Achinoam Nini, más conocida como Noa, la cantante israelí que ha traspasado fronteras, es además una acomodada norteamericana con el título de «embajadora de buena voluntad de la ONU». Permítanme poner en entredicho su «buena voluntad» para lograr la paz en Israel. Empiezo el artículo haciendo alusión a dicho título, tan hipócritamente e injustamente merecido. […]
Achinoam Nini, más conocida como Noa, la cantante israelí que ha traspasado fronteras, es además una acomodada norteamericana con el título de «embajadora de buena voluntad de la ONU». Permítanme poner en entredicho su «buena voluntad» para lograr la paz en Israel.
Empiezo el artículo haciendo alusión a dicho título, tan hipócritamente e injustamente merecido. Y es que Noa es sargento del Ejército de ocupación israelí y está casada con un alto cargo militar del mismo; ese mismo Ejército que mata diariamente a niños, padres, madres y abuelos de Palestina; el mismo ejército a cuyas salvajes acciones la «embajadora» Noa se excusa con un simple «recibimos órdenes».
Como bien decía otro artículo sobre una visita anterior de la cantante (Richard Wyendling, «No a Noa», GARA, 18-07-2006), Noa es una parte de la maquinaria de relaciones públicas sionista, cuya función es convencer a la opinión pública mundial de que, a pesar de la evidencia que ven a diario sus ojos, Israel es un estado «joven, radical, diverso y bello». En sintonía con la abrumadora mayoría de la opinión pública israelí, parece asumir con una conciencia tranquila los últimos 60 años de ocupación, terror, encarcelamiento ilegal, limpieza étnica, leyes racistas, muro de separación, hambre, humillación y asesinatos generalizados aplicados por Israel contra la población civil palestina. Todo se justifica en aras de la seguridad de la «tierra prometida». Es bien sabido que los sionistas piensan así.
Pero Noa no va por el mundo diciendo «soy sionista». Ella se vende como amante de la paz y su público internacional la cree. Pregona la paz pero no denuncia las acciones criminales de su gobierno, que van directamente contra la legalidad internacional -en particular contra la cuarta convención de Ginebra-.
Más aún si cabe nos avergüenza y horroriza su «identificación» con la línea oficial sionista, confirmada en su elogio a Ariel Sharon, ministro responsable de la invasión de Líbano y convicto en su propio país por las masacres -entre otras la matanza ocurrida en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila-. Cito palabras textuales: «creo que [Sharon] estaba en el sendero adecuado. Podría haber hecho grandes cosas y siento que cayera enfermo antes de tener la oportunidad para adelantar a Israel aún más. Estaba en desacuerdo con muchas de sus opiniones pero sus acciones en los últimos años fueron mayoritariamente positivas».
Quisiera subrayar las palabras de Richard Wyendling, que escribió el artículo a raíz de una entrevista a Noa, cuando afirmaba que «parece que para Noa el pacifismo termina cuando el gobierno te pide matar y no hay más remedio que obedecer. Es la justificación habitual, ‘sólo obedezco ordenes'»
Por todo esto, desde el centro cultural Biladi apoyamos el boicot contra la celebración del concierto de Noa que tendrá lugar mañana, 11 de abril, en Tolosa.
No se puede permitir que cante en nombre de la paz en los territorios ocupados cuando personas como ella están del lado de la salvaje política que está llevando a cabo su propio gobierno en Palestina, especialmente en la franja de Gaza. Personas como ella y su familia matan diariamente a nuestro pueblo palestino. Recordemos que Gaza actualmente está sufriendo precisamente un boicot atroz con graves consecuencias entre su población. Sería un duro golpe al pueblo palestino el hecho de que apoyára- mos esta farsa disfrazada de concierto.
Nadia Hawari Berriozabalgoitia es miembro de Biladi, centro cultural palestino.