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Bashar al-Asad: ¿el principio del fin?

Fuentes: Al-Yasira

Traducción para Rebelión de Matías Bru.

En la primera etapa de la revolución siria se puso de moda predecir cuándo desaparecería Bashar al-Asad. Pero cuando el presidente sirio desafió todas las expectativas y siguió reteniendo el poder a toda costa, incluyendo los cientos de miles de víctimas, sus detractores dejaron de hacer pronósticos. 

No sin dudas, yo me voy a atrever a plantear que finalmente Siria ha entrado en una nueva fase: ¿es realmente el principio del fin de Asad y de su antiguo régimen? Aunque las preguntas más relevantes a plantear y a contestar son qué -y no quién- reemplazará a Asad, y cómo, no si, ni cuándo.

La reciente derrota y retirada de las fuerzas de Asad de dos ciudades clave es un signo de lo que está por venir. El triunfo de una nueva coalición de partidos de la oposición en Idlib y el éxito de ISIS en Palmira son un duro golpe para el régimen. Y lo que es más importante, la incapacidad del régimen para reagruparse, desplegarse y recuperar sus pérdidas territoriales, civiles o militares, han desmoralizado aún más a su ejército en los últimos meses.

Cambio de tendencia

Esa es la naturaleza de la guerra asimétrica; cuanto más tiempo combate el más fuerte contra el débil, más débil se vuelve. Después de cuatro años, la lucha por fin ha pasado factura al ejército del régimen que está agotado, desmotivado y mal equipado.

Desde una perspectiva estratégica, Asad perdió gran parte de su poder en los primeros meses de las revueltas al no conseguir que ni la disuasión ni el miedo devolvieran a la gente a la sumisión.

Una vez que utilizó la fuerza sin lograr derrotar a sus enemigos, y fallando de nuevo al utilizar una violencia terrible e ilegal contra civiles y combatientes por igual, todo señalaba que era el fin de su era y que había comenzado la cuenta atrás hacia su desaparición. En caso de que sobreviva, Assad no será más que un dirigente de una milicia de pacotilla por algún tiempo más.

Sacrificar a Asad, salvar Siria

Como todos los dictadores, Asad ha dependido principalmente de la fuerza. Y cuando la fuerza deja de ser eficaz ya no queda casi nada en qué apoyarse si no se cuenta con legitimidad nacional y popular. Excepto tal vez en sus partidarios más próximos. Pero incluso los que están en Damasco, la capital, o aquellos de la secta alawí que dependen del régimen, no tardarán en comprender que es más inteligente sacrificar a Asad para salvar la capital, la comunidad y el país, que sacrificarlo todo en un intento desesperado por salvar la dictadura.

Lo mismo sirve para los partidarios regionales e internacionales de Asad, en particular Irán y Rusia. Acabarán por concluir que sólo sacrificando a Asad y a su camarilla inmediata de criminales de guerra podrían salvar la cara y salvar su papel e influencia regional.

Un mensaje similar fue el que llevó el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, a Putin la semana pasada. Según las noticias, interrumpió las vacaciones del presidente ruso en Sochi para insistirle en relanzar los principios de las conversaciones de Ginebra 1 sobre Siria con el fin de evitar que colapse el Estado junto al régimen.

Estos principios se centran en llevar a cabo necgociaciones entre sectores del régimen (menos Asad y compañía) y la coalición de partidos de la oposición (menos ISIS y Jabhat al-Nusra) sobre el reparto del poder y la reconciliación nacional. Está lejos de ser la solución ideal pero dadas las circunstancias es la única manera de salvar lo que queda del país.

El cinismo raya en la criminalidad

Estados Unidos y Rusia coinciden en la necesidad de mantener la estructura del Estado sirio a cualquier precio para evitar un incontrolable caos general que tendrá un efecto contagio en el resto de la región. Pero no están de acuerdo ni cómo ni cuándo se deba ir Asad. El gobierno de Obama lo quiere fuera al comienzo del proceso de reconciliación, mientras que Rusia insiste en que, en todo caso, se irá al final del proceso.

En la espera, ISIS se extiende y los sirios siguen muriendo en vano.

Y como de costumbre, Rusia juega al ajedrez con Estados Unidos. Antes de comprometerse respecto a Siria quiere algo a cambio en Ucrania que incluya también el levantamiento de las sanciones, lo cual no parece probable a no ser que Rusia haga un gesto de buena voluntad similar.

No obstante, aún podría darse algún cambio en la posición de Rusia debido al enconado desacuerdo con Irán: aunque Moscú y Teherán han apoyado intensamente a Asad, Rusia sospecha que Irán se preocupa menos por la supervivencia de Siria que por la de sus aliados sirios.

Pero Irán maneja su propio cálculo estratégico que no es muy diferente del de Rusia. Teherán considera a Iraq como su Ucrania y podría ser que sacrificara a Asad a cambio de obtener mayores concesiones de Estados Unidos en ese país.

La luz verde que Estados Unidos dio la semana pasada para que las milicias [chiíes iraquíes] de las Unidades de Movilización Popular respaldadas por Irán combatiesen a ISIS en Ramadi refleja este nuevo escenario. Es el tipo de coordinación entre Estados Unidos e Irán que podría facilitar el camino para un trueque estratégico por el cual Irán sacrifique Damasco para ganar más influencia en Bagdad.

Después de Asad

Dicho esto, ya no hay más que una vía sensata de que Siria salga adelante: negociaciones y reconciliación para poner fin a la vieja dictadura de Asad y construir una nueva Siria integradora. Creo que la mayoría de los sirios han llegado a esa conclusión pero necesitan el empuje para dejar de lado el odio y la desconfianza y empezar a hablar.

Puede que los principios humanos y democráticos que vertebraron el levantamiento sirio se hayan oscurecido por la violencia criminal de las milicias sectarias pero aún siguen vivos y están presentes. No pueden crecer en tiempo de guerra; sólo a la sombra de la paz y la estabilidad.

Por lo tanto, ya es hora de que Estados Unidos y Rusia dejen a un lado sus diferencias y utilicen su influencia para llevar a sus aliados regionales y sirios a un acuerdo sobre un plan de trabajo que hay que sacar adelante. 

 

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2015/05/bashar-al-assad-syria-palmyra-150521130901934.html