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Arabia Saudí hace público un provocativo ultimátum a Catar

Fuentes: World Socialist Web Site

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Arabia Saudí y sus aliados han hecho público un extraordinario ultimátum a Catar que crea el marco para una drástica escalada de la confrontación que empezó con la imposición de un bloqueo diplomático y económico a principios de junio. Se le han concedido diez días a Catar para que acate a una amplia lista de trece exigencias o afronte unas consecuencias sin especificar. En caso de aceptarlas el diminuto y rico en energía Estado del Golfo se transformaría en un vasallo político de Riad.

Las exigencias, que se hicieron públicas ayer [23 de junio de 2017], son una provocación calculada que, como demasiado bien saben Arabia Saudí y sus aliados, casi con toda seguridad se rechazará. Según Associated Press (AP), los vecinos de Catar insisten en que las exigencias son indispensables, es decir, no negociables, y advierten de otras sanciones además de las ya existentes restricciones en las rutas aéreas, marítimas y terrestres.

Yousef al-Otaiba, embajador de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) en Estados Unidos, señaló a AP que las sanciones a Catar no tendrían un «elemento militar», pero no se puede dar crédito a esta afirmación. La imposición de un bloqueo por parte de Arabia Saudí, Egipto, los EAU y Barhein equivale a un acto de guerra y ofrece muchas oportunidades para que se produzca una provocación que podría precipitar un conflicto militar.

En un alarde de extraordinaria hipocresía Arabia Saudí, tristemente célebre por financiar milicias islamistas, esgrime la «guerra contra el terrorismo» como pretexto para su ultimátum. Entre las exigencias se incluye que Catar rompa su relación con una lista de «organizaciones terroristas, sectarias e ideológicas» y entregue a «figuras terroristas», fugitivos e individuos reclamados por Arabia Saudí, los EAU, Egipto y Barhein.

Catar ha negado enérgicamente las acusaciones y declarado que no negociará hasta que se levante el bloqueo. En respuesta a la lista de 59 individuos y grupos «terroristas» hecha pública por Arabia Saudí y sus aliados, el ministro de Asuntos Exteriores de Catar, Sheikh Mohammed bin Abdulrahman Thani, afirmó que en ella se incluían organizaciones benéficas legítimas, grupos a los que Catar ya había sancionado y extremistas que habían muerto o que ya no vivían en el país.

La insistencia de Riad en el cierre del canal de televisión y de noticias catarí Al Jazeera y de otros medios patrocinados por Catar pone de relieve el carácter extremadamente político de las exigencias saudíes. La monarquía saudí y sus despóticos aliados están dispuestos a silenciar cualquier crítica de sus políticas y a obligar a Catar a entregar a personas criticas y opositoras para castigarlas. Catar debe proporcionar detalles de todos sus contactos con la oposición política en Arabia Saudí, Egipto, los EAU y Barhein.

La exigencia principal es que Catar rompa relaciones con Irán, considerado por Arabia Saudí su principal rival por el dominio regional. El ultimátum exige a Catar reducir sus relaciones diplomáticas con Irán, cerrar las misiones diplomáticas iraníes en Catar, expulsar a miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán, poner fin a la cooperación militar y de inteligencia con Irán, y reducir las relaciones comerciales con Irán.

Arabia Saudí también exige a Catar el cierre inmediato de la base militar turca que se está construyendo en el país y detener la cooperación militar con Turquía. Este país, que ha incrementado su apoyo a Catar tras la imposición del bloqueo encabezado por Arabia Saudí, anunció ayer que no tiene intención de cumplir esta exigencia.

En un paso que hunde aún más el dedo en la llaga, Arabia Saudí exige a Catar que pague unas indemnizaciones no especificadas por la pérdida de vidas y financieras supuestamente causadas por sus políticas recientes.

Al mismo tiempo, Catar debe «alinearse militar, política, social y económicamente» con los demás países del Golfo y árabes, con lo que se convertiría en una colonia de Arabia Saudí, país que decidirá sus políticas externa e interna. Para asegurar que Catar acata estas exigencias se establecerá un sistema de auditorías intrusivas durante la próxima década.

El presidente estadounidense Trump ha aplaudido el bloqueo dirigido por Arabia Saudí impuesto a Catar y ha afirmado que es un logro de su gira por Oriente Próximo el mes pasado. «No podemos permitir que estas naciones increíblemente ricas financien el terrorismo radical islámico o el terrorismo de cualquier tipo», afirmó en un mitin celebrado en Iowa la semana pasada. En referencia a su encuentro con el rey saudí Salman Trump se jactó de que «hemos dado un gran paso» en la toma de medidas enérgicas contra la financiación del terrorismo.

Aunque Trump se alineó entusiasmado con Arabia Saudí en contra de Catar, el Secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson fue más cauteloso y advirtió el jueves que cualquier lista de exigencias a Catar tenía que ser «razonable y factible». Washington mantiene desde hace tiempo relaciones con Catar que incluyen una importante y estratégica base aérea estadounidense que alberga a 10.000 soldados estadounidenses. Catar es la base de vanguardia del Comando Central estadounidense y el centro de las operaciones de inteligencia en la zona.

El apoyo del gobierno Trump a Arabia Saudí forma parte de una más amplia ofensiva regional dirigida en primera instancia contra Irán, pero también contra Rusia. El ejército saudí respaldado por Washington ya está involucrado en la larga y sangrienta guerra en Yemen contra los rebeldes chiíes huti que Riad afirma están respaldados por Teherán.

Arabia Saudí también participa en la guerra encabezada por Estados Unidos en Siria para derrocar el gobierno del presidente Bashar al-Assad respaldado por Rusia e Irán. Aunque en teoría el conflicto se dirige contra el Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS por sus siglas en inglés), un grupo islamista reaccionario cuyas raíces están en grupos armados y financiados por la CIA, Arabia Saudí y sus aliados del Golfo, este conflicto se dirige cada vez más y abiertamente contra el régimen de Assad.

Esta semana las Fuerzas Aéreas estadounidenses derribaron por primera vez un bombardero del gobierno sirio en lo que se está convirtiendo en una lucha por lograr territorio como preparación para un enfrentamiento con Assad y sus partidarios una vez que el ISIS sea neutralizado. Estados Unidos ha reclamado una zona de exclusión aérea en un paso fronterizo estratégico de Iraq a Siria donde está adiestrando a combatientes en contra de Assad y ha derribado a dos drones iraníes en las últimas semanas.

 

La intensificación de la guerra en Siria por parte de Estados Unidos se produce después de que las fuerzas que actúan por delegación de Washington sufrieran golpes importantes y fueran expulsadas de la ciudad de Alepo a principios de este año. Las temerarias acciones de Washington aumentan el peligro de un conflicto mucho más amplio con Irán y Rusia. Tras el derribo del avión sirio, el ejército ruso declaró que no seguirá los protocolos para «rebajar el conflicto» y que podría atacar a aviones de guerra estadounidenses y aliados amenazadores.

 

El ultimátum lanzado por Arabia Saudí y sus aliados a Catar ha añadido otro foco de tensión explosivo al polvorín en Oriente Próximo que podría provocar un catastrófico conflicto regional y mundial que involucra a potencias nucleares.

Fuente: https://www.wsws.org/en/articles/2017/06/24/saud-j24.html

 

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.