Recomiendo:
0

Más allá de las negociaciones estériles en Palestina

Buscando un liderazgo con estrategia

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

El liderazgo palestino volvió brevemente a las erosionadas mesas de las sutilezas diplomáticas para negociar una vía a las negociaciones. El retorno señaló una alarmante regresión a la polémica posición que esos dirigentes adoptaron en septiembre de 2011, cuando llevaron su caso a las Naciones Unidas. Después, notablemente animados por el mensaje de liberación del presidente Mahmud Abbas a la comunidad global, los palestinos pensaron que era posible que los dirigentes eliminaran su lucha por la autodeterminación de los estériles confines de las negociaciones bilaterales y la situaran en un escenario internacional. Finalmente, la decisión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de reanudar las negociaciones frustró durante un tiempo cualquier esperanza de que los dirigentes palestinos tuvieran una visión estratégica de liberación nacional. Durante los dieciocho años del «proceso de paz», la población colona se ha duplicado prácticamente, se ha declarado como zona militar cerrada todo el Valle del Jordán, el Muro de Separación ha expropiado el 12% del territorio de Cisjordania, el 62% de Cisjordania está fuera de control palestino, la Franja de Gaza reducida a la pobreza extrema bajo la losa de la guerra y un bloqueo interminable, a la vez que se ha acelerado espectacularmente la limpieza étnica en Jerusalén. En estas circunstancias, cualquier retorno a las negociaciones, aunque sean breves, no puede justificarse ni perdonarse. En ausencia de una estrategia de liberación nacional, las negociaciones son contraproducentes para los intereses nacionales palestinos.

El mandato electoral de la Autoridad Palestina (AP) sobre los dos millones y medio de palestinos hace tiempo que expiró y, aunque estuviera en vigor, la AP «representa» solo a la cuarta parte de la población global palestina. Por tanto, puede ser justo preguntarse si alguna otra entidad puede desarrollar responsablemente una estrategia de liberación nacional que sea más representativa que la que la AP o la OLP han podido ofrecer durante más de dos décadas, y cuáles deberían ser sus objetivos.

La ausencia de un programa político que represente las aspiraciones nacionales palestinas sigue a la veloz erosión sufrida por la OLP tras los Acuerdos de Oslo. En el documento inédito » The Rise and Fall of the PLO: A History of the Palestine Liberation Organization «, Seif Da’na escribe lo siguiente:

«El Acuerdo de Oslo preparó el terreno para la desaparición de la OLP, tanto como estructura como programa, iniciando un conflicto en su interior entre los burócratas vinculados con la nueva clase dominante y las personalidades que profesan los ideales, liberación e independencia de la OLP. Esta inevitable rivalidad se intensificó mientras la AP ha ido gradualmente reemplazando a la OLP como estructura política e iba redefiniendo considerablemente la naturaleza de la cuestión palestina.»

Las tensiones entre los objetivos y la estructura de la AP con los de la OLP se agudizaron con la victoria electoral de Hamas en enero de 2006 y de nuevo, cuando la AP, bajo los auspicios de la OLP, se dirigió a la ONU en un intento de convertirse en estado miembro.

En respuesta inmediata a la victoria legislativa de Hamas, EEUU, Israel y la UE impusieron sanciones a la AP, habiendo declarado ya anteriormente que Hamas era una » organización terrorista «. Esto exacerbó las tensiones entre Fatah, el partido político laico una vez dominante dirigido por el difunto presidente de la OLP Yaser Arafat, y la AP. La tensiones alcanzaron su punto álgido cuando Hamas echó a Fatah de Gaza en junio de 2007, en lo que puede describirse de golpe preventivo , que acabó con un gobierno política y geográficamente bifurcado. A partir de entonces, EEUU e Israel reanudaron su apoyo financiero y diplomático a la AP dominada por Fatah, proporcionando de ese modo a esta organización una influencia considerable sobre la agenda política oficial palestina.

Sumidos en un conflicto interno, los dirigentes palestinos dedicaron más esfuerzos a reafirmar su control sobre los Territorios Ocupados que a combatir la ocupación colonial de los asentamientos o apartheid. Ni Hamas ni Fatah, ni su corto gobierno de unidad nacional han representado nunca a toda la nación palestina. El conflicto ha llevado a amigos y enemigos a preguntarse por igual: «¿Quién habla por los palestinos?».

Los palestinos se hicieron esta pregunta de nuevo en el período previo a septiembre de 2011, cuando la AP/OLP solicitó la pertenencia a las Naciones Unidas. Desde 1974, la OLP, a la que le gusta recordarle al mundo que es la «única y legítima representante del pueblo palestino», ha tenido un estatus de observador, cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 3236. El intento de conseguir la condición de estatalidad planteó la preocupación de que si la ONU concedía tal condición a la AP, que solo representa el Territorio Ocupado Palestino, suplantaría a la OLP como entidad representativa palestina ante la comunidad global. Los palestinos que viven en la diáspora temían verse totalmente excluidos de la representación nacional palestina. La amenaza de tal exclusión hizo que muchos palestinos en la diáspora rechazaran, en términos inequívocos, el intento de reconocimiento de la estatalidad.

El surgimiento del Comité Nacional de la Campaña por el Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS) y las redes de la Diáspora

Tras el Llamamiento de la Sociedad Palestina de 2005 a favor del Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS), apoyado por otras 170 organizaciones de la sociedad civil, el Comité Nacional del BDS (BNC, por sus siglas en inglés) surgió como líder de un movimiento global que se fusionó alrededor de la necesidad de responder con específicas medidas económicas no violentas ante las violaciones israelíes del derecho internacional. Además de los representantes de las organizaciones de la sociedad civil, el BNC incluye ahora representación de las fuerzas políticas palestinas bajo la forma de la Coalición de Fuerzas Nacionales e Islámicas. Al proporcionar un punto de referencia central palestino y una orientación autorizada a la solidaridad global, el BNC ha llenado parcialmente un vacío dejado por la desaparición de la organización que en otro tiempo estuvo al frente de todo, la OLP, a pesar de que no pretende cumplir tal papel.

Además, el Llamamiento al BDS de 2005 preparó el terreno para la autodeterminación palestina dentro del marco universal del derecho internacional y de las normas a favor de los derechos humanos. Se basó en tres demandas: 1) acabar la ocupación y colonización de todas las tierras árabes; 2) igualdad total para los ciudadanos árabes/palestinos de Israel, y 3) el derecho al retorno de los refugiados palestinos. Sin embargo, no ofreció una visión política o programa. Omar Barghouti, miembro fundador del movimiento del BDS y del BNC, explica: «El BNC no toma partido en el debate entre los palestinos acerca de un estado frente a la solución de los dos estados». De hecho, las tres demandas basadas en los derechos consagrados en el llamamiento al BDS son necesarias, aunque no suficientes, para conseguir la autodeterminación nacional. Además, no se corresponden con un programa político determinado entre los palestinos.

En cambio, la Red de Comunidades Palestinas en EEUU (USPCN, por sus siglas en inglés), una red no sectaria compuesta por los palestinos que viven en EEUU, apareció en 2006 en un esfuerzo por proporcionar un liderazgo representativo y responsable para los palestinos y los árabes en EEUU en respuesta a su exclusión de la AP/OLP. Andrew Dalack, uno de sus dirigentes, explica que la «USPCN responde a una necesidad de la entidad nacional palestina de proporcionar un vehículo a través del cual los palestinos de la diáspora puedan ejercer influencia en su propia autodeterminación y en el futuro de Palestina. En respuesta al intento de reconocimiento de estatalidad presentado en la ONU, la USPCN pidió a sus aliados que «rechazaran total e inequívocamente la iniciativa de la estatalidad por constituir una distracción que injustificada e irrevocablemente pone en peligro los derechos e instituciones palestinos».

De forma parecida, el Movimiento de Jóvenes Palestinos (PYM, por sus siglas en inglés), un movimiento de base de los jóvenes palestinos en Palestina, así como en otros once países del Mundo Árabe, Europa y Norteamérica, adoptaron un programa político desde el mismo principio. La coordinadora general internacional del PYM, Loubna Qatami, recuerda: «Desde los primeros días de la formación del PYM…, sabíamos que estábamos tratando de llenar un vacío: un vacío político que ninguna entidad o solución actual estaba al parecer abordando». El PYM se opuso también al intento de estatalidad y reprobó a la AP/OLP por «hacer mal uso y explotar la resistencia y sacrificios del pueblo palestino, especialmente del de Gaza, secuestrando incluso las raíces del trabajo de solidaridad internacional». Según el PYM, «el intento solo sirve para dilapidar todos los esfuerzos hechos para aislar al régimen colonial y exigirle responsabilidades».

Al igual que el USPCN y el PYM, el BNC ha intentado asimismo llenar un vacío político. Sin embargo, a diferencia de estas otras organizaciones, el BNC no busca representar la voluntad colectiva de la entidad nacional palestina sino establecer una referencia digna de confianza para la solidaridad internacional. Aunque se distingue de la diáspora y de las redes trasnacionales, el BNC también criticó con firmeza el intento de estatalidad declarando que era «insuficiente» e instó «a la gente con conciencia y a los grupos de solidaridad internacional a construir un movimiento masivo a favor del BDS en EEUU, el Reino Unido y los países más poderosos del mundo antes y después de septiembre».

De todas estas organizaciones en la diáspora, el BNC es el que actualmente está más cerca de representar los intereses nacionales globales. Sin embargo, ha rechazado llevar a cabo tal mandato político. Barghouti insiste: «El BNC no es y no aspira a convertirse en un entidad política alternativa. El liderazgo político del pueblo palestino debe permanecer dentro de las estructuras de la OLP». Sin embargo, debido a que el BNC solo busca ser una referencia autorizada con respecto al BDS, la táctica -junto al léxico del que se rodea- se ha confundido a menudo con una estrategia de liberación nacional.

La posición del BNC plantea así dos desafíos fundamentales para la entidad política palestina. Primero, porque el BNC no reclama un mandato de representación equivalente al de la OLP, esto crea confusión entre los grupos de solidaridad que pueden, consecuente y simultáneamente, adoptar un llamamiento por los derechos humanos sin tener que responsabilizarse de desarrollar un programa político. Segundo, en ausencia de una estrategia de liberación nacional, los principales éxitos del BDS solo pueden ampliar el llamamiento por los derechos palestinos. No pueden conseguir la autodeterminación palestina.

Qutami subraya el peligro de confundir el BDS como táctica estratégica con los objetivos del mismo movimiento. Atribuye este riesgo a la carencia de una estrategia nacional más amplia, indicando que «No hay base, ni proyecto, ni trayectoria, ni convicción colectiva y estrategia que aseguren un sentimiento continuado de responsabilidad para el movimiento».

¿Derechos humanos sin un programa político?

En resumen, las cuestiones urgentes respecto a la representación y estrategia por la liberación nacional siguen sin tener respuesta de los palestinos de todo el mundo. Varias de esas preguntas serían:

  1. ¿Deberían llegar los palestinos hasta a apoyar la anexión de los Territorios Palestinos Ocupados para marcar el comienzo de una era de lucha por la igualdad dentro de un territorio singular y un régimen legal?

  2. ¿Deberían integrarse racialmente los asentamientos o ser totalmente demolidos?

  3. ¿Será suficiente con la enmienda de las leyes israelíes para asegurar la igualdad cambiando su carácter de judías a laicas?

  4. ¿Deberían los ciudadanos palestinos de Israel centrarse en una lucha por la igualdad o deberían articular un marco global para combatir la limpieza étnica dentro del mismo Israel así como en los Territorios Ocupados?

  5. ¿Cuál es el papel de la AP, como consecuencia de los Acuerdos de Oslo, si es que tiene alguno? ¿Debería boicotearse, desmantelarse o apalancarse, como sugirió recientemente la integrante del Comité Ejecutivo de la OLP Hanan Ashrawi ?

  6. ¿Por qué tipo de economía deberían abogar los palestinos?

  7. ¿Con qué estados y movimientos internacionales deberían aliarse los palestinos para conseguir apoyo económico, político y de seguridad?

  8. ¿Cuál es el papel de la resistencia armada? Si es aún sobresaliente, ¿cómo relacionarla con la acción directa no violenta?

Es interesante señalar que, en 2011, el PYM eliminó el lenguaje de un enfoque basado en los derechos de su carta porque -según consenso entre sus miembros- les hizo perder de vista la necesidad de una movilización directa de base entre las comunidades palestinas. Un enfoque similar inspiró la acción del grupo Freedom Riders , cuando un grupo de activistas palestinos independientes abordó desafiantemente los autobuses de los colonos que iban a Jerusalén Este para manifestar la naturaleza insidiosa de la institucionalizada segregación espacial israelí entre territorios privados y públicos. La acción atrajo la atención internacional y sirvió para poner de relieve el sistema de apartheid de Israel. También suscitó polémica entre los palestinos que lo interpretan de forma equivocada como una demanda para poner fin a la segregación entre los asentamientos y sus excluyentes sistemas de transporte más que para liberar las tierras por las que circulan. La polémica desató una discusión saludable entre los palestinos acerca de los límites del lenguaje sobre los derechos humanos. Ambos enfoques ponen de manifiesto la tensión existente entre un enfoque basado en los derechos y un programa político claramente dedicado a conseguir la autodeterminación y la liberación nacional.

A pesar de esas tensiones internas palestinas, un enfoque basado en los derechos sigue siendo la referencia destacada para los activistas de la solidaridad internacional. Hannah Mermelstein, miembro importante de Adalah Nueva York y desde hace mucho tiempo activista de los derechos humanos, señala: «No todas las personas palestinas de la calle son necesariamente activas en el BDS, pero es una plataforma con la que muy pocos palestinos están en desacuerdo. Es un hecho crucial: un conjunto de derechos y una estructura. Y para mí, eso es tan importante como la misma táctica». Aunque puede decirse que el enfoque del BNC representa un común denominador entre los palestinos, la ausencia de un programa político que pueda avanzar estructuralmente limita su capacidad para conseguir la autodeterminación.

Lecciones aprendidas de Sudáfrica

¿Ofrece la experiencia de la lucha contra el apartheid sudafricano una vía más allá de las tensiones entre el enfoque basado en los derechos humanos y un programa político para la liberación nacional? Desde luego hay diferencias entre el caso de Palestina y el del apartheid sudafricano. Por ejemplo, el llamamiento al boicot al apartheid de Sudáfrica lo hicieron los estados africanos en 1961 y fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1962 (Res. 1761). En cambio, el llamamiento del BDS de 2005 lo hicieron una gran coalición de redes y asociaciones de la sociedad civil palestina. El llamamiento fue solo parcialmente endosado por la AP y no cuenta con el apoyo de ningún régimen árabe, aparte de la Asamblea General de la ONU.

Y, sin embargo, a pesar de su cohesión aparente, el movimiento por el boicot sudafricano también sufrió divisiones internas. Bill Fletcher Jr, académico y último presidente del Foro TransAfrica, señala que aunque el Congreso Nacional Africano (CNA) era el partido político sudafricano más ampliamente conocido en EEUU, había otros partidos, entre ellos el Congreso Pan-Africano (PAC, por sus siglas en inglés) y el Movimiento Popular Azania (AZAPO, por sus siglas en inglés). Cada partido representaba distintos movimientos influidos por políticas internas e internacionales. Como en el caso de Palestina, la solidaridad internacional tenía muchas opciones para conseguir una referencia fidedigna. Sin embargo, a diferencia del caso palestino, explica Fletcher: «La solidaridad era muy amplia y no hubo nunca necesidad de hacer una elección o de elegir con qué organización aliarse». En cambio, los activistas de la solidaridad acordaron que la victoria incluiría un gobierno mayoritario negro, el fin de la segregación, la redistribución de la tierra y la liberación de todos los prisioneros políticos.

El desafío al llamamiento al boicot a Sudáfrica no surgió de tensiones internas sino de los esfuerzos solidarios afro-americanos. En especial, las fuerzas que se opusieron al radical llamamiento al boicot se unieron alrededor de los Principios Sullivan, redactados por el Reverendo Leon Sullivan. A pesar de su celebrado legado, el » anteproyecto de Sullivan para acabar con el apartheid» era una «distracción». Como Fletcher señala: «Sullivan trataba de deslegitimar al CNA y al PAC… La gente que defendía los Principios de Sullivan se oponían a las fuerzas del BDS en EEUU y a las fuerzas revolucionarias en Sudáfrica».

Barghouti señala luchas similares dentro del movimiento del BDS contra Israel. Indica: «Algunos grupos sionistas suaves han intentado en diversas etapas, y a veces desesperadamente, diluir las demandas del llamamiento al BDS, limitándolas a poner fin a la ocupación de 1967 y a ocultar la referencia palestina en el movimiento global del BDS. Pero sus esfuerzos fueron decisivamente abortados». Aunque esos «sionistas suaves» intentan claramente tener su propia agenda política, también subrayan el problema de la ausencia de un programa político y la dependencia del BDS en un enfoque basado solo en derechos. En este contexto, los activistas pueden, y a menudo se les anima a hacerlo, expresar su apoyo a los derechos humanos sin tener en cuenta la voluntad política del pueblo al que afirman apoyar.

Soluciones políticas no revolucionarias

La posibilidad de que los derechos pudieran alcanzarse sin acceder a una solución revolucionaria se cernió también sobre el movimiento anti-apartheid sudafricano. Fletcher señala que aunque los activistas reconocieron que la lucha afro-americana por la igualdad se abordaba a nivel legislativo y sin una solución revolucionaria, «era normal que la gente asumiera que como el CNA y el PAC tenían ejércitos… acabarían barriendo los sistemas represivos».

Desde luego, en la actualidad, los movimientos populares que cuenten con ejércitos se ven marginados como «organizaciones terroristas». En cualquier caso, el potencial para la transformación revolucionaria tendrá que surgir sin duda de una plataforma política, económica, social y cívica. En la actual coyuntura, el desafío más apremiante es decidir quién va a engendrar tal plataforma, y cómo lo hará, y definir su alcance geográfico y la relevancia de su representación política.

A tal fin, el movimiento para revitalizar el Consejo Nacional Palestino (CNP) puede resultar significativo. Tras la publicación por Al Jazeera de los infames «Documentos de Palestina», palestinos del Líbano, Gran Bretaña, EEUU y los Territorios Ocupados Palestinos, así como los que residen en Israel, exigieron un liderazgo políticamente más responsable. La reanimación del CNP se alza entre las exigencias de ese movimiento descentralizado. Esa demanda ha cristalizado desde entonces en un movimiento coordinado y global para registrar a los palestinos antes de octubre de 2012 y después celebrar elecciones al CNP. Incluso una vez que el registro esté completo, y asumiendo que las elecciones del CNP se acepten como legítimas por una entidad nacional palestina identificable, la pregunta de «¿y ahora qué?» seguirá ocupando un lugar preponderante.

Nur Yudah, una estudiante licenciada que vive en Washington DC y es activista palestina, señala que es más probable que esas preguntas se contesten con la práctica que en las salas de reuniones. Comenta: «Vamos a trabajar desde todos los lados y ángulos: campañas de BDS, protestas, conexiones en la prensa para la solidaridad internacional y relaciones públicas. Por lo tanto, continuaremos preguntándonos ‘¿y ahora qué?’, incluso en un ‘estado de limbo’ con un liderazgo político al parecer no comprometido con la resistencia».

La respuesta de Yudah parece la más cercana al modelo sudafricano para la transformación revolucionaria: trabajar en todos los frentes mientras se aborda la cuestión clave de una estrategia de liberación nacional y del liderazgo necesario para su consecución. Actualmente, la arena política palestina abarca una entidad política no representativa (AP/OLP) que reclama liderazgo en los círculos internacionales, un movimiento poderoso de la sociedad civil que busca los derechos palestinos sin proclamar representación o un programa político (el BNC), una red más pequeña pero creciente de las agrupaciones de la diáspora que buscan representación política (el USPCN y el PYM), y un esfuerzo en ciernes para buscar una representación nacional a través de elecciones universales al CNP. En este contexto, la estrategia más eficaz parece ser la de luchar por los derechos humanos mientras se sigue trabajando en un programa político y en la creación de un liderazgo representativo, especialmente en un momento en que un mundo cada vez más receptivo va gradualmente extendiendo su apoyo a las aspiraciones nacionales palestinas.

Noura Erekat es actualmente profesora adjunta de derecho internacional de los derechos humanos en Oriente Medio en la Universidad de Georgetown, y coordinadora de defensa legal de la organización Badil. Noura es también co-editora de Jadaliyya.com.

Fuente:

http://www.jadaliyya.com/pages/index/4259/beyond-sterile-negotiations_looking-for-a-leadersh