Traducido del árabe por Antonio Martínez Castro
El 23/7/2012 en un programa de al Yazira titulado «La democracia, conceptos y aplicaciones», el escritor Naram Sargon indicó el fondo político falseado, debido a un interés económico personal, de la teoría de Azmi Bichara. La teoría consiste en relacionar la Reforma protestante en Europa con la toma del control de la «primavera árabe» por parte de los islamistas para considerar que, al igual que la Reforma protestante produjo sistemas democráticos en Europa, los islamistas crearán sistemas democráticos en los países árabes. Dicha teoría busca afianzar el dominio del petrodólar en el escenario árabe contemporáneo.
Desde finales de los años noventa teníamos claro el juego político que usaba Bichara para influir en la conciencia nacional palestina y nacionalista árabe; en primer lugar, llamó a las masas palestinas a participar en el sistema político «israelí» (como sustituto de la liberación completa de Palestina), en segundo lugar, promocionó una Palestina binacional (como sustituta de una Palestina árabe desde el Jordán hasta el Mediterráneo); y en tercer lugar, influyó en la izquierda nacionalista árabe con conceptos liberales (sustituir la identidad colectiva de pertenencia a una nación por el derecho individual de comprar y vender al margen de la historia y de la cultura). Por eso no nos sorprende ver el servicio que Bichara, lejos de Palestina y mediante el canal de televisión al Yazira, presta para implantar las medidas promulgadas por EEUU para el Nuevo Oriente Medio, según lo bautizó Colin Powell primero y Condoleezza Rice después tras la invasión de Iraq en 2003.
Hoy Bichara desempeña el mismo papel en lo que se ha dado en llamar la primavera árabe. Los términos democracia y reforma constitucional son el nuevo grito de guerra ideológico del ataque colonial actual contra el mundo árabe, y son al mismo tiempo la base sobre la que se asienta la alianza islamo-liberal de la primavera árabe dentro del programa estadounidense de reformas consistente en institucionalizar la dependencia del exterior y normalizar las relaciones con el enemigo sionista tras la cortina de elecciones, alternancia y pluripartidismo.
Muchos de los que siguen a Bichara como interlocutor de las masas árabes a través de la televisión Al Yazira no se dan cuenta de su otro papel aún más nocivo para captar la élite cultural árabe con su fundación de estudios financiada por los petrodólares y con sede en la Gasolinera del Golfo. Se trata de una institución que contacta a intelectuales y profesores de universidad árabes, los invita, los vincula a la institución, y así ha conseguido atraer a algunas personalidades destacadas en un proyecto que no parece ser menos pernicioso a largo plazo que el de la televisión al Yazira. Un proyecto que necesariamente supera a Qatar y a su atracción, Azmi Bichara. Eso lo digo para quien esté inquieto y se pregunte por qué Bichara ha desaparecido por un tiempo de al Yazira.
Se trata de un proyecto cultural cuya finalidad es matar el pensamiento árabe con dinero del Golfo y conceptos islámico- liberales. Por eso es importante insistir en la necesidad de hallar un proyecto cultural árabe dentro del marco de la resistencia, algo así como un proyecto nacional emanado del derecho consuetudinario (en oposición al derecho individual o la huída hacia el califato) para lograr la unidad, la liberación, un despertar y justicia social.
Queremos tratar desde el punto de vista del conocimiento histórico, y no solamente político, la distorsión que ejerce Azmi Bichara al vincular la Reforma protestante en Europa con el control de la primavera árabe por parte de los islamistas. En un primer momento controlan el mensaje y los medios, y en la siguiente etapa controlarán el discurso del conocimiento histórico para que ningún intelectual revolucionario pueda despertar la conciencia de las masas contra «el exterior», según la definición de Lenin en el libro ¿Qué hacer? Hay que considerar que el presente ha demostrado de nuevo que una élite selecta ha percibido la trama contra la nación árabe, y contra Siria en particular, mientras que la mayoría, por desgracia, sigue el discurso mediático superficial.
Entre los pésames por la muerte de mi padre Nayi Alloush, que por cierto estuvo del lado del régimen sirio hasta el último momento, recibí una carta de mi amigo el escritor Muhammad Abu Nasr en la que abordaba la visión de Azmi Bichara sobre los paralelismos entre la Reforma protestante en Europa y el control de la primavera árabe por parte de los islamistas. La carta venía motivada por las largas discusiones que habíamos mantenido sobre la primavera árabe, los Hermanos Musulmanes (HHMM), los salafistas y los liberales. Tal vez Muhammad quería distraerme de mi pesar, pero en cualquier caso dicha carta merece ser parcialmente publicada. En esencia decía que la comparación hecha por Azmi Bichara entre los islamistas que se han apoderado de la primavera árabe y la Reforma protestante en Europa no es científica, es inexacta y, de forma general, tonta hasta producir compasión.
La Reforma protestante encarnaba un movimiento religioso de una sociedad occidental que estaba dominada por la iglesia católica hasta el punto de que carecía totalmente de la presencia de pensamiento laico, político y religioso ilustrado. No se impuso la reforma a gente laica e ilustrada, sino que se reformaron las tinieblas en que estaba sumida Europa.
Sin embargo, los islamistas del mundo árabe intentan negar el pensamiento nacionalista, de izquierdas y del islam ilustrado y anticolonial que ha sido el principal motor intelectual en el mundo árabe desde tiempos del Jedive Muhammad Ali Basha en Egipto. Los islamistas no intentan reformar el pensamiento o la práctica religiosa para adecuar las necesidades del tercer milenio, ni siquiera a las del segundo milenio, con las necesidades de crecimiento nacional y de liberación social, más bien pretenden imponer lazos feudales petrificados a una sociedad árabe que hace decenios tenía un gran proyecto de unidad, liberación, renacimiento y justicia social, a la par con los movimientos de liberación mundiales por todas partes del planeta.
Los islamistas, en su marcha en sentido contrario al de la historia, no refuerzan su humanismo o la unidad nacional en una dirección similar a la que han pregonado los padres de la Teología de la Liberación en América Latina, o los filósofos árabes y musulmanes que pusieron a la razón y al hombre ante todo- como Ibn Tufayl o Averroes- sino que se dedican a promover el confesionalismo que divide a las sociedades y las polariza, basándose en dualidades sunní- chií, cristiano- musulmán, con la excusa de que el texto y no el hombre es el que gobierna, conforme a las autoridades religiosas de la época de la decadencia en el Medievo cuando se expandió el feudalismo militar y los extranjeros dominaban a los árabes en nombre de la religión y buscaban desfigurar y acabar con cualquier trazo, antiguo o nuevo, de un despertar árabe. Actualmente las autoridades religiosas de las gasolineras del Golfo son las que producen la cultura de las fatuas para consumo del árabe imbécil.
La Reforma protestante fue un movimiento histórico progresista con autoridades religiosas que se pronunciaban contra el feudalismo y se aproximaban a los movimientos nacionales porque tradujeron la Biblia del latín, impuesto por la Iglesia católica, a las lenguas vernáculas. De este modo se inició la rebeldía y hubo una ruptura con una iglesia católica que traspasaba las fronteras y las nacionalidades y que representaba la globalización de aquel tiempo. De esta forma los sacerdotes conocedores del latín, que era una lengua muerta no hablada por los europeos, perdieron autoridad religiosa. La jerarquía eclesiástica que gobernaba Europa perdió poder terrenal que pasó a manos de gobernantes nacionalistas y locales. Este fue el antecedente del sentimiento nacional que permitió el desarrollo de unidades políticas que más tarde se convirtieron en estados nación.
La tendencia de la Reforma protestante en Europa reflejaba el aumento de las fuerzas de la burguesía nacional emergente frente a la iglesia católica cuyo ámbito era supranacional y cuya jerarquía social, representada por obispos y cardenales, imponía un modelo económico y social en el que la iglesia dominaba junto a la aristocracia. La Reforma protestante golpeó al poder central de la iglesia católica en Roma y lo repartió en manos de reyes nacionales apoyados por clases medias emergentes, que sometieron a la institución religiosa de cada país al estado local. Este puede considerarse el punto de partida de una evolución que condujo al laicismo con el paso de los siglos.
Sin embargo los islamistas de la primavera árabe no sólo no representan una amenaza a los poderes económicos transnacionales, no se enfrentan a la globalización, tampoco atacan la cultura feudal para ayudar a emerger los nacionalismos, no salen en defensa de la liberación, sino que proclaman la vuelta al esclavismo, externo e interno, y arremeten contra el nacionalismo acusándolo de ateo, plantando así la discordia entre el nacionalismo árabe y el islam.
Pretenden que el capitalismo global traspase las fronteras mientras imponen el poder de los valores feudales y la influencia de los reinos del Golfo como agentes y financiadores de la globalización de la región árabe. Su exégesis basada en la religión conduce a la fragmentación de la sociedad árabe en conjuntos confesionales proclives a guerras religiosas interminables que destruyen la unidad nacional y la capacidad de la nación árabe a resistir la globalización.
La comparación de Azmi Bichara entre la Reforma protestante en Europa y el control de la primavera árabe por parte de los islamistas expresa mucho en sí misma, pues un rápido examen de ambos casos pone de manifiesto hasta qué punto es conservadora la ola islamista actual, y cómo sirve al imperialismo y a sus aliados de forma directa impidiendo la unidad y el progreso de la nación árabe.
Si hay que comparar el control de la primavera árabe por parte de los islamistas con hechos históricos acaecidos en la Europa del siglo dieciséis, sería más conveniente compararlo con la Contrarreforma católica y los tribunales de la Inquisición que buscaban reinstaurar mediante el terror los principios del feudalismo y controlar los nacionalismos europeos. No cabe duda de que el fracaso final de la Contrarreforma nos infunde la esperanza de vencer a la ola de conservadurismo y regresión a la que nos enfrentamos. En cualquier caso, las guerras confesionales y el derramamiento de sangre sin precedentes que inauguró la Contrarreforma son algo que ninguna persona con razón puede imitar o desear que se repita.
Esperemos que Bichara no aspire a que la nación árabe siga el ejemplo de la Europa del siglo dieciséis que tuvo que soportar dos siglos de masacres religiosas y derramamiento de sangre para llegar, finalmente, a que la gente repugnase el dominio de la política por parte de los hombres de religión. La nación árabe tiene una tradición nacional progresista basada en el concepto de ciudadanía que prevalece por encima de la confesión, no hace falta reinventarlo. Por otra parte, el imperialismo vigila la operación de cerca y no poseemos el bienestar suficiente como para ignorar la conspiración que se urde a nuestro alrededor para enredarnos en una guerra confesional con la esperanza de que, dentro de cien años por ejemplo, se encuentre una salida al caos sangriento. La hermanización (en referencia a los HHMM) y la salafización de lo que se ha dado en llamar primavera árabe, junto a la bendición de EEUU, la OTAN y la entidad sionista a la ola islamista, ponen de manifiesto que dicha primavera no es más que una cobertura para que el imperialismo se apropie de las mentes y los corazones de la gente de la región.
Fuente original: http://freearabvoice.org/?p=1943