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26 de Julio de 1953 – 19 de Julio de 1979

Asalto al Moncada, Revolución nicaragüense

Fuentes: Rebelión

Más que las diferencias es fundamental apuntar los puntos de partida y el carácter de la Revolución Cubana y de la Revolución Sandinista. El 26 de Julio de 1953 los revolucionarios realizan una acción militar que fracasa, podríamos decir que en un principio, pero que daría lugar a la eclosión del Movimiento 26 de Julio, […]

Más que las diferencias es fundamental apuntar los puntos de partida y el carácter de la Revolución Cubana y de la Revolución Sandinista. El 26 de Julio de 1953 los revolucionarios realizan una acción militar que fracasa, podríamos decir que en un principio, pero que daría lugar a la eclosión del Movimiento 26 de Julio, vanguardia del triunfo sobre el régimen filial del imperio representado por el dictador Batista.

Fidel, Raúl y Abel Santamaria dirigieron cada uno un grupo de asalto, el primero al cuartel Moncada, el segundo al Palacio de Justicia, y el tercero al Hospital Civil. Santiago de Cuba era el epicentro del terremoto. Ustedes saben del fracaso de aquella acción, de los muertos, heridos y prisioneros. Tras la salida de la cárcel de Fidel, el 12 de Junio de 1955 se creó clandestinamente el Movimiento 26 de Julio, que levantaría la bandera del triunfo sin paliativos el 1 de Enero de 1959.

La acción definitiva empezó al embarcarse 82 guerrilleros en el Granma el 2 de Diciembre de 1956, al frente de ellos iba Fidel Castro, y a los pocos que llegaron a la isla les quedaban 2 largos años de lucha junto al pueblo cubano sumado contra la dictadura.

El 19 de Julio de 1979 triunfaba el Frente Sandinista en Nicaragua. Transcurridos poco más de 20 años una nueva Revolución social triunfaba en Centro América. En éstas horas aciagas en Nicaragua, para Cuba difíciles en otra medida, traigo el recuerdo de un libro que va a las fuentes de una y otra Revolución. Me interesa mencionarlo por lo que creo fundamental, no por lo pasajero: un gran escritor comprometido nos cuenta lo que vio en ese pequeño país al poco del triunfo de los continuadores de Sandino, era Julio Cortázar, su libro es «Nicaragua tan violentamente dulce».

Julio Cortázar narra su llegada al país, su encuentro con intelectuales entonces del lado de la Revolución, hoy, tristemente algunos del otro lado, su contacto con la población, diversos actos culturales a los que asistió, su visión de la Nicaragua del momento, que había puesto en marcha con los escasos medios de que disponía, la transformación social, la solidaridad internacional que se venía desarrollando, y su análisis de la situación política interna y la guerra desatada internamente por la reacción con la guía y el apoyo de todo tipo del imperio estadounidense, en busca decidida de tumbar la Revolución. Ese intento canalla permanece, desde los ángulos más diversos se dispara contra la Revolución, lo vemos en la prensa donde se miente o se calla, hace tan sólo unos días abrían los noticieros, telediarios y prensa escrita diciendo que el gobierno había bombardeado Masaya, nadie rectificó siendo una falsedad, de la misma manera otras tantas ventosidades, porque la contrarrevolución dispone de todos los medios informativos, empresas del gran capital, enemigo siempre de la equivalencia, de la justicia social, de los derechos a los medios de vida, entiéndase sanidad, cultura, alimentación, vivienda, trabajo, y es la contrarrevolución la que aprovecha fallas, desequilibrios, medidas que dejan lados al descubierto, corruptelas y malas soluciones en el campo Revolucionario, dentro de un objetivo de horizonte siempre mejorable.

En la contratapa del libro hay unos renglones que marcan la postura del gran escritor Julio Cortázar y que hoy tienen plena vigencia: «Nicaragua, a diferencia de Vietnam, no tiene tras de sí dos mil años de guerra en la selva. Su enfrentamiento con el poderío estadounidense tiene algo de inusitado, sorprende como sorprenden las heroicas causas perdida. Y como éstas, reclama irresistiblemente nuestra solidaridad, por encima de todo cálculo e ideología. Desgraciadamente la fuerza del proselitismo anticomunista, encauzado por los ambiguos medios de comunicación masiva, insiste machaconamente en los lugares comunes y penetra con extremada facilidad en nuestras conciencias, que por mucho que velemos terminan por sucumbir a la intoxicación. Nuestro último asidero ha de ser el de trazar una línea clara, que hemos de respetar a rajatabla: ningún país tiene derecho de hacer pesar sobre otro país la amenaza crónica de una invasión. Ni la Unión Soviética sobre Polonia, ni los Estados Unidos sobre Nicaragua. A partir de ello, nuestro deber es el de informarnos.»

Hay un detalle hermoso antes de que comience el libro: «Los derechos de autor de esta obra están íntegramente destinados al pueblo sandinista de Nicaragua.» Y así comenzamos y nos encontramos con la respuesta del escritor a las críticas que le hacían por no sumarse a las denuncias destructivas, y hace saber que su crítica «se abre y se cierra en cada caso concreto sin proyectarse a procesos sociales de una infinita complejidad y que de ninguna manera se quedan invalidados, como se pretende, por errores e injusticias condenables pero circunstanciales, aborrecibles pero superables.»

Refiriéndose a errores toma la idealización de los procesos revolucionarios como un territorio ya conocido, y pone el ejemplo de Cuba, que por momentos se deslizó por ello y supo corregir haciendo la Revolución más genuina: «En Cuba hace rato que las tentativas parciales por imponer el esquema idealista del hombre nuevo han cedido a una visión más abierta que se hace sentir positivamente en todos los planos, desde el intelectual hasta el lúdico y el erótico; nadie sabe en verdad cómo deberá ser el hombre nuevo, pero en cambio los cubanos parecen saber cuál es la cuota de hombre viejo que no se le puede quitar sin mutilarlo irremisiblemente.»

Hablando de la solidaridad muestra su desencanto con los países que tanto hablan de democracia,y que en el caso de Nicaragua dejaron su verdadera señal al descubierto: «La palabra «solidaridad» asoma a veces a los labios de los dirigentes de la Junta, acompañada casi siempre por una sonrisa entre irónica y desencantada. Es tiempo de decirlo bien claro: la solidaridad internacional no se ha lucido hasta ahora en lo que toca a Nicaragua» . Y en semejante punto nos muestra la marca cubana como la diferencia elogiable: » y pienso al mismo tiempo en el equipo de doscientos médicos cubanos que trabaja en este momento en todo el país (ya aludí antes a un contingente de cien maestros alfabetizadores), Que yo sepa, a Cuba no le sobran médicos, muy al contrario; pero es que la verdadera solidaridad no es una cuestión de surplus sino de hermandad y, como ocurre casi siempre, los países pobres son los mejores hermanos de otros países pobres en dificultades.»

Al poco del triunfo revolucionario Nicaragua entera se ve inmersa en una campaña de alfabetización haciendo del país una escuela en la que quienes saben leer enseñan a los que no han podido aprender, y el ejemplo lo toman de Cuba donde los avances con las fuerzas propias del pueblo habían dado resultados que deslumbraban al mundo por lo que suponía de progreso inmediato y garantía de futuro.

En la importancia de aprovechamiento de recursos por los revolucionarios, recursos siempre escasos, pone un ejemplo que lo conecta con lo que sucedía en aquel momento, 1984, de agresión constante de EEUU, nos dice así: «Hace unos años yo robé una tira cómica mexicana que me incluía con gran desenvoltura como uno de los personajes de las aventuras de Fantomas, una especie de supermán idolatrado por millares de lectores populares, y con ayuda de amigos publiqué un falso equivalente, cuyo verdadero fin era denunciar a las transnacionales y poner en descubierto las más sucias tareas de la CIA en América Latina. La edición se agotó en seguida gracias a Fantomas, por supuesto, que una vez más se metió por la ventana y no por la puerta de sus lectores, pero ahora con una finalidad muy diferente de las que le habían dado tanta fama en México.»

Termina el libro con un capítulo titulado «Diferentes formas de matar», y el el hace mención de los intentos continuos del régimen estadounidense por hundir a Nicaragua: Rechazo de negociaciones para que termine con su ayuda militar y económica a los mercenarios y contras que asolan Nicaragua . Negativa a los encuentros con la administración Reagan. Denuncia de la entrega pública del Congreso norteamericano a la CIA para destruir el «regimen sandinista». Denuncian uno de aviones de EEUU, de la CIA, entregados a la contrarrevolución. Declaración de un piloto capturado por los sandinistas sobre la participación en la contra de mercenarios. Esas y otras muchas formas de matar fueron empleadas por el imperio contra Nicaragua.

Julio Cortázar en su libro, más allá de cuestiones que se corresponden con su tiempo, sabía delimitar entre quienes buscan cambiar el mundo para hacerlo más justo y quienes combaten con intención de derrotar todo intento, la línea divisoria entre la transformación social, con errores, sin duda, pero transformación con correcciones a hacer, y el imperio, la estrategia del opresor.

En estos momentos en que Nicaragua se debate en un conflicto con lo más granado de las fuerzas mercenarias, (no es casualidad que el mafioso Marco Rubio, senador imperial, esté pidiendo sanciones e intervención contra Nicaragua, que reciba a los representantes de la contra, que se reúna y les busque dinero) el paso a dar por la solidaridad tiene que tener en cuenta las palabras de Julio Cortázar. Por eso no es casual por mi parte la conexión que hago entre el 26 de Julio de 1953, y el 19 de Julio de 1979: la primera, fecha de arranque de la Revolución Cubana, la segunda, fecha del triunfo de la Revolución Nicaraguense, para seguir corrigiendo y avanzando frente al imperio.

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: «Gaza 51 días», «Palestina. Crónicas de vida y Resistencia», «Dietario de Crisis», «Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero», y «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE. Miembro de la Comisión Europea de Apoyo a los Prisioneros Palestinos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.