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El Salvador

Café: Orgánico y con aroma a desarrollo

Fuentes: IPS

«A nosotros nos hace falta producir más café, porque nuestros clientes quieren más, la demanda es mayor que nuestra producción», dice orgullosamente José Antonio Sandoval, campesino salvadoreño experto en el cultivo y comercio del aromático tipo gourmet, orgánico y tradicional. Esto posibilitará a la cooperativa Santa Adelaida, que Sandoval dirige, proteger el ambiente mediante la […]

«A nosotros nos hace falta producir más café, porque nuestros clientes quieren más, la demanda es mayor que nuestra producción», dice orgullosamente José Antonio Sandoval, campesino salvadoreño experto en el cultivo y comercio del aromático tipo gourmet, orgánico y tradicional.

Esto posibilitará a la cooperativa Santa Adelaida, que Sandoval dirige, proteger el ambiente mediante la producción de café libre de agroquímicos, elevar sus ingresos y consolidar los programas sociales para sus agremiados, históricamente marginados, con poca educación y salpicados por la pobreza. Una fórmula perfecta de su visión cooperativista.

La cooperativa, ubicada sobre la cordillera del Bálsamo, unos 30 kilómetros al sur de San Salvador, tiene una extensión de cerca de 860 hectáreas, de las cuales unas 650 están dedicadas al cultivo del café.

La ubicación de Santa Adelaida, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar, proporciona las condiciones climáticas óptimas para producir un café orgánico con el aroma y el sabor apetecidos en los mercados de Estados Unidos, Europa, Japón, y muy pronto también de China.

Esta realidad contrasta con la de la mayoría de los productores del grano cultivado de la manera tradicional, quienes afrontan una crisis por la caída de los precios del café, la inseguridad, la falta de mano de obra, pero, sobre todo, por los embargos emprendidos por los bancos, que han provocando que muchos abandonen sus fincas o las parcelen para la venta.

Sandoval, un ex soldado de 44 años quien integró un batallón de contrainsurgencia del ejército durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992), es de linaje cooperativista y tiene unas destrezas empresariales que le han permitido apuntalar su grano en el ámbito internacional.

Hace unas semanas presentó su aromático en las ferias de Alemania e Italia, donde además logró cerrar negocio con un comprador chino, quien después de probar el sabroso café, encargó el primer embarque desde Comasagua.

«Se está abriendo un mercado bastante amplio, también vamos a exportar a China. Eso es muy bueno para la cooperativa, más fuentes de trabajo y más ingresos para las familias», señala con gesto de satisfacción.

Sandoval sabe para qué usar las nuevas tecnologías de la comunicación. A través de su celular recibe los reportes sobre los precios en el mercado de Nueva York suministrados por la oficina de la Unión de Cooperativas de la Reforma Agraria, Productoras, Beneficiadoras y Exportadoras de Café (Ucraprobex), de la cual Santa Adelaida es afiliada. La hacienda donde funciona la cooperativa, otrora propiedad de la acaudalada familia Dueñas, fue adjudicada a los campesinos durante la reforma agraria emprendida en el preámbulo del conflicto armado por el gobierno democristiano en el poder en 1980, como mecanismo para restar base social al entonces movimiento guerrillero y ahora partido político, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

Como alternativa para hace frente a la crisis de los precios internacionales y la consecuente baja rentabilidad, los cooperativistas comenzaron a recibir asesoría desde 1992 para cultivar café orgánico. Inicialmente dedicaron 70 hectáreas a la producción del grano libre de químicos, luego han ido incrementando la extensión hasta alcanzar en este año 265 hectáreas.

La producción del café se realiza sin ningún tipo de químicos y está bajo control estricto de organismos especializados independientes que certifican anualmente que el grano cumple con todos los estándares requeridos por los mercados de productos orgánicos.

La cooperativa cuenta desde 1995 con la certificación de la Asociación Internacional para el Mejoramiento de los Cultivos Orgánicos (OCIA). Gracias a esta acreditación culminó su primera exportación de 69.000 kilogramos hacia Japón, la cual les abrió las puertas del mercado estadounidense y europeo, alcanzando precios hasta de 170 dólares por quintal (46 kilogramos), cuando el precio del café convencional no superaba los 125 dólares.

Con la cosecha 2006-2007, Santa Adelaida espera exportar unos 736.000 kilos de café tradicional y 276.000 kilos de orgánico. Por este último han obtenido en el mercado internacional hasta 100 dólares adicionales al precio fijado para el grano producido con agrotóxicos. Durante el periodo 2004-2005 la cooperativa exportó 179.400 kilos del aromático libre de químicos y 644.000 del convencional.

«Eso nos da la visión que para 2012 toda nuestra producción será orgánica, es decir 650 hectáreas», aseguró a IPS Sandoval, al tiempo que manifestó que con los ingresos generados tendrán la oportunidad de ampliar sus programas de educación, salud y mejoramiento de viviendas, agua potable y energía eléctrica para sus 200 cooperativistas, además de distribuirles unos 600 dólares en utilidades al final del año.

En las afueras de la rústica oficina de la cooperativa, decenas de trabajadores «asolean» el café en 24 patios, antes de ser seleccionado y empacado para el siguiente embarque. El sonido incesante de máquinas es lo habitual en este moderno beneficio, donde unas 50 cooperativistas dispuestas en dos filas limpian de impurezas los granos secos que desfilan sobre una banda mecánica.

Al igual que Santa Adelaida, otras de las 55 cooperativas que aglutina Ucraprobex, como Las Lajas y El Pinal, cuentan con marcas de renombre y certificaciones internacionales de Rainforest Alliance y apoyo de Equal Exchange, una compañía de comercio justo que apoya a productores de café, cacao y otros alimentos orgánicos de América Latina, y les asegura la venta del grano en casi todo el mundo.

Mario Acosta Oertel, presidente de Fundación Salvadoreña para la Investigación del Café (Procafé), opinó que la crisis que padecen muchos caficultores se profundizó con la nacionalización de la exportación del café impuesta en 1980, la cual calificó de «nefasta». A juicio del directivo, esta medida contribuyó a la pérdida de la calidad del café, la disminución de la producción nacional y al endeudamiento de los productores.

«Se comenzaron a acumular las deudas, y los respectivos intereses, cuya tasa estaba en 25 por ciento, lo que llevó a que ni siquiera se pudiera cubrir los costos de producción. Además, en 1989 vino la caída de los precios internacionales». Y agregó que las entidades bancarias y el modelo, con énfasis en una economía terciaria, tienen una deuda pendiente con los cafetaleros, ya que «el acompañamiento financiero de la banca no ha estado a la orden del día».

Estas circunstancias han provocado una disminución del cultivo del café en las últimas décadas. Según cifras del Consejo Salvadoreño del Café (CSC), la producción del grano en la cosecha 1980-1981 fue de unos 165 millones de kilos, y en el periodo 2000-2001 apenas sobrepasó los 110,5 millones de kilos, para descender a unos 93,3 millones de kilos en 2004-2005.

José René Ramírez, responsable de control de calidad, con 17 años de experiencia en Ucraprobex y 22 más en otra hacienda cafetalera, manifestó a IPS que el aromático de Santa Adelaida «es muy apetecido» internacionalmente no sólo por ser orgánico, sino por la calidad.

«La variedad, como el café borbón, que es la mejor que tenemos en El Salvador, y que tiene atributos especiales: achocolatado, acaramelado, y sabor a frutas, como el melocotón», son los encantos del grano salvadoreño, añadió Ramírez, quien en sus aparadores exhibe vino de café con viñetas en japonés e inglés, y un galardón por excelente catador.

El experto aseveró que muchos de los grandes productores de café tradicional, quienes todavía viven en la opulencia y con nostalgia de sus glorias del pasado, «se quedaron trabajando con base en un sistema obsoleto, pues antes lo que demandaban los clientes eran volúmenes, ahora quieren calidad».

Y espetó: «En cambio, Ucraprobex ha logrado adaptarse a los nuevos tiempos y a los parámetros que exigen los clientes. Nosotros producimos poco pero de calidad, al cliente hay que satisfacerlo, uno debe estar a la vanguardia».

Para Tomás Bonilla, jefe de exportación del CSC, Santa Adelaida «tiene fincas de estricto manejo orgánico que, según los análisis, es un muy buen café», cumple con estándares de calidad y atributos físicos, como el tamaño de grano, la humedad y la ausencia de defectos.

Esas ventajas que hacen factible que en enero de 2007 Santa Adelaida emprenda «un proyecto piloto de tostado y molido» para el mercado local, utilizando 10 por ciento de su producción total. «Eso significa menos pobreza, menos delincuencia, esa es la visión que deberían tener las personas al frente de una empresa», concluye Sandoval en tono sencillo.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=39497