Durante la estancia del ministro de comercio sirio en Moscú, se ha conocido la última estrategia del régimen, que consiste en la posibilidad de negociar con la oposición la salida del presidente al-Asad. Resulta sorprendente que el embajador ruso en París lo anunciase hace más de un mes y que fuera desmentido inmediatamente por Siria. […]
Durante la estancia del ministro de comercio sirio en Moscú, se ha conocido la última estrategia del régimen, que consiste en la posibilidad de negociar con la oposición la salida del presidente al-Asad. Resulta sorprendente que el embajador ruso en París lo anunciase hace más de un mes y que fuera desmentido inmediatamente por Siria. En este contexto de aislamiento cada vez mayor -una de las últimas medidas de bloqueo a Siria ha sido su expulsión de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI)-, Rusia e Irán son los únicos países con capacidad de presionar a Damasco.
La oposición armada y la comunidad internacional valoran estas declaraciones como poco creíbles mientras observan como se recrudece la represión contra los civiles. Después de 18 meses de brutales matanzas, el pueblo sirio no está dispuesto a permitir la salida indemne de al-Asad y sus secuaces. La cifra de muertos del pasado mes de agosto asciende a 5000 y el número total es de 26000 desde el comienzo del conflicto. El principal problema para la diplomacia en Siria sigue siendo la falta de consenso en el seno del Consejo de Seguridad, que se ha mantenido pasivo pese a encontrarse ante una de las peores crisis internacionales desde la guerra de los Balcanes. Sin embargo, muchos analistas consideran que esta inacción no es el resultado de la falta de acuerdo, sino una postura premeditada e interesada. Esa postura puede responder a la mayor preocupación de Rusia y EE. UU., que es que la derrota de una de las partes podría resquebrajar el histórico equilibrio regional entre sunníes y chiíes. En este sentido, hay que destacar que durante el conflicto, la actitud de EE. UU. ha sido prudente por temor a que el cambio en Siria suponga un problema para los intereses norteamericanos e israelíes. Por otra parte, la incapacidad de la oposición para organizar genera muchas preguntas e inquietudes sobre el futuro Gobierno de Siria, y es muy probable que eso sea uno de los factores que han frenado la ayuda externa. Pero la actitud pasiva de EE. UU. puede resultar contraproducente en un ámbito más amplio, ya que se corre el riesgo de que el conflicto sirio se extienda al Líbano y desestabilice la economía jordana. Además, el actual vacío de poder en las instituciones conduce a Siria hacia la confrontación confesional entre sunníes y chiíes. La comunidad internacional teme que se produzca una salida de al-Asad similar a la de Saleh en Yemen, que debilitó el país y lo convirtió en un Estado no democrático e incapaz de atender a las demandas ciudadanas.
Otros factores que dificultan la resolución del conflicto son el apoyo iraní y de Hizbulá -con tropas en territorio sirio- así como el despliegue militar ruso, todo ello consentido por el régimen de al-Asad. Por si faltaran elementos de crispación, el presidente egipcio, con sus declaraciones, abrió el camino a un cambio de Gobierno en Siria y provocó la furia del régimen sirio. Así las cosas, no es de extrañar que el actual mediador de la ONU, Lajdar Brahimi, haya reconocido la imposibilidad de llegar a una solución diplomática de la guerra.
Fuente original: http://www.aish.es/index.php/es/component/content/article/130-clavessiria/3693-siria-2892012-bloqueada-la-via-diplomatica-el-conflicto-sirio-se-enquista