«Marcaremos un gol en el minuto 93, como lo hizo el Real Madrid». Así se expresaba, trazando paralelismos deportivos, una jueza que supervisaba las votaciones en un colegio electoral de Alejandría. En 20 minutos sólo dos mujeres entraban a depositar su voto en las urnas. Sin embargo, la jueza sostenía que la participación era buena […]
«Marcaremos un gol en el minuto 93, como lo hizo el Real Madrid». Así se expresaba, trazando paralelismos deportivos, una jueza que supervisaba las votaciones en un colegio electoral de Alejandría. En 20 minutos sólo dos mujeres entraban a depositar su voto en las urnas. Sin embargo, la jueza sostenía que la participación era buena y superaba el 50%. Nada más lejos de la realidad. La baja participación marcó las primeras presidenciales tras la deposición militar del presidente islamista Mohamed Mursi el pasado verano, unas elecciones prácticamente monopolizadas por el general al-Sissi, el líder castrense que encabezó ese golpe. Hamdin Sabahi, veterano opositor naserista que ya quedó tercero en la primera vuelta de las últimas presidenciales, era el único adversario del general en las urnas.
En los medios del régimen, nerviosismo. Primero negando la realidad y hablando de colas kilométricas, luego insultando a los ciudadanos. «Viviréis en un infierno si el mundo no ve que vais a votar», afirmaba exaltado el popular presentador Wael el-Ebreshy. «El que boicotea las elecciones no merece vivir en este país», afirmaba el presidente del club de jueces Ahmed el-Zend antes de añadir que «es un pecado llamarlo ciudadano».
Extensión de la votación
Pero ni los esfuerzos del Gobierno, que decretaba el martes festivo en el sector público para incentivar el voto, ni los del Comité Electoral, que extendía el horario de votaciones del segundo día y amenazaba a los abstencionistas con multas de 500 libras, parecían incentivar la participación. Tampoco las llamadas exacerbadas de los medios de comunicación. El pánico a un apoyo demasiado bajo al proceso electoral sacaba a los responsables de sus casillas. Por eso, apenas tres horas antes de cerrar las mesas se anunciaba la irregular extensión de la votación por un tercer día para ver si así congregaban algo más de quórum. Según la Junta Electoral, se extendían las elecciones porque hacía demasiado calor para las votaciones, a pesar de que las temperaturas de esta semana han sido inferiores a las que se dieron en la vuelta de las presidenciales de 2012, y que con un 52% de participación dieron la Presidencia del país árabe más poblado por primera vez a un civil, el miembro de los Hermanos Musulmanes Mohamed Mursi.
El Ministerio de Transporte acababa por aportar su grano de arena anunciando billetes gratuitos para que los egipcios viajaran a sus pueblos a votar mientras los salafistas del Nour montaban miles de automóviles con el retrato de Sissi para llevar votantes y partidarios del general iban puerta por puerta movilizando electores. Pero la extensión de las elecciones fracasó cuando cientos de colegios no abrieron ante la ausencia de unos jueces que ni se presentaban a las mesas electorales, mientras el resto permanecían claramente vacíos.
Boicot a las elecciones
El objetivo era claro: superar de largo los 13 millones de votos que en 2012 logró el presidente depuesto Mursi. Y con eso mantener el discurso de la popularidad del golpe militar y su hoja de ruta. Los Hermanos Musulmanes pedían el boicot a lo que denominaban «las elecciones de la sangre». Un boicot que también era defendido junto a otras formaciones por los revolucionarios seculares del 6 de Abril, recientemente ilegalizados por los tribunales.
El espectáculo de la extensión del voto tapó el resto de irregularidades, que se contaban por cientos en los primeros compases de las votaciones. Transporte masivo de votantes, propaganda a favor de Sissi en la puerta de los colegios y muchas mesas donde se impedía el acceso a los representantes de la campaña de Sabahi, quien denunció la detención de uno de sus abogados, transferido ante la Fiscalía militar.
Elecciones sin elección
Los primeros escrutinios, que esperaban confirmación oficial al cierre de esta edición, demostraban el carácter bananero del proceso: se hablaba de un apoyo al general por encima del 95%, con unos 24 millones de votos y una increíble participación que superaba el 40%, pese a la evidente baja participación.
Ésta ha sido la culminación de unas elecciones sin elección, en las que todo estaba dispuesto para la victoria del general Abd el-Fattah el-Sissi. Pero el fracaso encubierto de la participación electoral ha vuelto a poner en cuestión la popularidad del líder castrense, quien parece perder partidarios a medida que pasan los meses y cuyo apoyo ya no es el del verano pasado. Pese a que el país está lleno de carteles y retratos del militar y que canciones de apoyo a su candidatura como Shobret kheer suenan por doquier, esta presunta popularidad no se ha expresado electoralmente. Muchos no ocultan que cuelgan la foto del general en sus negocios o coches para evitar problemas con las autoridades o ganar favores con la Policía, mientras la mayoría de carteles electorales han sido financiados por pequeños caciques locales y hombres de negocios, que a veces ponen su foto al lado de la de Sissi, ansiosos por hacerse hueco en la presumible nueva red clientelar del país.
Pero tras una campaña en la que el general ha mostrado sus limitadas capacidades como orador y en la que ni siquiera ha presentado un programa electoral ni ha sido capaz de mostrar propuestas concretas, parece claro que la hoja de ruta del golpe militar no despierta el entusiasmo pretendido. La agenda represiva -con más de 3.000 muertos, 41.000 detenidos y 1.200 penas de muerte desde el golpe militar- y, sobre todo, la falta de soluciones y perspectivas de solución al colapso del país parecen estar pasando factura. Pero por encima de todo está la irrelevancia de unas votaciones donde, como en los tiempos del rais, el resultado ya estaba escrito de antemano.
Fuente original: https://www.diagonalperiodico.net/global/23123-egipto-baja-participacion-ante-paripe-electoral.html