El Estado de Israel está intensificando su campaña de represión de las movilizaciones populares en contra del muro y de los asentamientos ilegales en Cisjordania. La detención de Jamal Juma, coordinador palestino de la Campaña Contra el Muro del Apartheid y conocido defensor de los derechos humanos, es la de más alto perfil hasta el […]
El Estado de Israel está intensificando su campaña de represión de las movilizaciones populares en contra del muro y de los asentamientos ilegales en Cisjordania. La detención de Jamal Juma, coordinador palestino de la Campaña Contra el Muro del Apartheid y conocido defensor de los derechos humanos, es la de más alto perfil hasta el momento. El ejército le detuvo en su domicilio la medianoche del 15 de Diciembre, sin cargos y sin la posibilidad de acceder a un abogado o a su familia.
Jamal Juma se encuentra en «detención administrativa», una herramienta más de la ocupación que ha condenado a muchos palestinos a un encarcelamiento ilegal durante años. En el marco del sistema legal militar impuesto en el territorio ocupado, esta figura administrativa autoriza a los comandantes militares a detener a personas por razones de «seguridad pública» o «seguridad en la zona», durante un período de hasta seis meses. El comandante, sin embargo, puede extender el período de la detención durante seis meses adicionales, indefinidamente. Este abuso del uso de la «detención administrativa» es posible gracias a que el proceso se basa en gran medida en información clasificada a la que no puede acceder la parte demandada, garantizando así que el juicio no sea justo. En una situación parecida se encuentran Mohammad Othman, otro miembro de la campaña, y Abdallah Abu Rahmah, coordinador del Comité Popular de Bil’in, entre muchos otros.
A la ola de detenciones cabe añadir la represión directa a la que se está sometiendo a las poblaciones de Bil’in, Ni’ilin y Ma’asara, las más activas y movilizadas. Sus manifestaciones semanales se enfrentan al uso, por parte del ejército israelí, de gases lacrimógenos, balas de goma, balas de acero recubiertas de goma y munición real, además de toques de queda, redadas nocturnas, arrestos e intimidaciones. Las movilizaciones no violentas se saldan con heridos, frecuentemente de gravedad, y un goteo creciente de muertes. Este año, 29 palestinos que se manifestaban contra el muro han sido alcanzados por francotiradores y sólo en el pequeño pueblo de Ni’ilin han muerto cinco manifestantes, dos de ellos menores, desde Julio del 2008.
La intensidad de la represión hacia la resistencia popular y no violenta no hace más que socavar la alternativa a la clandestinidad y la lucha armada en Palestina. Mientras la comunidad internacional muestra su rechazo a Hamás o Yihad Islámica, no brinda ningún apoyo a los que se manifiestan de forma no violenta por las calles. La brutal represión de la primera Intifada y la represión con munición real de las primeras manifestaciones desarmadas de la segunda Intifada, son precedentes que recuerdan a los palestinos que su libertad de reunión y expresión no se respetarán. El vacío dejado por la represión lo han ido llenando consecuentemente los partidarios de la opción armada. Es evidente que al proyecto de apartheid, colonialismo y expansionismo territorial de Israel, le favorece mucho más enfrentarse a palestinos caricaturizados como islamistas fanáticos armados, que a aquellos civiles palestinos desarmados que salen a la calle con megáfonos y pancartas.
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