Yassin Haj al Saleh es uno de los escritores sirios y árabes más influyentes. Ha estado encarcelado por el régimen de Asad durante 16 años. Consiguió escapar de Siria hace seis meses, tras pasar dos años oculto. Su esposa y hermano fueron secuestrados por los grupos salafistas ISIS (siglas en inglés de Al Qaeda en […]
Yassin Haj al Saleh es uno de los escritores sirios y árabes más influyentes. Ha estado encarcelado por el régimen de Asad durante 16 años. Consiguió escapar de Siria hace seis meses, tras pasar dos años oculto. Su esposa y hermano fueron secuestrados por los grupos salafistas ISIS (siglas en inglés de Al Qaeda en Siria e Irak) y Jabhta al Nusra hace varios meses. Nacido en 1961, Saleh, un luchador por los derechos humanos, dice que la guerra no se puede parar y que el régimen tiene que caer. En estos momentos, vive en Estambul.
-Tras tres años y tres meses de conflicto, Siria y su gente están más o menos olvidados por la comunidad internacional, los medios de comunicación, las ONG… ¿cómo afecta esto a la vida diaria y al conflicto?
-No acepto las palabras crisis o conflicto para identificar nuestra lucha. Las connotaciones de estos términos encubren las responsabilidades por la terrible situación en Siria, las de un régimen que lleva dirigiendo el país desde hace 41 años cuando la revolución empezó hace 38 meses, y que había matado probablemente a unos 40.000 sirios en la generación anterior (entre 1979 y 1982). Hay muchas formas de olvidar la lucha siria, una de ellas es referirse a un conflicto lejano. Creo que este tipo de olvido sintómatico al que se refiere en la pregunta es solo una continuación de la cobertura que se hace del conflicto y crisis.
Dicho esto, la vida diaria se ve afectada por las bombas-barril lanzadas desde helicópteros sobre barrios de civiles en Alepo, por armas químicas de cloro sobre personas en Kafr Zeta, cerca de Hama, y por aviones bombardeando Ghouta Oriental, cerca de Damasco, más de lo que se ve afectada por el olvido de la comunidad internacional, los medios de comunicación y las ONG. La gente no está siendo asesinada porque haya sido olvidada. Ellos siempre fueron olvidados en el pasado, hasta que se levantaron contra sus gobernantes y decidieron recordar al mundo su existencia. Están siendo asesinados porque se han rebelado, y están siendo castigados por su insistencia en no ser olvidados de nuevo.
-¿Ha habido algún momento en el que usted creyese que algo cambiaría y que habría un acción internacional limitada contra el régimen o sabía de antemano qué auténticas razones hay tras ese silencio?
-Sí. Pensé que tras la matanza química en Ghouta Oriental en agosto de 2013 el régimen sería castigado, no porque hubiese matado a su gente durante 29 meses, sino porque había violado una ley internacional y traspasado una línea roja de los poderosos. ¡Pero en lugar de eso los poderosos dispusieron las cosas de manera que castigaron al cuchillo con el que el asesino degolló a sus víctimas, mientras le guiñaban el ojo al criminal dándole a entender que no hay problema si mata usando otras armas de su arsenal! Todo hace que los sirios tengan la impresión de que matarlos no es importante, que se les puede matar. Lo importante son las armas que puedan ser usadas contra la gente equivocada.
-Siria es, ahora mismo, un país destruido. ¿Hay alguna posibilidad de parar el conflicto? ¿Cómo puede sobrevivir el país, que está lleno de rabia, rencor y sed de venganza?
-No. Realmente no hay ni la más miníma posibilidad de parar el conflicto. El régimen nunca ha mostrado ningún signo de que esté listo a renunciar ni a un 2% de su poder absoluto. ¿Sabe cuál es el eslogan de los shabiha? (milicias del Gobierno): ¡Asad o nadie!. Otra versión dice ¡Asad o quemaremos el país! Una tercera versión proclama: ¡Asad o nos deshacemos del país! Los shabiha son la inconsciencia política del régimen, ellos expresan mejor que nadie la constitución nihilista de la junta gobernante. Por eso nunca veremos un solución política al conflicto. Es una cuestión de lógica, por otra parte. ¿Es posible que una república sea gobernada por una dinastía? ¿Es posible que el estado de emergencia sea eterno? ¿Que el sectarismo de un régimen sectario sea el patrón de la unidad nacional? Solo cuando la gente se queda sin cabeza. Tienes que cortarles la cabeza para impedir que piensen. Y has matado a tantos que te ves forzado a matar a más para no pagar el precio de los asesinatos cometidos antes.
La primera masacre es un crimen, las siguientes masacres son la solución imposible. Dejar de matar gente es igual a perder poder. Este no es un régimen dictatorial como muchos piensan en el mundo, es un régimen de esclavitud política que es dueño del país y de la población, y que los mata cuando se rebelan contra él de la manera en que lo hace el dueño de los esclavos.
Lo que quiero decir es que no hay manera para el país de sobrevivir mientras esta dinastía continúe en el poder. Incluso si el régimen recupera el control, lo que es imposible, lo haría a través de métodos completamente fascistas. Y la vía por la que recupere el control determinará la manera de gobernar: masacres y limpieza étnica. Tenemos un precendente histórico: el régimen derrotó sus rivales islamistas y laicos en los 80 usando métodos fascistas, y ha gobernado con métodos fascistas durante cerca de dos décadas. Yo tenía menos de 20 cuando fui arrestado, torturado y encarcelado durante 16 años. Nuestra lucha por la libertad no empezó ayer o hace tres años.
-¿Puede describir el día a día en Damasco? ¿Cómo está su familia? ¿Puede comunicarse con tus familiares y amigos en otras partes del país?
-Dejé Damasco en los primeros días de abril de 2013 después de dos años de vivir oculto. En ese momento la ciudad estaba plagada de cientos de controles militares, y uno necesitaba dos horas para llegar a un lugar al que normalmente tardaba 15 minutos. Hombres de seguridad solían registrar los barrios casa por casa. Tras recibir un aviso, mi esposa y yo huimos de una casa en mayo de 2012. En una segunda ocasión simplemente no abrimos la puerta, pero después nos vimos obligados a permanecer lejos (de casa) durante un tiempo antes de volver a nuestro barrio seguro. La situación es ahora mucho peor, con cortes de electricidad más largos y proyectiles de mortero matando a gente.
Permanecí durante 100 días en Ghouta Oriental. Samira, mi mujer, una antigua presa política durante cuatro años en los tiempos de Hafez el Asad, y mi único familiar, me siguió durante un mes y medio. Después me fui a Raqá, en el norte, un duro y peligroso viaje que duró 19 días en julio de 2013. La ciudad en la que yo nací estaba bajo el control del ISIS cuando llegué, y dos de mis hermanos habían sido secuestrados por esta organización fascista. Me vi de nuevo forzado a vivir oculto durante 75 días. Me marché a Turquía en octubre. Uno de mis hermanos fue liberado, pero mi amigo y doctor Ismael al Hamed fue secuestrado después. Mi hermano Firas todavía está en sus manos desde hace unos 10 meses.
Samira, nuestra amiga Razan Zeitouna, la famosa activista por los derechos humanos y escritora, Wael Hamada, esposo de Razan y antiguo prisionero político y Nazem Hamadi, poeta y abogado, fueron secuestrados en Duma, en Ghouta Oriental, el 9 de diciembre de 2013. Y tras 5 meses no tenemos ninguna información sobre ellos. Pero con seguridad Jabhat al Nusra y Jaish al Islam, dos formaciones militares salafistas, son las culpables.
Puedo comunicarme con algunos de mis amigos y familiares, pero siempre evitamos preguntar las cosas típicas: ¿cómo estás? ¿hay alguna novedad? Mis amigos se sentirían avergonzados de preguntarme acerca de Samira.
-¿Alguna vez había pensado que algo tan horrible podía ocurrir en su país?
-Nunca. Como muchos sirios, siempre sentí que esta junta estaba preparada para destruir el país con tal de permanecer en el poder. Pero esperábamos que, de algún modo misterioso, esto no pasaría. En alguna de mis obras, concluía que una gran explosión social estaba en camino, y que esta podría tener una forma sectaria, aunque no predije la horrible situación de hoy.
Creo que lo que no pudimos prever fue el colapso de la organización nacional de nuestra lucha y la llegada de los yihadistas de muchos países. Y la invitación del régimen a gente procedente de Irán, Irak, Líbano y otros países a tomar parte en su matanza. Ambos lados, el régimen y sus aliados, y los yihadistas, son hipersectarios, y ven cómo su principal misión matar a los del otro lado.
-¿Está de acuerdo en que no habría guerra civil si Occidente hubiese aportado algún apoyo concreto a los grupos rebeldes principales?
-Sigue sin gustarme la expresión guerra civil, especialmente cuando esta significa guerra sectaria. Tenemos un régimen criminal que utiliza para matar al pueblo a nuestro Ejército, nuestros recursos, o los aviones de combate, tanques, misiles Scud que nosotros pagamos para que el país pudiera defenderse. ¿Es esto una guerra civil? Cuando una junta hace algo así en, digamos, Estados Unidos, ¿lo llamamos guerra civil? Es principalmente la guerra de un régimen tirano contra su pobre pueblo.
Sin embargo, creo que sí, podríamos haber evitado lo peor de la guerra civil si hubiésemos contado con algún apoyo real para o bien derrocar al régimen o para obligarlo a negociar. El origen de la guerra es esta dinastía Asad, y todo irá a peor si ellos permanecen en el poder.
-¿Ha sido Siria abandonada por necesidades geoestratégicas de otros?
-Siempre ha sido así en Oriente Medio. Siria y la región siempre han sido definidas en términos geopolíticos. Eso nos ha hecho invisibles. Somos el subalterno invisible en la región más internacionalizada del planeta. Lo que se ve de nuestros países desde las grandes capitales es Bashar Asad, su rosa en el desierto (se refiere al apodo que una revista norteamericana asignó a la esposa de Asad antes de la guerra), y su poder y élite económica, pero no a la gente, no a las mujeres y hombres que luchan por una vida mejor.
Este punto de vista nos lleva a un concepto de la política como una suma de acuerdos entre grandes potencias extranjeras y los pequeños y miserables gobernantes locales. Por eso es de vital importancia deconstruir ese enfoque que insiste en no vernos como individuos y actores colectivos.
Por otro lado, este enfoque geopolítico tiene su reflejo ideológico en la teoría de la conspiración sostenida por muchos en nuestro país, una teoría que ayuda a la gente corriente a no verse a sí misma, o a verse solo como unas víctimas de un gran juego dominado por grandes jugadores. Parece, sin embargo, que las teorías de la conspiración son también ávidamente consumidas en el gran mundo, con la misma función: ignorar a la gente corriente. Este es el verdadero sombrero de invisibilidad del que hablaban nuestras historias populares hace más de mil años. Cuando te lo pones, sólo ves es a la gente importante. La gente sencilla desaparece.
-¿Dónde desembocará el conflicto de suníes contra chiíes? ¿La guerra fría que ya no lo es en Oriente Medio? ¿Quién está detrás de ese conflicto?
-Creo que el carácter cada vez más sectario del conflicto procede de una estrategia de las élites, políticas y religiosas, para negar las aspiraciones populares de libertad y justicia. Para que continúe para siempre y que las élites puedan controlar a las masas.
Pero no es una cuestión de religiones o sectas. Son solo mecanismos para la movilización. Es una lucha por el poder, los recursos y los privilegios. El régimen no se preocupa por el bienestar de los alauíes. Más bien su mayor valor es permanecer en el poder para siempre, como rezan las consignas asadistas. El chiísmo es una herramienta de política internacional de un Estado ambicioso, Iran, y no un valor en sí mismo.
El Islam, el Islam suní, en diferentes versiones, también es una herramienta de poder de diferentes bandos, yihadistas incluidos. En realidad, la religión real de ISIS es el poder, el poder absoluto sobre los cuerpos y almas de mujeres y hombres, y sobre los recursos públicos.
-¿Qué podría pasar tras la posible caída del régimen?
-Todo será difícil. Es seguro que el fin del régimen no supondrá el fin de la violencia. Pero será un mejor inicio para que los sirios puedan reconstruir sus vidas e identidades destrozadas, y para volver hacer suyos su país y sus barrios. Durante los últimos tres años, ha estado funcionando un surtidor imparable de violencia, radicalización, sectarismo y odio. Es inimaginable que se pueda revertir el efecto de este surtidor si no se produce el derrocamiento del régimen.
Lo primero que tendremos que encarar tras la caída del régimen son las organizaciones fascistas de la yihad. ISIS, Jabhat al Nusra y otras similares. Creo que habrá una atmósfera de moderación y tolerancia cuando ese brutal surtidor sea desactivado.
-Asad parece más fuerte que nunca en este conflicto. ¿Cree que le han prometido algo?
-Tras el asunto de las armas químicas, creo que él se siente más seguro para hacer lo que le apetezca, incluso si utiliza armas químicas. Y realmente lo ha hecho en las últimas semanas. Irán y sus satélites en Irak y Líbano están apoyando su guerra con hombres y dinero, mientras nuestros amigos (se refiere a Occidente) siempre han hecho lo posible para impedir a las potencias regionales ayuden a la resistencia armada siria. Con enemigos como los nuestros, necesitábamos desesperadamente amigos que no fueran como los que tenemos.
Después, tras (la ronda de negociaciones) Ginebra 2, Asad se siente lo bastante seguro como para no entregar ni un 1% de su poder a cualquier «organismo gubernamental de transición». Ahora que ni siquiera se denuncian los crímenes más atroces, con la mayor cobertura mediática de Siria centrada en ISIS y los yihadistas, o al menos hablando sobre dos villanos (a ojos de Occidente), creo que Asad se siente más tranquilo.
-¿Cómo ha afectado la guerra a su escritura, sus sueños, su relación con la gente? ¿Qué es lo que más necesita y lo que más echa de menos?
-Cuando me preguntan eso, suelo responder que no tengo razones personales para quejarme ni razones públicas para estar satisfecho. Ya sé que todo lo personal es político, que después de que mi hermano Firas y algunos de mis amigos hayan sido secuestrados por ISIS en Raqá, y que Samira y otros amigos lo hayan sido por el Ejército del Islam y Jabhat an Nusra en Ghouta Oriental, esa relación entre lo personal y lo político es aún mayor. Por eso, sólo me queda trabajar más por el asunto público, una Siria libre. Ante los problemas personales, mi solución siempre ha sido trabajar más. No me puedo relajar. Me siento mejor cuando trabajo que cuando me tomo un descanso.
Vivir en el exilio no es un gran problema para mí. De algún modo vivía exiliado dentro de mi propio país. Lo que más echo de menos ahora es simplemente vivir la vida normal de la gente entre la gente. Pero tengo buenos amigos aquí en Turquía y en muchos países, incluso algunos de los mejores en el mundo entero.
Echo mucho de menos a Samira. Echo de menos a Firas. Echo de menos mis libros. Ellos eran mi hogar. Separarme de mis libros es mi auténtico exilio.
Fuente original: http://www.eldiario.es/internacional/Vivir-exilio-problema_0_260724494.html