«El futuro de Cuba tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia…». Fidel Castro, 1960 (en ese año Cuba tenía 24% de analfabetismo) En noviembre de 2016, el The New York Times publicó una nota titulada «Acuerdo entre EE.UU. y Cuba para realizar una investigación clínica en el campo de la oncología del […]
«El futuro de Cuba tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia…».
Fidel Castro, 1960 (en ese año Cuba tenía 24% de analfabetismo)
En noviembre de 2016, el The New York Times publicó una nota titulada «Acuerdo entre EE.UU. y Cuba para realizar una investigación clínica en el campo de la oncología del producto cubano Cimavax.» Un mes antes, el Gobernador de Nueva York Andrew Cuomo había anunciado que el Roswell Park Cancer Institute -una organización sin fines de lucro relacionada con el National Cancer Institute-, había recibido una autorización de la Food and Drug Administration (FDA) para realizar el ensayo clínico de Cimavax. Era la primera vez, desde la Revolución Cubana de 1959, que dos instituciones de EE.UU y Cuba habían obtenido los permisos para realizar un estudio de este tipo; aunque ya había otros acuerdos o compras anteriores no «tan oficiales» similares. Lo cierto es que noticias como las reseñadas antes nos hablan de la capacidad científico-tecnológico-industrial para el sector de la salud humana por parte de Cuba, y también del claro interés de los EE.UU por dichos desarrollos cubanos en el área de la salud.
1. Sobre la economía del conocimiento
Los acelerados, impresionantes y constantes avances y aplicaciones de la Ciencia y de la Tecnología (CyT) dieron lugar al nacimiento del concepto de Sociedad del Conocimiento (S.C.) que por lo general se ocupa de reseñar las grandes ventajas de este tipo de sociedad y deja de lado sus problemas y riesgos. Si bien son las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) las que más impactan cotidianamente en las industrias y en la sociedad en general (tal es así que han pasado a ser sinónimo de Tecnología en los medios masivos); el impacto industrial y económico de la electrónica, la biotecnología, la nanotecnología satelital, y la energía no ha sido menor en esta nueva S.C al punto de acuñarse un nuevo concepto de Economía del Conocimiento para nombrar este novísimo fenómeno.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha propuesto una definición de la Economía Basada en el Conocimiento (EBC) como aquellas «…economías basadas directamente en la producción, distribución y uso del conocimiento y la información»… «Esto se refleja en la tendencia de las economías de la OCDE hacia el crecimiento en las inversiones e industrias de alta tecnologías con trabajadores altamente calificados, asociados a las ganancias en la productividad». «…Sumado a las inversiones en conocimientos, la distribución del conocimiento a través de redes formales e informales es esencial para el buen resultado de la economía (1).
Obviamente será necesario adaptar e integrar tales economías a nuestras realidades latinoamericanas, proponiendo combinar las altas tecnologías y avances científicos propios, con nuestras empresas y sociedad y teniendo en cuenta, también, a las «médium» y «low technologies». (2)
Por ejemplo -para tomar el caso de Argentina – es bien sabido que nuestro país no completó su ciclo de industrialización, y que en general existen industrias «no maduras» sin desarrollo tecnológico propio. En Biotecnología, hay algunas empresas que desarrollan y fabrican en el País, aunque todavía con un débil desarrollo tecnológico propio u original, y con escasa incorporación de los conocimientos generados en el sistema de CyT. Como bien ha dicho un conocedor del tema en Argentina, «La industria tiene un papel fundamental en la generación y difusión de las nuevas tecnologías… Es razonable que los países ya desarrollados se planteen empujar sus capacidades tecnológicas hacia las fronteras de la CyT. Pero en países como el nuestro, el avance de las capacidades tecnológicas se hace obteniendo y adaptando tecnologías ya creadas, hasta agotar las capacidades disponibles» (3)
Pues bien, considero que el ejemplo cubano es una posible fuente de inspiración para llevar la biología a la industria en general, y no sólo al sector de la salud o a sectores «de punta», sino también a las PYMES (pequeña y mediana empresa), entre otros sectores. Lo cierto es que el avance acelerado de las ciencias biológicas de los últimos 40 años ha sido inmenso y «tiene una importancia social y cultural que es el lugar desde el que hay que mirar y desarrollar la Bioeconomía y no solo desde el aspecto industrial, comercial y económico» (4). Ahora bien, ¿qué diferencias relevantes hay entre la EBC en los países industrializados y en los países en vía de desarrollo?
2. La economía del conocimiento y la experiencia de la biotecnología en Cuba.
Agustín Lage Dávila ha sido el creador y Director del Centro de Inmunología Molecular (CIM) y uno de las cabezas impulsoras del éxito de la Biotecnología en Cuba. Según nos informa, hay cinco tesis que explican el éxito de la biotecnología cubana, a saber: a) la experiencia exitosa reconocida por sus impactos médicos, pero que esencialmente es una experiencia socioeconómica, de construcción de conexiones entre la ciencia y la economía, siendo éste, a su entender, el factor principal. b) por otro lado, siempre según Lage, lo que está sucediendo en biotecnología médica también ocurre en otras ramas… y de manera creciente penetra en todas los ámbitos de la economía» (ver más abajo la mención del ICIDCA). c) Todo estos desarrollos hacen más evidentes las contradicciones del modo capitalista de producción porque d) la ciencia asume un papel dual, por un lado posibilita la privatización del conocimiento pero, al mismo tiempo, puede servir para liberar conocimiento y combatir esa privatización y e) …el proceso de conexión entre la ciencia y la economía no debe ser un mecanismo ciego sino que requiere una conducción consciente. Un claro ejemplo de ello, siempre según Lage, es que desde los años 80 las máximas autoridades cubana se orientan, apoyan y se apoyan en la biotecnología. ( 5 )
Si bien la industria biológica aplicada a la salud es por lejos la más desarrollada; desde los 60 hay otros sectores con «menor contenido de ciencia de punta» que también son ejemplos de EC en Cuba. Es posible que la visión y orientación del Ministro de Industria de aquel momento -el Dr, Ernesto Guevara- quien en 1963 ya señaló las amplias perspectivas que se abrían a los derivados de la caña de azúcar: » …es necesario trabajar para convertir en realidad que el azúcar…, sea un subproducto de la industrialización de la caña de azúcar para poder competir en cualquier mercado y asegurar la materia prima para la esfera química que es el futuro de la humanidad junto con la automatización» (6). Para materializar tales ideas se creó en 1963 el ICIDCA, el Instituto Cubano de Investigaciones de la caña de azúcar. En ese momento Guevara decía que «…el futuro de ICIDCA está en el énfasis cada vez más creciente de los procesos de fermentaciones que pueden permitirle al Instituto tener una tecnología de avanzada en este aspecto…». El ICIDCA es un modelo de lo que hoy llamamos Biotecnología blanca con productos comercializados en todo el mundo y con asesorías y transferencia de tecnología dentro y fuera de Cuba.
Cuando se habla del conocimiento como un recurso productivo, hay que tener en cuenta que una cosa es producirlo y otra invertirlo para obtener recursos económicos. Como decía Jorge Sábato, científico y tecnólogo argentino, ya hace 40 años, » obviamente la ciencia es condición necesaria pero ni con mucho condición suficiente». Recuerdo que en una entrevista le preguntaron a Sábato «¿qué debería hacerse en Argentina- para aprovechar la capacidad científica y tecnológica de los investigadores?» y su respuesta fue que todo «depende del significado de «aprovechar». Si se trata de «aprovecharla» para impulsar el progreso de la ciencia, entonces lo esencial es promover el trabajo de los científicos que son los que hacen ciencia. Si se trata en cambio de «aprovecharla» en la producción de tecnología, entonces lo anterior no es suficiente. Es esencial que al menos haya una política económica que incluya entre sus objetivos específicos el de lograr una capacidad autónoma de producción y distribución de tecnología en el circuito económico». (7)
3. Biotecnología cubana
En un artículo publicado en Nature Inmunology:«Conectando la investigación en inmunología a la salud pública: biotecnología en Cuba» (8), Lage decía que «una fotografía de la investigación en inmunología en Cuba muestra una comunidad de 600 inmunólogos formados, 10 instituciones científicas con base en la inmunología… Una red nacional de 137 laboratorios de inmunoensayos… incluyendo 7.000 científicos e ingenieros… y varias plantas de producción modernas (Manufacturing Facilities) para vacunas, citoquinas, anticuerpos monoclonales y sistemas de inmunodiagnóstico. Pero lo más remarcable es la íntima conexión de la investigación en inmunología con la salud pública!.
Entre otros resultados Cuba tiene el más amplio programa de vacunación del mundo según OMS (Organización Mundial de la Salud), incluyendo coberturas universales de los recién nacidos contra 13 enfermedades, mientras que el programa de la OMS tiene 7 vacunas (VER TABLA 1). Tal vez lo más llamativo es que los hospitales y centros de atención médica en Cuba utilizan regularmente los biofármacos, incluyendo los de última generación que son producidos en Cuba, de acuerdo a las normas de calidad internacional. Varios de éstos, como los AcMc, son biofármacos de alto costo; en Argentina hace tres años atrás los medicamentos de alto costo representaban el 55% de del gasto de este tipo de medicamentos.
En el 2012 el Polo Científico se unió con las empresas de la Industria Farmacéutica y organizaron la empresa BIOCUBAFARMA (https://www.ecured.cu/BioCubaFarma ), cuyos resultados se hacen evidentes en la siguiente Tabla.
«En los primeros años del siglo XXI los productos de la biotecnología y la industria farmacéutica… pasaban a ser el segundo renglón de la explotación material en la economía cubana» se leía en la editorial de Nature en 2009 («Cuba’s biotech boom»). Y agregaba también que «Los EE.UU harían muy bien en levantar las restricciones a las colaboraciones con los científicos de la Isla… donde existe un Sistema Sanitario en el mundo en desarrollo, que cuenta con una establecida industria biotecnológica, la cual ha crecido rápidamente a pesar de no contar con un modelo de financiamiento del «venture-capital» , modelo que los países ricos consideran un pre-requisito. Este crecimiento en biotecnología ha sido un modelo «top-down», como muchos cambios en la Cuba de Castro… Pero el crecimiento también se debe en gran medida al deseo individual de los investigadores de hacer una contribución a la sociedad… El modelo de capital de riesgo (venture-capital model’s) es una promesa muy linda para los ricos, así parece, pero no es esencial.»
La estrategia y la capacidad de la Biotecnología cubana es lo que hizo posible trazar este puente entre la investigación y la aplicación sanitaria de los medicamentos y diagnósticos; seguramente hay que poner estos avances dentro de una concepción política general que está marcada por la frase de Fidel Castro en 1961 del comienzo de este artículo. La Biotecnología es una actividad industrial con una base fuerte en la ciencia (pero no es sólo biología molecular). Es una actividad altamente innovadora, que constantemente coloca nuevos productos aptos para crear nuevas empresas de I y D, fundamentalmente (las conocidas como «biotech»). En los países desarrollados por lo general se integra a la cadena de producción y comercialización, y algo similar ocurre en Cuba a través de las unidades de Desarrollo, producción y comercialización. Como señala Lage «La salud pública es un logro social y no sólo médico». El contar con industrias de estas características retroalimenta la investigación y facilita la incorporación de los conocimientos a la economía. Estos productos fabricados hoy en Cuba -biofármacos, vacunas, diagnósticos- no sólo se usan en el sistema sanitario cubano gratuitamente, sino que se exportan y comercializan a más de 40/50 países del mundo. El «pipeline» tiene 91 nuevos potenciales productos que están siendo investigados. Más de 60 ensayos clínicos se están desarrollando con la participación de 65 hospitales. Más de 900 patentes presentadas en el exterior.» (8). Están comenzando un estudio clínico de un nuevo Anticuerpo Monoclonal (NeuroEpo) para el tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer, molécula original (9).
Más allá de modelos políticos y de desarrollo industrial, lo que se comprueba en el caso cubano es la integración del sistema de innovación (ciencia, tecnología, industria) a las necesidades sanitarias de toda su población, fortaleciendo su capacidad industrial de manera de tener independencia en las políticas de salud, de medicamentos en especial.«Nuestro desafío ahora son las enfermedades crónicas, las políticas sanitarias y sociales han determinado cambios en la demografía de los cubanos, nuevas necesidades sanitarias, relaciones con los investigadores. Se necesita mayor investigación en cardiovascular, cáncer, en autoinmunidad, entrar en sistemas complejos a la que pertenece el sistema inmune.» Y finaliza con esta reflexión: «La investigación en inmunología (aclaración: o en otras áreas biológicas) está creciendo como un tema global, pero los puentes uniendo la ciencia a la salud pública (y también a la economía) son todavía principalmente locales. El proceso de construcción de estas conexiones locales no es espontanea ni trivial, por lo que es necesario enfatizarlo acá» (8).
Concluyamos con un resumen de las ideas y conclusiones dignas de tener en cuenta de la experiencia cubana:
a) En Cuba hubo un proceso socioeconómico muy positivo de conexión entre ciencia y economía;
b) Es importante, como ocurrió en Cuba, que ese proceso haya tenido una conducción consciente (y política).
c) Es necesario que los gobiernos impulsen experiencias similares en lo que hace a la biotecnología como puente que conecta las investigaciones biológicas con la salud pública;
d) Rol de las unidades de desarrollo, producción y comercialización (MANUFACTURING);
e) El modelo de Venture Capital no es esencial para llevar conocimientos a la economía.
Todo ello sería útil y necesario para nosotros, que habitamos países en desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA
1 – OCDE. – «The knowledge based economy», París, 1996, https://www.oecd.org/sti/sci-tech/1913021.pdf
2- Mempo Giardinelli: «La sociedad del conocimiento es de un cinismo total» http://www.unsam.edu.ar/tss/mempo-giardinelli-la-sociedad-del-conocimiento-es-de-un-cinismo-total/ Mujica, Pepe, «Cómo distribuir la inteligencia», Texto publicado el día domingo 16 de agosto de 2009 por el Diario Miradas al Sur, que forma parte de un discurso del Mujica en un encuentro con intelectuales uruguayos en el Palacio Legislativo de Uruguay
3 – R. Fabrizio: «Proyecto Productivo Nacional: Modelo CANGURO» – Industrializar Argentina. N°30- Noviembre 2016. Páginas 10 – 13.
4 – Alberto Díaz – «Biología y la evolución de la sociedad». – Revista Ciencia Hoy – Febrero 2017.
5 – Agustín Lage Dávila. «La Economía del Conocimiento y el Socialismo» – Editorial Academia – La Habana – Cuba – 2013.
6 – Ernesto Che Guevara. «Ciencia, Tecnología y sociedad- 1959 -1965». Editorial Academia. La Habana.2003. Páginas 15 – 17.
7 – Jorge Sábato, Ensayos con Humor – Editorial La Urraca, Argentina, 1983, página 28 y 135. Entrevista realizada en 1974.
8 – Agustín Lage – «Connecting immunology research to public health: Cuban biotechnology» Nature Immunology – Febrero de 2008- pag. 109 – 112.
9 – http://registroclinico.sld.cu/ensayos/RPCEC00000185-Sp – Consultado Mayo 2017.
Alberto Díaz Quimico. Universidad Nacional de Quilmes/ Universidad de Buenos Aires, República Argentina.