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Burócratas y otros demonios

Fuentes: La Trinchera

Si se mira fijo durante mucho tiempo a un abismo, el abismo puede mirar también dentro de uno, nos enseñó el sabio Nietzsche. De la misma manera que luchar contra un demonio puede convertir al luchador, en otro de la misma especie mística. Pero no, no siempre es así: hay gente que se enfrenta al […]

Si se mira fijo durante mucho tiempo a un abismo, el abismo puede mirar también dentro de uno, nos enseñó el sabio Nietzsche. De la misma manera que luchar contra un demonio puede convertir al luchador, en otro de la misma especie mística. Pero no, no siempre es así: hay gente que se enfrenta al demonio, ya siéndolo de antes (y que me perdone el anticristo por la metáfora en que lo empleo).

Los burócratas son una lacra, sí. El sistema social más justo simbólico que representan, el socialismo, no tiene nada que ver con ellos. De los menos nuevos de los hombres, el burócrata es uno de ellos. El contenido moral, humano, más justo, no es su objeto de trabajo. No practican el ser ellos mismos la expresión de socialismo.

Ellos no son socialistas, porque no funcionan de esa manera.

La forma en que se interviene en la producción social, se convierte en el modo de vida, se aprende de Marx. Por eso, ante la función de reproducir esquemas y reglas establecidas de antemano, la mentalidad correspondiente solo puede ser de reproducir estas, y por eso se caracteriza el modo de pensar del burócrata. Él es el guardián de una forma que no tiene otro contenido que garantizar la conservación de esta. Su subsistencia depende de eso, y eso hará. De ahí que no importe qué pase, lo que sí se debe, es cumplir el número de formas que se deben alcanzar -lo establecido dirán ellos-, sin distinción de implicaciones.

Son pura forma abstracta y descontextualizada del socialismo que los reclama, son los exponentes del hombre cuantitativo, mediocre, como nos recuerda Ingenieros.

Quien se piense burócrata y no se ha sentido atrapado en la actividad, y le ha temblado la mano y ha ayudado a evitar una arbitrariedad en el centro de trabajo u otros espacios, no se preocupe, solo está siendo víctima del determinismo laboral. No sé sienta burócrata, sino tan sólo alguien que hace burocracia, y que no ha incorporado a su forma de ser, la dinámica fría y áspera de su actividad oficial.

Dado que necesitamos los representantes de una sociedad más justa, y tenemos tantos que no lo son, entonces aparecen otros que enfrentan a esos burócratas. Miro, y a veces no noto sustancial diferencia, veo entre los «nuevos salvadores», a los que son solo el otro extremo que hala la soga -la del poder- para intentar quedársela.

Estos, son también pura forma abstracta.

No predican con el ejemplo, ni con el ejercicio de prácticas inclusivas. Solo aceptan a personas que se pronuncien en contra de aquellos burócratas. Pero al igual que ellos, en ejercicio de doble moral, preservan la cercanía con elementos del «otro bando» bajo criterio de amistad. Claro que eso no está mal, mal está que solo se aplique una lógica tan humana como esa, a conveniencia, y se cree tener el poder exclusivo de emplearla.

Toman las mismas maneras que los burócratas y hacen uso de sus modos mafiosos y de clanes. El reparto de beneficios, es con los mismos criterios de cercanía. Todo el sistema de acusaciones que usa el burócrata, es el que emplean sus contendientes: el rival es un asalariado.

La prepotencia y soberbia que he podido comprobar en un dirigente oficialmente comunista -que puede que realmente no lo sea, pero que ensucia el nombre de otros que si lo son-, la veo también en quienes dicen combatir sus faltas.

También estos, son de los menos nuevos de los hombres.

Los burócratas, no han generado su contrario, sino solamente otros burócratas disfrazados, maquillados con el estar distante físicamente de la institución oficial que burocratiza -idea que utilizan como símbolo de su condición-, pero mentalmente están dentro de ella. Estos tampoco representan una sociedad más justa, porque no actúan como si fueran hombres de ella.

Vivimos en el mismo dilema donde quien quiere cambiar la sociedad, debe cambiar con ella, o anteceder el cambio de esta; donde el pretendido transformador social debe también, transformarse a sí mismo. Por eso, de entre los que quieren luchar por las innegables modificaciones que Cuba necesita, hay quienes no llevan dignamente su labor de ser la expresión de cambio social -que no es precisamente de la coloración político discursiva de la sociedad, sino exclusivamente de la lógica que en ella hay-, con el suyo personal. De ahí que la lucha por esa nueva lógica es por construir consenso, diálogo, desde el propio individuo. Los que fomentan su falta, sino que fortalecen los partidismos antagónicos, poco aportan a una mejor sociedad, porque solo contribuyen a fomentar su mismo esquema polarizado.

No hay que decir nombres aquí, ni de estos ni de los primeros burócratas, porque son muchos y no los conozco a todos. Tampoco es necesario, esto no es una denuncia, y de todos modos habrá quienes se sientan identificados con estas líneas y quienes sepan ver personajes semejantes a los aquí referidos.
Afirmo mi punto: los burócratas están en todas partes. Hay que estar más alertas. A los demonios de siempre ya los conocemos, pero de entre los que se comienzan a ver cómo su alternativa, están los que son más de lo mismo, y no sabemos cómo funcionan del todo, aunque estaban ahí de antes.
El ser un luchador por el bienestar del ser humano, de una nación, se lleva en el día a día, primero. De no ser así, esas causas son solo una escusa que se emplea para obtener un status. De los que hacen eso, hay más de lo que parece.

Fuente: http://www.desdetutrinchera.com/politica-en-cuba/burocratas-y-otros-demonios-burocracia-cuba/