Arafat, preso en la cárcel de la Mukata desde el año 2001 ha muerto. El que a última hora haya ido a un hospital y en el extranjero de su propia tierra es una representación de las carencias sanitarias palestinas, un gesto del carcelero para difuminar la estrategia de acoso, expulsión e inviabilidad de un […]
Arafat, preso en la cárcel de la Mukata desde el año 2001 ha muerto. El que a última hora haya ido a un hospital y en el extranjero de su propia tierra es una representación de las carencias sanitarias palestinas, un gesto del carcelero para difuminar la estrategia de acoso, expulsión e inviabilidad de un estado palestino.
El preso Arafat, era uno más de los 6.000 que estaban en diferentes edificios denominados cárceles, aparte de las cárceles urbanas rodeadas de check point, muros de los bantustanes, manchas de leopardo de los mapas de Cisjordania y Gaza.
Las carencias sanitarias que ha padecido Arafat eran idénticas a las que han venido denunciando todas las instituciones sanitarias palestinas, como los Comités de Trabajadores de la Salud. Por otra parte Arafat tenía carencias alimenticias debido al arrasamiento de campos de cultivo, cierres de población que impiden el paso de alimentos y otras mercancías. Arafat estaba rodeado de una población con el índice de pobreza del 77% y dependiente de la ayuda internacional.
Arafat sabía lo que había ocurrido a sus vecinos de Gaza recientemente con la operación del Ejército israelí de ‘Días de penitencia’ que consiste en ampliar una zona arrasada (llamada de seguridad), sin cultivos, árboles, olivos en concreto, sin viviendas que formen todo un perímetro desolado de las poblaciones y campos de refugiados palestinos, matando a todo lo que se mueva, más de cien personas, un tercio de ellas niños. El preludio del plan de separación y desestimiento de Israel de los territorios que considere no absorbibles. Sea en Gaza o en zonas concretas de Cisjordania.
La política de ocupación se reafirma en la pobreza, inhabitabilidad de lo ‘no ocupado’. En la esterilidad que se promueve.
A su vez, lo que ocurre en su tierra es fruto de la escasa respuesta internacional y la indiferencia de los medios de comunicación ante este episodio de la tragedia palestina: La impunidad con que actúa el Gobierno Sharon puede prolongarse hasta culminar una ‘separación’ israelo-palestina en que los últimos dispondrán de una colección de bantustanes y sus habitantes con un horizonte vital dependiente de agencias internacionales, la emigración o la absorción por los países vecinos.
El ‘peligro demográfico’
Los Gobernantes israelíes, ya sean del Likud, laboristas o de cualquier formación sionista (para poder presentarse a las elecciones en Israel todo partido tiene que aceptar que Israel es un estado judío) siempre tuvieron presente en sus diferentes estrategias el ‘peligro demográfico’. Éste, para los sionistas, era la posibilidad de que la población árabe tuviera mayor número que la población ‘israelo-judía’. La necesidad, pues, de asimilación de drusos, beduinos y marginalmente otros árabes, la expulsión por la fuerza, administrativa como la que está ocurriendo en Jerusalén, o la económica Cisjordania y Gaza, junto con su corolario de integrar a inmigrantes de todo pelaje pero que aceptasen las reglas racistas del Estado de Israel forman parte de un todo.
Arafat ha protagonizado diversas políticas. Era una utopía su reclamo de un Estado, dos naciones de los años ochenta, como después la quimera de la de dos Estados para dos naciones, con su firma de los Acuerdos de Oslo, donde no se impedía la ampliación de colonias y nuevos asentamientos. Los Gobiernos israelíes no han sido nunca un ‘socio’ leal en las negociaciones, no había una racionalidad pacificadora dado su proyecto político mesiánico fundamentalista. Los diversos Gobiernos israelíes han ‘vendido’ supuestos planes que las cancillerías y medios de comunicación occidental han considerado generosos hacia los palestinos consistentes en legitimar la ocupación post guerra de 1967. Se rechaza a los refugiados palestinos en Camp David, Taba o Ginebra pero a los colonos israelíes de Gaza se les promete indemnizaciones (después del incumplimiento de la convención de Ginebra) y ayudas occidentales.
Si por parte de los Laboristas-Likud se admite que existen los ‘palestinos’ separados del conjunto de los ‘árabes’ es para negarles a continuación que sean un sujeto político con derechos. Mientras tanto, la complicidad occidental, empezando por los Estados Unidos, pero también por la Unión Europea, antigua o ampliada, las corrientes políticas, sean las Internacionales Socialista y demás o la de los sindicatos, FIFA, Eurovisión aceptan la determinación sionista de demudar Palestina en el Gran Israel.
La guerra contra Iraq, confluencia de lecturas de dominio estratégico de materias primas e ideológicas de unos evangelistas hermanados con la venida del nuevo Mesías, a su vez, sirve para rehacer los mapas para que ese Israel, tras la derrota de cualquier resistencia, sea el adalid de la democracia y el desarrollo económico de la zona.
Por eso, lo preocupante no es que Arafat haya muerto en la cama, ni siquiera los últimos más de 100 asesinatos en Gaza. Tras Yenin, el Parlamento Europeo pidió la suspensión del Acuerdo Preferencial entre la Unión Europea e Israel. El Consejo Europeo (formado por los Gobiernos de los Estados miembros) con Alemania a la cabeza lo impidió, siendo el ministro de la coalición socialdemócrata-verde de Asuntos Exteriores Fischer su portavoz. Ahora, mientras Solana pide al Gobierno israelí el uso de la fuerza ‘proporcional’ sin mayores costes contra la ocupación y reclama el enésimo plan de ruta, en el Consejo de Seguridad el veto de Estados Unidos (con aquiescencia Bush y de Kerry) ha vuelto a impedir cualquier condena a Israel, mientras la operación de castigo y ocupación militar israelí, continúa.
Lo preocupante, es que se repetirán las operaciones de castigo de los ocupantes israelíes; que estamos viendo delante de nuestros ojos como se está dibujando el mapa de la injusticia y del oprobio. Y ese mapa contiene todavía más asesinatos, deportaciones y robos. Y lo sólo que están los resistentes. Y más Arafat muertos y una Palestina continuamente sangrante.
Es preciso, pues, seguir trazando políticas de intervención en lo mediático, cultural y político para remover, en nuestros países y Gobiernos esa falsa propaganda de ‘ecuanimidad’ y preocupación por la violencia, mientras dejan hacer. Y no aceptar el bla, bla, bla, de nuestros gobernantes. Los palestinos y los israelíes no sionistas así nos lo demandan.