el intento de Netanhayu de […]

La reciente agresión a Gaza no hay que verla bajo el simple paraguas de medios y mensajes ni, aunque sea sangrante, sobre la muerte y la destrucción que Israel desencadena de forma cíclica. Hay que verla en términos geopolíticos. ¡Otra vez la geopolítica! No ha tenido nada que ver con el intento de Netanhayu de asegurarse la victoria en las elecciones de enero, ni el hacerse valer ante la nueva Administración Obama. Sólo han sido asuntos secundarios. En realidad, Israel ha servido de punta de lanza de la decisión árabe-occidental para debilitar en la Franja a Hamás, inmerso en la elección de su Buró Político en el que la batalla por el control de la organización está siendo cruenta (en términos literarios).

Aunque aún no se conoce en todos sus extremos, será el actual segundo de a bordo, Mousa Abu Marzouk, quien pase a dirigir la organización mientras que el nuevo segundo será Ismail Haniye. Es decir, Gaza adquiere un claro poder dentro de Hamás y ese poder había que debilitarlo antes de que se hiciese lo suficientemente fuerte como para controlar toda la organización. Este ha sido el objetivo encubierto de la reciente agresión a Gaza y de ahí la destrucción de la práctica totalidad de las estructuras administrativas y comunicacionales de Hamás, además del pretendido «debilitamiento» militar de la organización.

Este nuevo equilibrio de poder es consecuencia del estado actual de Hamás, claramente dividido entre dos sectores: interior (Territorios Ocupados) y exterior (exilio). Si bien desde hace algunos años Hamás viene realizando una serie de movimientos tendentes a un abandono progresivo de la lucha armada, las revueltas árabes (que no revoluciones) y el papel protagonista que han asumido en ellas las monarquías del Golfo, cooptando dirigentes y comprando voluntades, están influyendo decisivamente en la organización. Tanto Jaled Meshal, actual jefe del Buró Político, como Ismail Haniye, uno de los líderes con más peso dentro de la Franja, han realizado giras diferentes por los países árabes (Túnez, Egipto, Jordania, Bahrein, Kuwait y Qatar) intentando lograr reconocimiento político y financiación además de un apoyo concreto a sus respectivas posturas. Meshal es partidario de una «refundación» de Hamás para convertirse sólo en partido político en la órbita de los Hermanos Musulmanes, abandonando de forma definitiva la resistencia armada, acercándose a Fatah y separándose del «eje de la resistencia» que componen ahora junto a Hizbulá, Siria e Irán. Lo que hay detrás de este viraje es, simple y llanamente, el reconocimiento de Israel. Haniye, por el contrario, considera que no hay que hacer concesión alguna mientras Israel continúe con el bloqueo a Gaza.

El movimiento de Meshal fue muy fuerte y, al estar apoyado política y económicamente por los países del Golfo (de forma especial Qatar), Haniye se vio obligado a hacer concesiones evidentes tanto en aspectos de política exterior (criticando con dureza a Siria) como en aspectos internos (aceptando el acuerdo de unidad a que llegó Meshal con el presidente palestino, Abbas), pero la correlación de fuerzas dentro de Gaza le hizo ser mucho más moderado a su regreso de esa gira y al comprobar hasta dónde había llegado Meshal en sus propuestas de cambio de rumbo (1).

Por ejemplo, en lo referente a la relación con Irán. Mientras que el exterior no sólo ha roto la alianza con Siria sino que se ha echado en brazos de las monarquías del Golfo para recibir dinero y reconocimiento (y, por ahora, sólo parabienes desde Occidente), el interior -sin rechazar las críticas al gobierno sirio- se ha cuidado muy mucho de hacer lo mismo y ha ido más lejos en sus viejas alianzas, hasta el extremo de firmar en septiembre protocolos y acuerdos de cooperación con Irán en aspectos políticos y militares que ahora se reconocen por parte iraní -Mohamad Ali Jafari, responsable del Cuerpo Iraní de Guardianes de la revolución Islámica- al manifestar que han suministrado a Hamás «la tecnología necesaria para producir rápidamente misiles de largo alcance, sin necesidad de suministros directos» (2).

Esta es la razón por la que en esta reciente agresión a Gaza han aparecido misiles, mejor o peor utilizados, como el FAJR-5 que tanto han asustado a los israelíes de Tel Aviv y Jerusalén y que suponen un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas. Algunos les han calificado casi como misiles de juguete, pero a los sionistas y a sus sostenedores, árabes incluidos, no les ha cabido duda alguna que esta sorpresa, no considerada al inicio de la ofensiva, ha sido determinante para que no se haya ido más allá. El propio Meshal, al referirse al acuerdo de alto el fuego durante la rueda de prensa que le sancionó en El Cairo, ha tenido que reconocer el papel de Irán en la resistencia de Hamás y la Yihad Islámica y la capacidad de respuesta que han tenido las organizaciones palestinas en esta ocasión.

El que Meshal haya mencionado de forma expresa a la Yihad Islámica indica el peso que esta organización ha tenido en la resistencia a la agresión israelí. La Yihad Islámica se había venido distanciando cada vez con mayor claridad de Hamás no sólo en la política palestina, sino anunciando que no tiene la menor intención de integrarse en una OLP refundada -uno de los aspectos que se incluyen en el acuerdo entre Hamás y Fatah-, sino en la política exterior. Su principal dirigente, Abdulá Ramazan, ha viajado repetidas veces a Teherán y condenado la injerencia extranjera en Siria. Su protagonismo en Gaza no deja de crecer y esta es la razón por la que en la rueda de prensa en la que se dio a conocer el acuerdo de tregua también estuvo, junto a Meshal, su secretario general Ramazán. Y es que, otro de los factores que tampoco se han tenido en cuenta en esta agresión ha sido la confluencia y unidad de acción que se ha producido entre Hamás, Yihad Islámica y el FPLP (las Brigadas Abú Alí) para confrontar la agresión israelí.

Elucubrando sobre esta confluencia, tal vez no sería aventurado decir que hay un reparto de papeles: Hamás, que gobierna, se puede encargar de mantener buenas relaciones con los países vecinos, en especial Egipto, para facilitar el levantamiento del bloqueo o aliviar a la población que sufre por el mantenimiento del mismo mientras que la Yihad cubre el flanco de mantener vivo el «eje de la resistencia». Estamos ante la estrategia de las dos piernas, la política y la resistencia, aunque está por verse si este equilibrio se mantendrá en el futuro.

Se puede discutir si los misiles que han utilizado ahora las organizaciones palestinas representan o no un peligro para Israel en el aspecto militar en el corto plazo, pero no sobre que sí lo son en el aspecto psicológico puesto que han creado un estado de pánico inhabitual, muy similar al que ya vivió la entidad sionista por primera vez en 2006 durante la guerra contra Hizbulá. Y, lo más importante, en el aspecto político dado que han mostrado a la sociedad árabe, ya convulsa, que Palestina sigue ocupada y que la resistencia esa ocupación continúa.

Los árabes, contra Hamás

Esto molesta a muchos líderes árabes, que ven a Hamás (y, sobre todo, a Hizbulá) como una pesadilla. Ambas organizaciones les ponen ante el espejo y dejan bien a las claras que estos gobiernos árabes, viejos o nuevos, no son enemigos de Israel. La postura adoptada por estos gobiernos, viejos o nuevos, con Libia o Siria es lo suficientemente clarificadora como para que no haya duda alguna sobre ello. Armar a los libios o a los sirios sí, a los palestinos no. Como tampoco llevar el tema a la Liga Árabe y de ahí a la ONU, como sí han hecho con la Libia de Gadafi o la Siria de Al-Assad.

Un recorrido por la prensa árabe es lo suficientemente elocuente como para certificar el miedo que sienten estos regímenes, incluida la Autoridad Palestina, frente a este tipo de organizaciones a quienes achacan, además, sus vínculos con Irán: «Los cohetes de Hamás son modestos, primitivos e ineficaces militarmente y sirven los intereses de Israel en su cálculo ganancia/pérdida, al tiempo que obligan a la comunidad internacional a permanecer en silencio» (3); «Jaled Meshal es el más realista y razonable de los líderes de Hamás, a pesar de que no tiene ninguna influencia sobre los líderes [de Hamás] de Gaza, [que están] controlados por Irán en sus decisiones y orientaciones. Para Irán la guerra de Gaza es como un regalo del cielo» (4); «Hay que buscar a Irán detrás de todo lo que sucede [en Gaza], juega un papel devastador en la arena árabe explotando las tensiones en la región durante las revoluciones de la primavera árabe con el fin de calentarla y hostigar a Tel Aviv y Washington» (5).

La sorpresa en estos regímenes fue mayúscula, al igual que la preocupación: Israel vuelve a estar en el centro del corazón de la calle árabe, no Irán. Eso lo logró Hizbulá en 2006 y lo ha vuelto a poner de manifiesto Hamás. La organización palestina también mantiene, por el momento y en lo referente a Gaza, su apuesta por la resistencia y se ha convertido en una poderosa fuerza de combate si llega el caso. Las repercusiones geopolíticas de ello son inconfundibles y eso explica el por qué ha exigido en el acuerdo de tregua el levantamiento del bloqueo a Gaza, parcialmente conseguido pero una cuestión que nunca había sido aceptada por Israel.

El acuerdo especifica que debe producirse «la apertura de los cruces (en Gaza) y facilitar el movimiento de personas y la transferencia de bienes y abstenerse de restringir los movimientos libres de los residentes de zonas fronterizas». Es decir, los productos básicos como medicamentos, combustible y otros bienes necesarios tienen que entrar en la Franja sin problemas. Junto a ello, Israel se ha tenido que comprometer a reducir las restricciones que impone a los palestinos en materia de pesca y agricultura en la Franja de Gaza. A partir de ahora los pescadores podrán faenar a una distancia de 6 millas de la costa (hasta ahora era de 3) y los agricultores pueden trabajar en la zona más próxima a la frontera con Israel, hasta ahora prohibido (6).

Las explicaciones para esta concesión son varias, desde la de quien argumenta que Obama ha logrado doblegar a Netanhayu tras su apoyo expreso a los republicanos hasta quienes argumentan que EEUU ha visto en esta ocasión la posibilidad de recuperar el terreno perdido en Oriente Próximo alentando el papel mediador de Egipto que, a su vez, había indicado su disponibilidad a cuestionar el Acuerdo de Paz que mantiene con Israel desde 1975 si se producía la invasión de Gaza. Pero, en cualquier caso todos estos movimientos se produjeron tras la sorpresa de los misiles, el claro determinante de la cuestión.

Sea como fuese árabes y occidentales, incluyendo a Israel, han sido incapaces de debilitar a Hamás dentro de la Franja, lo que repercutirá en el futuro devenir de la organización. Además, hay un hecho innegable y es que Hamás ya está en el primer plano político para quedarse y hay que contar con esta organización para cualquier solución en Palestina. Por eso hasta el pusilánime Mahmoud Abbas, que en la matanza que Israel desencadenó en Gaza en diciembre de 2008-enero de 2009 apostó por la misma para lograr el derrocamiento de Hamás, ahora ha tenido que reconocer «la victoria y firmeza del pueblo para afrontar la agresión» (7) y reclamar apoyo tanto de Hamás como de la Yihad Islámica en la aventura del reconocimiento de Palestina como estado observador en la ONU.

El sector de Hamás que representa Haniye ha salido claramente reforzado tras esta reciente agresión israelí, mientras que Meshal ha tenido que reconocer lo evidente y la patética Autoridad Palestina se ha hundido un poco más en el profundo pozo de la irrelevancia. Se entiende la sensación de victoria que se vive en Gaza. Netanyahu no mencionó ni una sola vez la palabra «victoria» en la conferencia de prensa en la que dio a conocer el acuerdo de tregua, lo que sí hicieron él y sus ministros y generales cuando la agresión del 2008-2009. La diferencia entre ambas situaciones está en los misiles, el factor sorpresa para el que no estaban preparados ni ellos ni sus aliados, occidentales y árabes. La realidad política es, en estos momentos, bastante intimidante para ellos.

Notas:

(1) Alberto Cruz, «Adiós, Palestina, adiós: la lucha por el poder en Hamás» http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1377

(2) Ria Novosti, 22 de noviembre de 2012.

(3) Al-Jazirah (Arabia Saudita), 21 de noviembre de 2012.

(4) Al-Hayat Al-Jadida (vinculado a la Autoridad Palestina), 19 de noviembre 2012.

(5) Al-Sharq Al-Awsat (Londres, de obediencia saudita), 20 de noviembre de 2012.

(6) Reuters, 24 de noviembre de 2012.

(7) Al-Quds Al-Arabi (Londres), 23 de noviembre de 2012.

Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su último libro es «La violencia política en la India. Más allá del mito de Gandhi»», editado por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a [email protected] o bien a [email protected]

Fuente original: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1567