Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Desde su ocupación de Palestina en 1948 para establecer el ilegal Israel en el centro del mundo árabe hasta el presente, los sionistas israelíes han emprendido siete guerras contra sus vecinos árabes. Seis de ellas después de 1967 para mantener su ocupación del resto de Palestina, de las Granjas de Cheeba libanesas y de los Altos de Golán sirios, formalmente reconocido por la comunidad internacional como ocupaciones.
Israel ha mantenido su ocupación de la tierra durante las últimas seis décadas. La cuestión que se plantea es cómo un Estado pequeño como Israel, 7 millones de judíos sionistas en una zona de 8.000 millas cuadradas (excluyendo los territorios ocupados en 1967) ha podido mantener esta ocupación contra cientos de millones de árabes y sin la aprobación de la comunidad internacional civil (no política). La respuesta es intimidando con una fuerza brutal extrema. Israel es una sociedad militar en la que cada ciudadano sionista israelí, desde su niñez hasta su senectud, es militarista de una forma u otra. Israel posee todo tipo de armas, incluyendo las de destrucción masiva como las armas nucleares y químicas.
Israel no se convirtió por sus propios méritos en el cuarto mayor ejército del mundo, sino gracias al suministro por parte de los países occidentales de todo tipo de armas. En su informe del 23 de febrero, «Foreign Arms Supplies To Israel/Gaza Fueling Conflict«, amnestyusa.org nombraba 18 Estados miembro de la Unión Europea que autorizaron 1.018 licencias de exportación de armas a Israel por valor de un poco menos de 200 millones de euros. Todas estas exportaciones de armas violan el Código de Conducta de la Unión Europea sobre Exportación de Armas según el Criterio 2, por el que se supone que los Estados miembro «deniegan una licencia de exportación si existe un claro riesgo de que esta exportación pueda ser utilizada para la represión interna y usada en la comisión de graves violaciones del derecho humanitario internacional». Israel ha cometido este tipo de violaciones durante toda su existencia.
Francia, Alemania y Rumanía son los tres principales suministradores de armas a Israel por valor de, respectivamente, 126 millones de euros, 28 millones de euros y 17 millones de euros. Otros importantes suministradores de armas a Israel desde 2001 son, por orden alfabético, Austria, Australia, Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Brasil, Colombia, Corea del Sur, Eslovenia, España Finlandia, Hungría, India, Italia, Polonia, República Checa, República Eslovaca, Reino Unido, Rumanía y Serbia-Montenegro.
El informe también señalaba el bien conocido hecho de que «desde 2001 Estados Unidos ha sido, con mucho, el principal suministrador de armas convencionales a Israel». También llegaba a la lógica conclusión de que «dicho sencillamente, la intervención militar de Israel en Gaza ha sido en gran parte equipada por armas, municiones y equipamiento militar suministrados por Estados Unidos y pagados con el dinero de los contribuyentes estadounidenses». Lo que no indica el informe es que Israel había violado las leyes estadounidenses que rigen las transferencias de armas.
Al examinar la ayuda militar estadounidense a Israel encontramos que desde el final de la Segunda Guerra Mundial Israel ha sido el mayor receptor de la ayuda estadounidense (Armed & Dangerous Report). Desde 1949 a 2007 Israel ha recibido más de 101.000 millones de dólares en ayuda militar y económica total. Un Memorandum de Entendimiento (MOU) previo entre ambos países empezaba a eliminar por fases la ayuda económica y en 2008 toda la ayuda estadounidense a Israel se convirtió en ayuda sólo militar. El actual MOU, firmado por el vice-secretario de Estado Nicholas Burnsen en agosto de 2007, ha aumentado la ayuda militar a Israel en un 25% para los próximos diez años (2009-2018) por un total de 30.000 millones de dólares.
Durante la administración Bush (2001-2007) la ayuda militar estadounidense a Israel llegó por medio de tres programas principales: Ventas Militares Extranjeras (FMS), dirigido por el Pentágono, supuso un total de 25.200 millones de dólares en ventas de armas y contratos, Ventas Comerciales Directas (DCS), dirigido por el departamento de Estado, supuso un total de 6.160 millones de dólares en armas y equipamiento y Artículos Excedentes Militares (EDA) también dirigido por el Pentágono, supuso un total de 36 millones de dólares en armas y equipamiento usados. El total asciende a un total de un poco menos de 31.400 millones de dólares.
El FMS suministró a Israel ayuda militar aérea, misiles y municiones, ayuda naval, diseño, vehículos y diversa ayuda militar. Israel recibió 9.810 millones de dólares para sus fuerzas aéreas en los que de incluían aviones de combate F-35, aviones C-130J-30, JP-8 y T-6A Texan. En misiles y munición Israel recibió bombas de pequeño diámetro GBU-28 & 39 por valor de 2.730 millones de dólares, TOW, Hellfire, munición rompe-búnkeres, AMRAAM, Harpoon, Sidewinder, y series JDAM y MK-80. Estados Unidos dio a Israel nuevas series de barcos de combate (Littoral) por valor de 1.900 millones de dólares, vehículos y camiones blindados para transportar tropas por valor de 164 millones de dólares, y artículos varios en forma de misiles Patriot y armas ligeras anti-blindaje M72A7 por valor de 253 millones de dólares. En este paquete del FMA también se incluía el diseño y construcción de dos bases de infantería por un valor de 350 millones de dólares.
El programa DCS contenía unas trescientas categorías diferentes de armas transferidas a Israel. Las diez principales categorías para 2001-2006 fueron 557.896 millones en piezas de recambio de aviones, 449 millones en piezas de recambio de misiles, 439 millones en piezas de recambio para aviones F-100, 254 millones en series de motor del F-100 (F-15 y F-16), 210 millones en componentes y piezas de recambio navales, 186 millones en piezas de recambio del avión de combate F-15, 163 millones en componentes electrónicos y piezas de recambio, 128 millones en material para munición y 120 millones en equipamiento de adiestramiento.
El programa EDC envió por barco a Israel helicópteros usados Cobra, transporte de personal y de puestos de mando, y artículos diversos por valor de 36 millones.
La ayuda militar estadounidense a Israel más escandalosa son los miles de millones de dólares en petróleo refinado entregados al ejército israelí. Las refinerías propias que Israel posee en Haifa y Ashdod, que podrían suministrar al ejército israelí todo el combustible que necesita, en vez de ello producen y venden sus productos refinados al mercado exterior. El ejército israelí consigue todo el combustible que necesita del programa estadounidense FMS. El departamento de Defensa estadounidense utiliza el dinero de los contribuyentes estadounidenses para comprar petróleo no refinado a los Estados del Golfo Árabe, lo envía por barco a las refinerías estadounidenses y, una vez refinado, lo envía por barco a Israel.
Según documentos obtenidos gracias a la Ley de Libertad de Información, desde 2004 hasta 2008 la administración Bush había concedido al ejército israelí 500 millones de galones de productos petrolíferos por valor de 1.100 millones de dólares. Durante este periodo los contribuyentes estadounidenses se enfrentaban a una crisis de energía y tuvieron que pagar en el surtidor 4 dólares por galón, mientras que Israel conseguía gas gratis de la administración Bush. Alguien tenía que pagar por este gas y no fueron los israelíes.
Además, Estados Unidos concede garantías de crédito a Israel de manera que éste puede obtener créditos en el mercado internacional a bajo interés y si Israel no pudiera pagarlos, Estados Unidos pagaría la fianza a Israel con dinero estadounidense de los impuestos de manera similar a los últimos 700.000 millones de dólares pagados como fianza de los bancos estadounidenses. Existe una condición para estos préstamos garantizados, que sólo se pueden utilizar para apoyar actividades dentro de las zonas en las que Israel tiene soberanía (antes de la guerra de 1967) y no se pueden utilizar en los territorios palestinos ocupados. Ésta es una condición engañosa ya que estos préstamos pueden liberar otro dinero del presupuesto israelí para utilizarlo en la construcción de los asentamientos ilegales en los territorios ocupados.
Hay tres leyes estadounidenses que rigen la transferencia de armas a otros países. La primera es la Ley de Control de la Exportación de Armas (P.L.80-829). Esta ley estipula que las armas estadounidenses dadas o vendidas a cualquier país extranjero sólo se pueden utilizar la legítima defensa y para la seguridad. No se pueden utilizar en operaciones de ocupación.
La segunda es la Ley de Asistencia Exterior (P.L.97-195), que estipula que un país no es susceptible de recibir ayuda estadounidense si mantiene una pauta constante de graves violaciones de los derechos humanos reconocidos internacionalmente.
La tercera es la Ley Leahy (Ley de Partidas para Operaciones Exteriores). Es una parte anual de la Ley de Partidas Exteriores y estipula que no se concederá ayuda a ninguna unidad de las fuerzas de seguridad de un país extranjero si el secretario de Estado tiene pruebas creíbles de que dicha unidad ha cometido graves violaciones de los derechos humanos.
Al aumentando su ocupación de la tierra los israelíes han violado muchas resoluciones de Naciones Unidas, han violado tanto el derecho internacional como sus propias leyes y todos los derechos humanos, han cometido graves crímenes de guerra y perpetrado terrorismo contra los árabes en general y los palestinos en particular.
ONGs israelíes, palestinas e internacionales han documentado muchas veces que desde 1948 Israel ha violado sistemáticamente el derecho internacional y los derechos humanos. Contrariamente a la falsa propaganda israelí y estadounidense, en todas y cada una de sus siete guerras Israel había iniciado el conflicto de un modo u otro: había atacado a sus vecinos, cometido crímenes de guerra y ocupado partes de su tierra. Los israelíes han expulsado a cientos de miles de palestinos de su país, han borrado completamente muchas ciudades palestinas y construido ahí colonias israelíes; han robado tierra agrícola palestina y controlado por la fuerza su economía. Israel ha metido en la cárcel a miles de dirigentes y de combatientes palestinos y mantenido al resto de la población confinada en lo que en la práctica son cárceles al aire libre al otro lado del muro de separación.
Atacar a civiles palestinos, en su mayoría mujeres y niños indefensos, se ha convertido en el entretenimiento cotidiano de los terroristas colonos sionistas radicales apoyados y armados por el gobierno israelí. Los soldados israelíes practican el deporte de cazar (disparar) a los niños palestinos que van al colegio o juegan delante de sus casas. El ejército israelí está utilizando los territorios palestinos ocupados en 1967 y a sus habitantes como campo y personas de pruebas en las que prueban sus nuevas armas y las estadounidenses, como se ha visto en los últimos ataque y masacre israelí en Gaza durante 22 días.
Los sucesivos gobiernos israelíes han enviado sistemáticamente a sus ejércitos a masacrar civiles palestinos. El ejército israelí ha utilizado para atacar específicamente a mujeres y niños palestinos todo tipo de armas suministradas por Estados Unidos, incluyendo bombas y misiles recubiertos uranio empobrecido, bombas DIME*, armas químicas como fósforo blanco y armas convencionales. Sólo tenemos que acudir a las dos últimas guerras israelíes, la de julio de 2006 contra Líbano y la de diciembre de 2008 contra Gaza, todavía frescas en la memoria, para ser testigos de claras pruebas del terrorismo, de los crímenes de guerra, de la falta de respeto por el derecho internacional y los derechos humanos, y del desprecio hacia ambos del que hace gala Israel.
La fuerza motriz de los crímenes de guerra y del terrorismo sionista israelíes ha sido la ideología religiosa racista extrema de establecer un Estado teocrático puro «judío» para el pueblo elegido de Dios, los «judíos narcisistas sionistas», en la tierra prometido por Dios del Gran Israel, «Eretz Israel», que se extiende desde el Nilo hasta el Éufrates. Este sueño teocrático necesita una guerra santa (que no es la primera contra Oriente Medio) para desalojar y expulsar a los habitantes originarios de la tierra con el fin de dejar espacio en el que vivan los judíos de todo el mundo que vayan a vivir a esta Tierra Prometida. Así es cómo los judíos conciben su «solución final» para su «problema palestino»: destrucción, masacres y expulsiones masivas.
A pesar de que Israel ha violado todas las leyes estadounidenses y europeas sobre transferencia de armas, ninguno de estos países ha llevado a cabo investigación alguna para imputar a Israel responsabilidades según dichas leyes. Los dos raros incidentes en los que el departamento de Estado estadounidense investigó, bajo presión, violaciones israelíes fueron completamente suprimidos y anulados. El primero ocurrió en 2002 cuando Israel lanzó un abomba de una tonelada sobre un edificio de viviendas en la ciudad de Gaza para asesinar extrajudicialmente al dirigente de Hamás Salah Shehadeh y mató a otros 14 civiles, mujeres y niños. Esta investigación fue anulada ni más ni menos por John Bolton, en aquel momento vice-secretario de Estado para el control de armas y la seguridad internacional. La investigación nunca fue enviada al Congreso en violación de la legislación estadounidense.
La segunda investigación se produjo en 2006 cuando Israel arrojó aproximadamente un millón de bombas de racimo sobre zonas civiles del sur de Líbano en las últimas 72 horas de la guerra, incluso después de que se hubiera acordado un alto el fuego. El departamento de Estado hizo una investigación altamente secreta que sólo se entregó a unos pocos miembros importantes del Congreso, como la portavoz de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y el «sionista» Joe Biden, actual vice-presidente. No hay ni que decir que esta investigación nunca vio la luz.
Israel es una entidad terrorista que carece de límite específico alguno. Es un régimen expansionista colonizador. Sus sucesivos gobiernos han ignorado todas las resoluciones de la ONU, violado el derecho internacional y todos los derechos humanos, cometido genocidios equiparables al Holocausto y perpetrado crímenes de guerra contra sus vecinos, contra la madre tierra y contra el medio ambiente.
Sin embargo, las elites políticas occidentales justifican el terrorismo israelí como auto-defensa y siguen transfiriendo más armas devastadoras a esta entidad terrorista para que emprenda más guerras en el futuro y cause más estragos en el mundo árabe. También distorsionan los hechos y describen a las víctimas del terrorismo israelí, a los palestinos, como terroristas, les niegan su legítimo derecho a empuñar armas para defenderse y envían a sus barcos de guerra y equipos de vigilancia para hacer aún más estricto el ilegal bloqueo israelí a Gaza bajo el disfraz de impedir «el contrabando de armas», mientras que al mismo tiempo vierten algunas lágrimas de cocodrilo y piden ayuda humanitaria para los palestinos de Gaza.
A los árabes de Oriente Medio Israel les parece una herramienta militar en manos de los países occidentales. El odio a estos regímenes políticos occidentales es la consecuencia natural de armar a Israel. ¿Deberíamos seguir preguntándonos «por qué nos odian»?
Dr. Elias Akleh es un escritor árabe descendiente de palestinos y nacido en la ciudad de Beit-Jala. Vive actualmente en Estados Unidos. Correo electrónico: [email protected]
* N. de la T.: las bombas DIME son un nuevo y sofisticado tipo de bomba de fragmentación que causan unos destrozos irreparables en el cuerpo humano. Véase el escalofriante artículo: http://cavb.blogspot.com/2009/
Enlace con el original: http://amin.org/articles.php?