El Banco Mundial promueve la construcción de centrales nucleares y represas, el financiamiento de fuentes renovables y la liberalización del mercado energético de los países pobres para solucionar el cambio climático. Así lo indica un documento interno del Banco, titulado «Marco de Trabajo para Inversiones en Energía y Desarrollo Limpios», divulgado por la organización ambientalista […]
El Banco Mundial promueve la construcción de centrales nucleares y represas, el financiamiento de fuentes renovables y la liberalización del mercado energético de los países pobres para solucionar el cambio climático.
Así lo indica un documento interno del Banco, titulado «Marco de Trabajo para Inversiones en Energía y Desarrollo Limpios», divulgado por la organización ambientalista Red Internacional de Ríos.
El informe, al que tuvo acceso IPS, fue aprobado por el Banco Mundial el 30 de marzo y será considerado en la próxima reunión bianual de esa institución con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se celebrará en Washington el 22 de abril.
El Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo había solicitado al Banco Mundial, en su cumbre de julio pasado en la localidad escocesa de Gleneagles, la elaboración de un plan de transición hacia un futuro de energía sustentable, dada la magnitud del recalentamiento planetario.
El plan, según la solicitud del Grupo de los Ocho, debería determinar la expansión del sector energético, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
La estrategia podría involucrar miles de millones de dólares en inversiones de energía, e impactar en el ambiente y los ecosistemas alrededor del mundo.
El documento establece un calendario para financiar proyectos de energía limpia y adaptación al cambio climático, con una «vía rápida» de propuestas cuyos detalles se afinarán en septiembre y que emplearían financiamiento ya existente del Banco Mundial, como el del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, así como otros nuevos.
También promueve para los próximos dos a cinco años una mayor investigación en materia de nuevas tecnologías, evaluación de los impactos ambientales, sociales (incluido el género) y económicos del cambio climático, y programas de acción específicos para cada país.
El informe a estudio del Banco Mundial señala que, probablemente, la adaptación al cambio climático costará entre 10.000 y 40.000 millones de dólares anuales. Y aparece en medio de preocupaciones cada vez mayores sobre los precios de la energía y la conexión entre un elevado consumo de energía y el cambio climático.
Un estudio realizado por la revista Science a comienzos de marzo concluyó que la manta de hielo antártico estaba perdiendo 152 kilómetros cúbicos cada año debido al recalentamiento global.
Otra investigación, también basada sobre datos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), evaluó que el hielo del mar Ártico está hoy en su nivel más bajo desde que comenzaron los controles satelitales, en 1979, y probablemente del último siglo.
El problema del cambio climático cobró destaque en los últimos años al divulgarse la creciente evidencia de que el recalentamiento planetario está vinculado con las emisiones de gases de efecto invernadero y de que sus consecuencias sobre el clima y sobre la topografía mundial son drásticos y potencialmente catastróficos.
Pero las propuestas contenidas en el documento del Banco Mundial ahora conocido, aprobadas el 30 de marzo, se concentran en lo que el Sur en desarrollo debería hacer para ayudar a detener el fenómeno del cambio climático, más que en acciones por parte de los principales contaminadores: los países industrializados.
Entre otras cosas, llama a la «eliminación de los subsidios de base amplia», al «establecimiento de marcos de trabajo legales y regulatorios», y a la «creación de enfoques de mercado, tales como el comercio de emisiones (de dióxido de carbono), las compañías de servicios energéticos y las garantías de crédito».
Citando una estimación de la Agencia Internacional de Energía, el Banco dice que se necesitan 8,1 billones de dólares para el periodo 2003-2030, para que las economías en desarrollo y en transición satisfagan sus necesidades energéticas, las cuales se espera que crezcan significativamente en las próximas décadas.
En el sector de la electricidad, solamente alrededor de la mitad de este financiamiento está disponible actualmente.
«El grado en que esta enorme brecha en materia de inversiones pueda ser financiada en el futuro dependerá del ritmo de la reforma de políticas y regulaciones, incluidas las medidas necesarias para atraer inversiones del sector privado en las economías en desarrollo y en transición», señala el documento.
El Banco Mundial reconoce que las naciones ricas «seguirán siendo las mayores emisoras por persona de gases de efecto invernadero», pero dice que «el crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono en las próximas décadas vendrá principalmente de países en desarrollo».
La Red Internacional de Ríos, la organización no gubernamental que filtró el documento a la prensa, entiende, en cambio, que combatir el cambio climático es principalmente responsabilidad de las naciones industrializadas.
El uso de energía por persona en los países pobres equivale a apenas cinco por ciento del correspondiente a los países más ricos.
«Ellos perdonaron completamente a los gobiernos del Norte», dijo Peter Bosshard, director de políticas de la Red Internacional de Ríos. «No les exigen más compromisos y más bien depositan la carga en el Sur» en desarrollo, opinó.
Ambientalistas, científicos e instituciones globales independientes dicen que combatir el cambio climático requiere fundamentalmente acciones del Norte, incluidas reducciones mucho mayores en las emisiones en el segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto, que abarca de 2013 a 2017.
El actual cronograma de ese acuerdo internacional, que el gobierno de Estados Unidos rechazó en 2001 con la excusa de que no requiere reducciones obligatorias a las emisiones por parte de naciones en desarrollo, obliga a los países industrializados a reducir las emisiones de gases invernadero en al menos 5,2 por ciento por debajo de los valores de 1990 para 2012.
Algunos observadores también temen que el Banco Mundial, ahora bajo la presidencia de Paul Wolfowitz, un neoconservador conocido por su relación cercana con el presidente George W. Bush, pueda estar mostrando por primera vez cuán cerca está de la política de Estados Unidos.
Estados Unidos produce casi 25 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono, aunque el documento hace poca mención a la responsabilidad de ese país.
El texto también habla de cómo importantes proyectos como represas hidroeléctricas y plantas nucleares podrían ayudar a resolver los problemas ambientales y sociales del mundo.
Pero ambos tipos de producción de energía previamente estuvieron bajo fuego por sus impactos sociales y ambientales.
Expandir el uso de la energía nuclear fue una de las respuestas del gobierno de Bush al ajuste de los mercados energéticos. Y pese a su preocupación tradicional en torno de la proliferación de las centrales nucleares, el Banco Mundial defiende en su documento esa modalidad de energía como una de las alternativas.
El texto también replantea su consejo tradicional a las naciones pobres de que estas deben dar más espacio a la «participación privada».
Y urge a los países a dar a la «propiedad y financiamiento privados un rol dominante en el suministro de energía» como respuesta al recalentamiento planetario y a la seguridad energética.
El Banco Mundial señala la importancia de fuentes de energía renovable como el viento y la biomasa eléctrica. Pero menciona poco los reiterados reclamos de ambientalistas en cuanto a que el Banco Mundial debería destinar el dinero que invierte en petróleo, gas y combustibles fósiles a energía renovable.
La Corporación Financiera Internacional, brazo del Banco dedicado al sector privado, asignó sólo cuatro por ciento de su préstamos para energía a recursos renovables el año pasado.
La Red Internacional de Ríos criticó el documento, alegando que el Banco Mundial debería hacer un viraje drástico en su propia cartera de inversiones, «hacia la eficiencia energética y nuevas tecnologías renovables».
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=37193