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Argentina: ¿Expulsados del paraíso (de los transgénicos)?

Fuentes: www.grain.org

Argentina está pagando el precio de haber mordido la manzana de la tecnología transgénica y sufre los embates de los dioses Monsanto y Syngenta que amenazan con expulsarla del paraíso del «progreso» y los agronegocios. Si bien estas peleas no pasan de ser tironeos muy sobreactuados en los que se dirimen luchas de poder, en […]

Argentina está pagando el precio de haber mordido la manzana de la tecnología transgénica y sufre los embates de los dioses Monsanto y Syngenta que amenazan con expulsarla del paraíso del «progreso» y los agronegocios. Si bien estas peleas no pasan de ser tironeos muy sobreactuados en los que se dirimen luchas de poder, en realidad dejan al desnudo el único objetivo que persigue la creación de la tecnología transgénica: el control corporativo absoluto de la agricultura a través de los mecanismos combinados de la tecnología, los derechos de propiedad intelectual y el capital

Los conflictos de Argentina con las multinacionales Monsanto y Syngenta demuestran que no todas son rosas en el paraíso sojero, emblemático para todos los que pretenden demostrar el «éxito» de los transgénicos en el mundo (1).

Argentina conforma el grupo de los países que han tenido el «privilegio» de abrir el camino junto con Canadá y EEUU a la invasión planetaria de los transgénicos y fue la punta de lanza a través de la cual se constituyó «la República Unida de la Soja» en el Cono Sur (2). Fue justamente una de las multinacionales hoy en conflicto con Argentina la que bautizó con este nombre a los territorios que hoy barren con la agricultura tradicional, los campesinos y las áreas naturales de Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina.

A la debacle ambiental y social que están creando los transgénicos -liderados por los 16.000.000 de Ha de soja rr que se cultivan en Argentina en el presente (3,4)- ahora se suman los conflictos con Monsanto y Syngenta.

En ambos casos, los Derechos de Propiedad Intelectual son la herramienta a través de la cual las grandes corporaciones pretenden mantener el control del nuevo modelo de agricultura industrial que promueven, aún cuando no poseen las patentes sobre la tecnología rr en el país.

En todo caso, lo que queda absolutamente claro es que estas empresas no piensan largar la presa de uno de los pocos «éxitos» comerciales que han logrado en 20 años de desarrollo de transgénicos. O por lo menos que van a cobrar caro a aquellos que piensen resistirse a sus planes. Obviamente poco les importa que su éxito ocurra a costa del ambiente, la salud, la alimentación y el bienestar de los pueblos sobre los que imponen sus proyectos.

Monsanto: esto es un aviso

Ya en un documento anterior (5) analizábamos el conflicto que Argentina sostiene con Monsanto. En este caso, Monsanto reclama a los productores argentinos por el pago del uso de la «tecnología» de eventos transgénicos en semillas autógamas, principalmente la soja resistente al glifosato.

Monsanto no posee la patente del gen rr (tecnología de resistencia al glifosato) en Argentina pues «no presentó una solicitud de protección en tiempo útil» y por lo tanto la tecnología quedó en el dominio público (6). Mientras Monsanto veía extenderse el cultivo de la soja transgénica por todo el Cono Sur ningún reclamo se escuchó desde sus oficinas en relación al cobro de las regalías por el uso de la tecnología rr. Al contrario, su inactividad fue parte de la estrategia que usó para que los transgénicos se extendieran como reguero de pólvora de la mano de su éxito comercial.

De hecho a finales de la década del 90 otras semilleras inscribieron cientos de variedades de soja rr sin que Monsanto realizara ningún reclamo sobre los derechos de propiedad intelectual del gen rr (6).

Fue exactamente en el momento en que el cultivo de la soja alcanza la cúspide de su crecimiento geométrico y que Monsanto logra quebrar la resistencia de los movimientos sociales en Brasil logrando la aprobación del cultivo de la soja rr cuando Monsanto inicia sus reclamos en todo el Cono Sur.

En Paraguay y Brasil logra rápidos acuerdos con los productores. Sin embargo, en Argentina, los mismos productores que diseminaron la soja a lo largo y a la ancho del Cono Sur se negaron a firmar un acuerdo para el pago de regalías. El gobierno argentino, que obtiene suculentos ingresos de la exportación de soja a través de las retenciones agrícolas, salió en defensa de estos productores y a partir de allí es que comienza la guerra entre Monsanto y Argentina.

Desde hace tres años Monsanto reclama al gobierno argentino el pago de regalías por parte de los productores por el uso de la tecnología rr. La falta de acuerdo hizo que en el año 2003 Monsanto Argentina anunciara que discontinuaba su programa de mejoramiento en soja en el país «debido a la baja rentabilidad del negocio de semillas en soja, que imposibilita mantener los niveles adecuados de investigación en Argentina».

En el año 2005 Monsanto amplió su ofensiva bloqueando judicialmente el desembarco de soja argentina en la Unión Europea, donde si tiene la patente de la tecnología con un claro y único objetivo: lograr cobrarle a los productores argentinos las regalías por el uso se la tecnología de resistencia al glifosato (7) y seguir teniendo el control de las semillas de este – por ahora – suculento negocio.

Syngenta: ¡defendiendo el ambiente y la seguridad jurídica!

Argentina nunca se caracterizó por crear un sistema regulatorio riguroso para el control de los transgénicos. Desde sus comienzos la Secretaría de Agricultura de la Nación manejó a su antojo (y el de las corporaciones) la creación del marco regulatorio, la creación de las instituciones asesoras y el otorgamiento del permiso definitivo para la liberación de los OGM al ambiente.

Así fue que a través de simples resoluciones de la Secretaría de Agricultura se fijaron las condiciones a cumplir para permitir la liberación al medio del material genéticamente modificado (Resolución nº 656 de la SAGyP del 30 de julio de 1992, Resolución nº 837 de la SAGyP del 9 de setiembre de 1993, donde se sustituyen los Anexos I y II de la anterior por el Anexo I) (8).

Así es que Argentina llega al año 2006 con 17.000.000 de Ha sembradas con OGM (soja rr, máz bt y rr, algodón bt y rr) sin ninguna ley que regule la bioseguridad y mucho menos que aplique el principio precautorio. Ninguno de los grandes beneficiarios del negocio de los transgénicos se preocuparon por esto y tanto las corporaciones como las asociaciones ligadas al agronegocio (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, Asociación Semilleros Argentinos) aprovecharon de los beneficios que este modelo les traía.

Sin embargo, en los primeros meses del año 2006 la misma Secretaría de Agricultura emite una resolución (71/06) por la que exime de presentar la documentación necesaria a las empresas que quieran inscribir maíces con la tecnología rr (evento GA21). El maíz rr había sido autorizado meses atrás para la empresa Syngenta (Resolución SAGPyA N° 640 del 22-08-05) y como no está patentado en Argentina existe la posibilidad de que otras empresas registren otros maíces rr. Pero estas empresas deben realizar la correspondiente presentación a tal efecto cumpliendo la Resolución 39 de liberación al Medio de Organismos Vegetales Genéticamente Modificados (OVGM)

La Resolución 71/2006 tiene como objetivo exceptuar por un plazo de 90 días la aplicación del sistema previsto -y hasta ahora vigente- para la aprobación de nuevos eventos biotecnológicos, a todos aquellos que produzcan y/o comercialicen los materiales correspondientes a variedades de híbridos que tengan el gen GA21 de Syngenta.

Esta Resolución, hecha a la medida de algunas empresas demuestra una vez más lo arbitrario del sistema regulatorio argentino y la forma en que el mismo está al servicio de los intereses empresarios.

El principal beneficiario de esta medida es Atar, una empresa perteneciente al grupo Atanor, empresa de capitales nacionales con un largo historial de contaminación y, no casualmente, una de las principales fabricantes nacionales de glifosato.

Pero como esta vez los intereses tocados fueron muy grandes, Syngenta hechó mano a la Asociación de Semilleros Argentinos, de la que es miembro, para realizar un fuerte reclamo que aparentemente está haciendo peligrar el asiento del Secretario de Agricultura Miguel Campos. La ASA denunció que a través de esta Resolución se hacía peligrar la seguridad jurídica y ambiental del país (9, 10).

Por supuesto que las corporaciones van por más y, esta vez, de la mano de su vocero no oficial en los medios masivos de comunicación (H. Huergo, director del suplemento rural del principal diario argentino, Clarín) piden la aprobación del maíz bt-rr que está en trámite desde hace meses y que, según el autor de la nota, la Secretaría no aprueba como un «castigo» a Monsanto (11).

Ninguna preocupación mostraron en los años 90 los semilleros por la seguridad jurídica y el ambiente en la Argentina. En cambio, hoy ocupan las primeras planas de los medios dedicados al agro para denunciar lo que hace una década aplaudían. Como vemos, es esta una guerra de poderosos en la que sin duda los únicos derrotados serán la agricultura, la alimentación, la salud y el ambiente.

Hacia la Soberanía Alimentaria

Hace apenas un mes en el Foro «Tierra, Territorio y Dignidad» realizado en Porto Alegre, Brasil, cientos de campesinos decían: «La soberanía alimentaria se basa en el derecho humano a la alimentación, a la libre determinación, en los derechos indígenas al territorio, y en los derechos de los pueblos a producir alimentos para su subsistencia y para mercados locales y nacionales. La soberanía alimentaria defiende una agricultura con campesinos y campesinas, una pesca con familias pescadoras artesanales, unos bosques con comunidades forestales, unas estepas con familias pastoras nómadas…» (12).

Frente a tanto enredo legal y tanta batalla defendiendo intereses corporativos, vale la pena volver a las fuentes y reencontrarnos con el sentido básico, no mercantil,de la agricultura que irremediablemente deberemos recuperar para seguir transitando dignamente este planeta.

Referencias

1- Informe ISAAA

2- La república unida de la soja – Crónica de un desastre anunciado, 22-10-04

3- La soja transgénica en América Latina – Una maquinaria de hambre, deforestación y devastación socioecológica, por Miguel A. Altieri y Walter A. Pengue, enero 2006

4- Argentina – Estudio de Caso sobre la Soja RR, 15-4-04

5- Monsanto y las regalías semilleras en Argentina, 30-9-04

6- Monsanto vs. Argentina, Carlos M. Correa, Le Monde Diplomatique, abril 1006.

7- Detienen en España otro cargamento con harina de soja, 18-3-06

8- Biotecnología, Conabia, Reglamentaciones

9- Problemas para los transgénicos: los semilleros apuntan a derogar una resolución de la SAGPYA, 12-4-06

10- Algo huele mal en Agricultura, Diario Clarín, 15-4-06

11- ¿Porqué no el maíz Bt-RR?, 22-4-06

12- Foro «Tierra, Territorio y Dignidad», 9-3-06

GRAIN