Recomiendo:
0

Artes de Cuba en Washington: como lo vieron o les hicieron ver (y II)

Fuentes: Cubahora

Lo que brilla con luz propia, no hay mercantilismo que lo anegue. Ni por asomo se ha de considerar el impacto mediático como indicador del impacto artístico, cultural y, en última instancia, humano del Festival Artes de Cuba «From de Island to the World». Tampoco por los indicadores que miden la «farándula», los likes en […]

Lo que brilla con luz propia, no hay mercantilismo que lo anegue.

Ni por asomo se ha de considerar el impacto mediático como indicador del impacto artístico, cultural y, en última instancia, humano del Festival Artes de Cuba «From de Island to the World». Tampoco por los indicadores que miden la «farándula», los likes en Instagram, Facebook o las reproducciones de los videos en YouTube.

No fueron convocados influencers a la cita del Kennedy Center. Los que venden y mueven multitudes no conectan sensibilidades, reavivan raíces ni producen experiencias como las experimentadas del 8 al 3 de junio en los espacios de la llamada «meca del arte estadounidense».

El video en el canal de YouTube del Kennedy Center de la Opening Night, esa muestra del «Cuerno de la abundancia» en que devino el Festival, emitido en directo aquel ya memorable 8 de mayo, había sumado 7757 visualizaciones al momento de escribir estas notas.

El de la presentación de la Orquesta Miguel Faílde en el Millennium Stage, disponible desde el 11 de mayo, 2846 visualizaciones, y el del cuarteto Caribe Nostrum (9 de mayo, 2018), también en el Millennium Stage, 1090. Se destacan entre los más vistos del canal, pero con resultados incomparables con videos del mainstream, como, por ejemplo, el de «Suma y Resta» de El Micha feat. Gilberto Santa Rosa, estrenado el 4 de mayo y que suma 1 530 435 visualizaciones y 10 000 likes.

Se han de considerar otras «huellas» para aquilatar el esfuerzo de tres años de Alicia Adams, curadora del festival y vicepresidenta de programación internacional para el Kennedy Center, y su equipo de curadores y productores del mega evento.

No obstante, fue imposible ocultar la magnitud y saldos del Festival, el inmenso resultado de «ofrecer una estampa auténtica de la isla a través de las diversas disciplinas» que se compartieron en los espacios del Kennedy, la gran oportunidad para el público de Washington de rodearse de «los tesoros artísticos de una de las culturas más dinámicas en el mundo», el crecimiento personal y profesional de los artistas participantes, la demostración de las posibilidades del arte y la cultura para unir a los pueblos.

Los datos ofrecidos por Google trends confirman lo que era presumible. El impacto fue modesto y más bien local, en el Distrito capital y en aquellos Estados donde se concentran latinos y cubanoamericanos, La Florida, Nueva York, California y Texas, fundamentalmente.

Aunque en los medios hegemónicos preponderó lo noticioso, condimentado con lo político, algunos medios especializados tomaron nota de las presentaciones y exposiciones. Igualmente, se manifestó un predominio de la información previa al Festival, para anunciarlo, dar a conocer las motivaciones de los organizadores y sobre todos el variado y rico programa, que incluía más de 50 eventos durante dos semanas, más las presentaciones del Ballet Nacional de Cuba.

Así lo hizo, The Washington Post con «The Kennedy Center is bringing Cuba’s top musicians, dancers and other artists to D.C.» y con «The can’t-miss shows of the Kennedy Center’s unprecedented Cuba festival». Tiempo Latino, el principal periódico en español en el área metropolitana de Washington, con «De Cuba a Washington para el mundo» y «Festival Artes de Cuba: una oportunidad para vivir la Isla desde la capital», que incluía una conversación con Gilda Almeida y Alicia Adams, «líderes y organizadoras de este gran proyecto cultural».

Por igual, la agencia EFE con «El Kennedy Center de Washington acoge el mayor festival cubano en EE.UU.», de Cristina García Casado, publicado en El Espectador de Panamá, y que recoge importantes valoraciones de la directora de programación internacional del Kennedy Center, Gilda Almeida, quien explica: «No ha habido ningún festival cubano en el país de esta escala. Cubre todos los aspectos importantes de la cultura de la isla: música, danza, teatro, cine, moda, diseño, cocina; desde lo tradicional hasta lo contemporáneo», y defiende que todo lo que se hizo, tuvo el foco en el arte porque «el arte tiene el poder de unir a la gente, es una oportunidad para exponer a la audiencia diferentes culturas, siempre hemos tratado de hacer eso con nuestros programas internacionales».

La gala de apertura en el Teatro Eisenhower, fue el espectáculo más reportado. La exigente Anne Midgette redactó «A Cuban cornucopia at the Kennedy Center», para el The Washington Post. «Una explosión de arte cubano» fue su expresión para sintetizar las impresiones de aquella noche. Como «un crisol de culturas, intrincado y gratificante» le pareció la interpretación por el guitarrista Alí Arango de la sonata del reconocido compositor cubano Leo Brouwer. Por su acompañamiento a la Omara Portuondo, el joven pianista Roldany Hernández le merece el calificativo de «talentoso». Sobrecogida por la ejecución de la Orquesta del Liceo de La Habana, que a su decir «derribó la casa», terminó convocando al público a asistir a su próxima presentación, con Arango como uno de sus solistas.

«El Kennedy Center se contagia con la ‘cubanía’ en festival de arte de Cuba», fue el titular escogido María Peña para La opinión, de Los Ángeles, y repicado por el también hispano El diario, de Nueva York. Como la oportunidad de mostrar y disfrutar «lo mejor de la diversidad y riqueza cultural de la isla y un verdadero festín para los sentidos» fue presentado el Festival. La periodista, al reseñar la gala inaugural, destacó entre las «estrellas que iluminaron el escenario en el Kennedy Center», la actuación de la diva Omara Portuondo, el pianista Rolando Luna, la Orquesta del Liceo de Cuba, el compositor y pianista Aldo López Gavilán, el saxofonista y compositor Yosvanny Terri, el pianista Jorge Luis Pacheco, la Orquesta Miguel Faílde y Aymée Nuviola. También dio opiniones elogiosas de las creaciones de la diseñadora Celia Ledón: «considerada una artista vanguardista de la alta costura» y de la obra «Híbrido de un Chrysler», de Esterio Segura, quien comentó «ha recibido elogios de los críticos».

Algunas emisoras de radio también promovieron y reseñaron momentos importantes del Festival. En la web de la emisora de radio Alt.Latino, aparece la reseña de Marisa Arbona-Ruiz del «concierto espectacular» con el que se dio inicio a una exhibición multidisciplinaria y sin precedentes de la cultura cubana.

En la web de la WESM913 aparece otro reporte de Marisa Arbona-Ruiz, «A Historic Music Festival Celebrates Cuba’s Vast Range», en el que se elogia al Festival, como una celebración que demostraba el amplio diapasón de la música cubana. No faltaron favorables comentarios de las actuaciones de Yissy García, los Van Van y Haydée Milanés.

«La compositora y percusionista Yissy García ofrece una exhibición emocionante de maestría musical, ella y su grupo de cinco integrantes Bandancha, electrificaron al público con un set de sonidos complejos y contemporáneos». «En su actuación, García demostró ser tan hábil con los ritmos afrocubanos como con el jazz contemporáneo, el R & B, el funk y el hip-hop»-comentó. Del «tren de la música cubana, resaltó la ejecutoria de su director y baterista Samuel Formell y la emotiva interacción con el público asistente.

Cinco párrafos dedicaron al que en su opinión fue el «concierto más emotivo del festival», la presentación de Haydee Milanés con su trio y Pablo Milanés como invitado. «Milanés encarnó la belleza, la gracia y la reverencia, por dentro y por fuera», convirtiendo al Teatro Eisenhower en «un íntimo cabaret de jazz latino, una voz suave y cautivadora fluyó a través de suaves disimulos y susurros románticos en alientos interminables».

La CNN en español con la periodista de Ione Molinares informó en dos ocasiones sobre el Festival. Primero, la llegada al «legendario Kennedy Center» de una «muestra de la vanguardia artística cubana» y en el que se destacan las propuestas visuales de Roberto Diago, Celia Ledón y Roberto Fabelo.

Semanas después, las siete actuaciones del Ballet Nacional de Cuba (BNC) significaron las motivaciones de su regreso al Kennedy Center y destacaron las cualidades que distinguen a una compañía «mundialmente reconocida por la calidad de sus bailarines y su imponente puesta en escena».

Una de las reseñas más completas del Arte de Cuba apareció en el portal especializado en música Downbeat, con el título «Cuban Culture Comes to Kennedy Center». John Murph, luego de comentar la noche inaugural, «una muestra generosa de las cosas brillantes por venir», realiza un paseo por las diversas propuestas, artes visuales, cine y moda…, para desembocar en la música.

A la baterista Yissy García y su grupo Bandancha dedica tres párrafos plenos de elogios por su emocionante actuación en el Teatro Eisenhower y expresión de su disfrute por la ejecutoria, «ataque ingenioso y sus dinámicas improvisaciones», más la polirritmia de su propuesta, vigorosa amalgama del jazz afrocubano, hip-hop, go-go, funk y post-be bop.

Al referirse a la feliz iniciativa de los organizadores de transformar el Jazz Club del Kennedy Center en el «Club Cubano», del 9 al 18 de mayo, destacó especialmente las dos presentaciones de la cantante y compositora Zule Guerra y su quinteto Blues de Habana, reconociendo sus cualidades vocales y ágil fraseo.

Igualmente significó Murph que el festival Artes de Cuba «no fue corto en talento jazzístico», presentándose una alineación de lujo que incluyó a Arturo O’Farrill y Afro Latin Jazz Ensemble, la familia López-Nussa y Dizzy Gillespie Afro-Cuban Experience.

Sin dudas, el BNC acaparó el mayor cúmulo de atención; ninguna otra agrupación o participante mereció tantas críticas y tan favorables.

Desde las páginas del diario Chicago Tribune, la crítica Lauren Warnecke elogió el vivaz cuerpo de baile del BNC que, a su juicio, ejecutó una coreografía nítida que recuerda la destreza técnica de Alicia Alonso y el estilo claramente cubano que trajo a los escenarios estadounidenses. De las primeras funciones, Warnecke destacó también los equilibrios de la primera bailarina Viengsay Valdés en una pierna, uno de los cuales duró eones, según dijo. Al mismo tiempo confesó que durante las presentaciones le entusiasmaron también las piruetas quíntuples de Patricio Revé y sus variaciones igualmente impresionantes.

El portal digital DC Theatre Scene afirmó: «Hay compañías de ballet con una técnica irreprochable y otras con una presencia universalmente cálida y accesible. Rara vez se combinan esas cualidades tan exitosamente como lo hace el Ballet Nacional bajo la dirección continua de Alonso».

«La sonriente Valdés transmitió una Kitri instantáneamente agradable desde su primer grand jeté, casi sentándose en el aire mientras la multitud jadeaba. La audiencia estaba lista para un trabajo de pies muy afilado, y no nos decepcionó su velocidad y audacia», expresó Carolyn Kelemen en el portal DC Metro Theater Arts.

En la reseña para el Broadway World de Roger Catlin, escritor cuyos trabajos han aparecido en The Washington Post y Bethesda Magazine, tampoco faltan elogiosos comentarios de la puesta en escena de Don Quijote y de sus protagonistas: Viengsay Valdés, Dani Hernández, Félix Rodríguez, Ernesto Díaz, Yansiel Pujada, Darion Darias y Yiliam Pacheco. La primera bailarina, en el papel central de Kitri, fue «una delicia, con movimientos fáciles y flexibles». También destacó en su ejecutoria, el rigor técnico que Alonso ha inculcado en la compañía, «giros técnicamente brillantes e inquebrantables y puntos de equilibrio prolongados que provocaron exclamaciones y aplausos» -comenta.

Por el estilo fueron las valoraciones de Carmel Morgan en su blog Critical Dance. Antes, había sido especialmente elogiosa con la presentación de la compañía de Irene Rodríguez.

Al Mayadeen TV Español, que al menos dos veces se había referido a «el mayor evento cultural de Cuba en Estados Unidos», calificándolo como «éxito total»; al reseñar la actuaciones del BNC destacó los fuertes vítores con el que correspondió el público por la presentación de Don Quijote en la noche del martes 29 en la Casa de la Ópera.

«Deslumbrante estuvo la primera bailarina Viengsay Valdés en el papel de Kitri», «Dani Hernández, primer bailarín del BNC, se mostró impecable en su interpretación de Basilio y, junto a Valdés, arrancó ovaciones en varios momentos, sobre todo en el Grand pas de deux del tercer y último acto» -se apuntó en el reportaje.

No por gusto los organizadores concibieron como cierre de esta gran celebración de la cultura cubana las presentaciones del BNC, con dos de las obras más significativas de su repertorio, Giselle y Don Quijote. Rememorando, además, las cuatro décadas del debut del BNC en Estados Unidos, en este mismo escenario a orillas del Potomac.

Por casi un mes brilló allí una representación de lo mejor de la cultura de la nación, convencida de las capacidades del arte para levantar puentes de hermandad y armonía, y que responderá ante propuestas como estas impacte o no en los medios hegemónicos o en su posicionamiento en la escala por donde se cotizan las mercancías que promueven las industrias culturales y del entretenimiento. Porque lo que brilla con luz propia, no hay mercantilismo que lo anegue.

Fuente: http://www.cubahora.cu/cultura/artes-de-cuba-en-washington-como-lo-vieron-o-les-hicieron-ver-ii-y-final

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.