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Arzalluz, Castro y Chávez

Fuentes: Rebelión

La biografía sobre el que fuera presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, editada por Javier Ortiz, me ha permitido leer las impresiones de este político sobre los presidentes cubano y venezolano. Sinceramente, me han sorprendido alguna contradicción entre sus afirmaciones y también su poca coherencia con la política de ese partido. La página que […]

La biografía sobre el que fuera presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, editada por Javier Ortiz, me ha permitido leer las impresiones de este político sobre los presidentes cubano y venezolano.

Sinceramente, me han sorprendido alguna contradicción entre sus afirmaciones y también su poca coherencia con la política de ese partido.

La página que aborda «la Cuba de Fidel Castro» se inicia afirmando: «Empezaré por decir que yo no trago a ningún dictador y, en consecuencia, tampoco a Fidel». Critica «que el castrismo niegue al pueblo cubano sus derechos y libertades democráticas, que meta en la cárcel a los disidentes, etcétera». Y sin embargo, una vez dicho ésto, se suceden palabras amables. Dice que «plantar cara al Gran Imperio, que te considera una simple porción de su patio trasero, es para mí un valor importante, digno de estima». Incluso se pregunta si «¿son mucho mejores, acaso, los regímenes centroamericanos que los Estados Unidos catalogan como «democráticos?» y «¿qué libertades democráticas hay en esos países, a los que Washington concede todos sus parabienes sólo porque se comportan con él como dóciles súbditos?». Incluso añade que «si comparamos cómo se vive en Cuba y cómo se vive en otros países, Castro vence por goleada. En Cuba hay escasez, de todo, hay racionamiento, pero nadie se muere de hambre, y hay Educación y hay Sanidad». Poco después señala que «tampoco los EEUU son quiénes para dar lecciones de democracia».

Remata diciendo que «Fidel no es mi amigo, desde luego, pero tampoco ocupa un lugar preponderante en la lista de mis fobias. Hay muchísimos que pasan por delante de él».

Se me ocurren varias preguntas para Arzalluz. En primer lugar, y dado que no lo considera menos democrático que algunos gobernantes latinoamericanos, e incluso que los presidentes estadounidenses, no se entiende porque debe introducir sus comentarios sobre el presidente cubano con el mensaje de que es un dictador. No creo que comience diciendo lo mismo cuando hable del presidente nicaragüense, salvadoreño o del propio Bush, a pesar de que debería hacerlo si piensa que no son más democráticos. Como no, se apunta a la denuncia de encarcelamiento de «disidentes» en Cuba, ¿está seguro Arzalluz que no hay «disidentes» en las prisiones de otros países de América Latina o de Estados Unidos? ¿Haría ese comentario si tuviese que escribir unas líneas sobre esos países? Le recuerdo que ha afirmado que hay muchísimos que pasan por delante de Fidel Castro en su lista de fobias, pero no he visto que se dirigiera a muchos en su biografía como dictadores o encarceladores de disidentes.

Y llegamos a la página que le dedica Xabier Arzalluz a Hugo Chávez y al intento de golpe de Estado: «En abril del 2002 se produjo en Venezuela el aparatoso y fracasado intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez. Un intento que fue seguido con abierta complicidad por el Gobierno de Aznar y por algún consorcio mediático español con intereses en la zona». Efectivamente fue así, pero no dijo nada de eso el Partido Nacionalista Vasco en aquellas fechas, ni se publicó nada ni existe ningún comunicado de prensa en el archivo de su página web.

Y dice también Arzalluz: «Pero llega Chávez -porque el pueblo le dio su voto-, utiliza los beneficios del petróleo para reequilibrar algo el reparto de la riqueza, y se le echan encima como fieras, todos en tropel. Ésas son cosas que hace falta estar ciego para no verlas. Y yo no estoy ciego».

Algunos de esos que se echan encima como fieras dicen lo siguiente:

«Y en eso llega democráticamente Chávez al poder dedicándose a cambiar el nombre del país por República Bolivariana de Venezuela, derogar una Constitución consensuada y aprobar otra bastante pintoresca, mientras se dedicaba a crear odio entre clases sociales e insultar a todo el mundo, hacer amistad con Sadam Hussein y Castro, pero como el chorro de petróleo seguía fluyendo, hacer toda clase de demagogia habida y por haber en nombre de los descamisados a los que engañaba con posturas paternalistas tras discursos incendiarios, chabacanos e impropios del líder de un país serio hasta el punto que sus compañeros de armas del golpe del 92, junto a algunos oligarcas, le dieron a él otro golpe de estado que también fracasó. Chávez volvió al Palacio de Miraflores para, con la experiencia de lo ocurrido, militarizar al país y cesar, como Robespierre y en programas de televisión a casi todos los empleados de la industria petrolera, ridiculizar a sus opositores y ponerse al país por montera».

Es lo que escribía el senador de su partido Iñaki Anasagasti el domingo 22 de agosto del 2004 en el diario Deia bajo el título «¿Querríamos un Chávez en Ajuria Enea?

Y no es un comentario esporádico de Anasagasti. El senador decía esto en diciembre del pasado año:

«La pregunta que siempre hago a los condescendientes con el sistema autoritario del militar es siempre la misma. ¿Tú, aquí, en Euzkadi, te gustaría que gobernara un militar golpista que todos los domingos habla cuatro horas seguidas insultando a todo el mundo y convocara unas elecciones sin censo, sin que el voto sea secreto, sin posibilidad de control democrático y sin ayuda institucional a los partidos?».

Parece que algunas de esas fieras y de esos ciegos que señala Arzalluz son elegidos para senadores en su partido.

La conclusión a la que se llega leyendo las palabras de Arzalluz en su biografía es que no parece que la posición del PNV ni la suya sea muy coherente respecto a la revolución cubana ni al proceso bolivariano, o pretenden mantenerse en la ambigüedad para seguir pescando en todos los caladeros. Ninguna de las dos posiciones es la deseable en un partido honesto.

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Reseña del libro «Así fue», Xabier Arzalluz, edición de Javier Ortiz
Un testimonio sincero, recogido con talento
03-05-2006