El Día del Holocausto no es elegido normalmente como un día de manifestaciones de protesta por el movimiento israelí por la paz, aunque la sensibilidad se está erosionando por la grosera instrumentalización de los actos conmemorativos. Pero la oportunidad de la protesta de hoy no ha sido escogida por ninguno de nosotros. En el autobús […]
El Día del Holocausto no es elegido normalmente como un día de manifestaciones de protesta por el movimiento israelí por la paz, aunque la sensibilidad se está erosionando por la grosera instrumentalización de los actos conmemorativos. Pero la oportunidad de la protesta de hoy no ha sido escogida por ninguno de nosotros.
En el autobús de camino al Ministerio de Defensa, la voz del Primer Ministro Sharon, emitida desde Polonia : «Desde el campo de exterminio de Auschwitz, os digo: ¡ahora, nosotros, los judíos podemos defendernos!». ¿Acaso, el tiroteo y abatimiento de dos muchachos palestinos desarmados en el pueblo de Beit Likia la noche pasada era también parte de la » autodefensa de los judíos»?
Tal como gradualmente se fue publicando, a última hora de la tarde de ayer unos chicos de Beit Likia estaban jugando al fútbol en un descampado un poco a las afueras de su pueblo. De pronto tuvieron el deseo de escenificar una protesta en otro campo cercano, donde el ejército habitualmente estaciona las excavadoras por la noche – las temibles máquinas que diariamente arrasan los campos del pueblo, muchos de los cuales serán enajenados para siempre una vez que el Muro sea establecido. Los muchachos se dirigieron al aparcamiento de las excavadoras, sin que estuvieran presentes adultos israelíes internacionales y ni tan sólo palestinos. Do de ellos, de 14 y 15 años de edad, no sobrevivieron al encuentro con los soldados guardianes de las excavadoras. (Para aquellos que no estén familiarizados con esta geografía: Beit Likia está a pocos kilómetros al sur de Bil’in, donde refriegas con el ejército tuvieron lugar la pasada semana).
Pronto, antes de la medianoche pasada la noticia se escampó rápidamente por teléfono, incluso antes de que los medios de comunicación la publicaran. Anarquistas Contra el Muro, que están en estrecho contacto diario con los habitantes de los pueblos de esta región dieron la noticia e inmediatamente se extendió a los otros grupos y fue sugerida una protesta conjunta de emergencia ante el Ministerio de Defensa. Los otros – nosotros mismos de Gush Shalom, Valor para Objetar, Yesh Gvul, Ta’ayush, Mujeres por la Paz – inmediatamente aceptamos y casi sin aliento comenzamos a difundir la voz de alarma por teléfono y correo electrónico.
Y así, fuimos entre trescientos y cuatrocientos hacia las puertas del Ministerio de Defensa. El pequeño aparcamiento que usualmente muchas veces hemos usado para reunirnos en este lugar ha sido ahora arrasado por los renovadores urbanos y contratistas de obras, dejando solo una franja muy estrecha de pavimento a lo largo del cual un extenso piquete pudo desplegarse y encararse al táfico con sus pancartas y carteles en alto: «¿Quién esta rompiendo el alto el fuego?», «¿Quién tiene sangre en sus manos?» «¡Sharon no es un socio!» «La Ocupación nos está matando a todos». Algunos intercambios dialécticos con los motoristas que pasaban: «¡ Pero ellos estaban arrojando piedras!» «¿merece eso un castigo capital?» «Sí, si no se trata de colonos»…
Después de una hora, un cambio. Una gran parte de la muchedumbre tomó la calle, ondeaban pancartas, repitiendo a coro: «Mofaz, hey hey, ¿ cuántos niños has matado hoy?» marchaban calle tras calle, atravesando la ciudad, encontrando gentío no hostil en la atestada calle Ibn Gvirol y llegaron ante la sede del Partido Likud en la calle Rey Gorge. Allí, la conclusión aparentemente inevitable: cargas policiales antidisturbios, filas rotas, arrastran a seis manifestantes al coche patrulla entre al clamor de «¡Estado policial!» y «¡Abajo con la Ocupación!» de docenas de jóvenes gargantas.
En la televisión, políticos menores todavía mascullan remachando sobre el Holocausto. Las docenas de manifestantes que tratan de pasar la noche en solidaridad frente a la comisaría de policía de la calle Harakevet deben haber aprendido algunas lecciones más elementales.
Traducido del inglés para Gush Shalom por Carlos Sanchis