«Estimada tieta, ha venido el juez y ha decretado la pena de muerte y me ha dicho que así lo había decretado el Generalísimo y esta mañana a las cinco me van a fusilar, tú ya sabes que matan a un inocente (…)». Carme Claramunt Barot se despidió con esta carta antes de ser ejecutada […]
«Estimada tieta, ha venido el juez y ha decretado la pena de muerte y me ha dicho que así lo había decretado el Generalísimo y esta mañana a las cinco me van a fusilar, tú ya sabes que matan a un inocente (…)». Carme Claramunt Barot se despidió con esta carta antes de ser ejecutada en el Camp de la Bota (límite de Barcelona con Sant Adrià de Besós), en la madrugada del 23 de abril de 1939. Tenía entonces 41 años. Entre 1939 y 1952 cerca de 1.700 personas murieron fusiladas en este castillo reconvertido en cárcel. El libro del historiador Emili Ferrando Puig, «Executada», se aproxima en 320 páginas a la biografía de Carme Claramunt, nacida en Roda de Berà en 1897, emigrada a Badalona y primera de las mujeres fusiladas en el Camp de la Bota por el franquismo. El libro, autoeditado por el autor y presentado en la librería Primado de Valencia, rinde homenaje a esta mujer de ideología republicana. Pero también a las diez compañeras que compartieron prisión en la cárcel provincial de mujeres de Les Corts (Barcelona) y unos meses después fueron ajusticiadas en el mismo lugar que Carme. Se trata de Eugenia González, Cristina Fernández, Ramona Peralba, Dolors Giorla, Magdalena Nolla, Elionor Malich, Virgínia Amposta, Asumpció Puigdelloses, Inés Giménez y Neus Bouza.
Además de impartir clases en colegios e institutos, Emili Ferrando Puig (Benassal, 1948) ha ejercido como profesor de Història Política y Social Contemporánea en la Facultat de Ciéncies de la Comunicació Blanquerna (Universitat Ramon Llull) de Barcelona. Es autor de libros como «La dona a Badalona. Cent anys de protagonisme invisible (1897-1997)» y «De la repressió a l’oblit: classe obrera i moviment obrer a Badalona (1835-2000)». Precisamente en Badalona vivió Carme Claramunt durante la dictadura de Primo de Rivera y la II República. Fue la única mujer del centenar de personas de esta ciudad, ejecutadas por la dictadura poco después de la «victoria». A la hora de reconstruir su biografía, el sumario del Consejo de Guerra constituyó uno de los puntos de partida para las indagaciones del historiador. La sentencia, con fecha de 27 de marzo de 1939, no deja lugar a equívocos sobre la suerte de Carme Claramunt: «Delito: Rebelión Militar; Pena: muerte». Pero Emili Ferrando también pone en su contexto la batería de juicios sumarísimos que siguieron al triunfo franquista. «Estuvieron plagados de irregularidades; el objetivo era la venganza, aniquilación y humillación de los vencidos», destaca el investigador. «Su caso fue como el de otros muchos, la instrucción del sumario se hizo en tres días y el abogado no apareció; entre la detención y el fusilamiento sólo pasó un mes y medio».
En octubre de 2015 el Archivo Nacional de Cataluña publicó una guía con los procedimientos judiciales militares (sumarísimos) del Archivo del Tribunal Militar Territorial Tercero de Barcelona, durante el periodo 1939-1980. Según la información que consta en los procesos sumarísimos, la represión afectó en Cataluña a cerca de 78.000 personas, de las que 3.358 fueron ejecutadas. Más allá de la gélida estadística, el autor ha recurrido también a las fuentes orales: «Te permiten llegar al sentimiento y democratizar la historia». Dos testimonios han resultado medulares para la cocina del libro. El de Joan Mercadé, que conoció a Angelina Picas, «tieta» de Carme y a quien esta dirigió su carta de despedida. Y el de Lluïsa Colell, sobrina de Carme Claramunt. Presa en la cárcel de Les Corts, condenada a cadena perpetua y finalmente indultada, Emili Ferrando resalta la firmeza de la «tieta» Angelina en los valores republicanos; «seguramente ejerció una fuerte influencia ideológica sobre Carme». Las dos vivían juntas en la calle de Mar de Badalona, muy cerca del ayuntamiento. Era la zona de los «botiguers» (tenderos), que en no pocos casos simpatizaban con la (burguesa) Lliga Regionalista Catalana.
El informe elaborado por la Falange e incorporado al proceso judicial caracterizaba a Carme Claramunt como «individua peligrosísima. Gran propagandista de las ideas rojo-separatistas. Militante de la ‘Esquerra’ y de ‘Estat Català». Autora de infinidad de denuncias a personas de derecha. En su casa se celebraban reuniones de hombres y de mujeres. También poseía armas. Persona peligrosísima y nefasta para el Gran Movimiento Nacional». El ejemplo de Carme aporta información sobre el modo en que se activaba la maquinaria represiva. Fue delatada por una vecina, María Sallent, quien había perdido a dos hijos, asesinados durante el periodo republicano. Tal vez el móvil de la delación fuera económico (quizá esperaba adueñarse de la tienda en la que trabajaba Carme). Tras recibirse la denuncia en la sede del partido fascista en Badalona, los falangistas la detuvieron y entregaron a la guardia civil. Pesaba sobre ella la acusación de rebelión militar y contra los poderes legítimos del estado.
En torno a su actividad política, apunta Emili Ferrando, «yo no diría que fuera militante de ERC o de ‘Estat Català’ (partido independentista fundado por Francesc Macià en 1922); no hay datos de afiliación, ni pruebas sobre ello». Pero sí que debió de abrazar las ideas republicanas, «que en la época implicaban laicismo y justicia social; y esto a los ‘vencedores’ les molestaba profundamente». La segunda parte del libro se centra en todo este proceso judicial que Emili Ferrando califica de «amañado». Y así, del Consejo de Guerra «sumarísimo» en el Palacio de Justicia de Barcelona, a la ejecución -junto a un miembro de las patrullas de control, Ginés Sánchez Quiles- y el entierro en una fosa común.
«No podemos olvidar el sufrimiento de las víctimas, la Historia no empieza con la Transición», apunta el autor y editor de «Executada». Cuando comenzó a investigar el recorrido vital de Carme Claramunt, se desconocía casi todo sobre ella. Tanto es así que existía confusión sobre sus apellidos y se decía, incluso, que murió fusilada a los 28 años, pese a que la ejecución se produjo a las cinco de la madrugada en el Campo de la Bota, cuando tenía 41. Además de la instrucción del sumario, el historiador sólo contaba inicialmente con la partida de nacimiento que encontró en Roda de Berà, donde la fusilada nació en 1897 y vivió hasta los 26 años. En Badalona halló más información en los datos del padrón municipal. Se trataba, poco a poco, de rellenar huecos biográficos. Y para ello, resultaron capitales las entrevistas con Joan Mercadé y Lluïsa Colell, que le facilitaron documentación escrita, fotografías y la última carta. Hijo de Teresa Rius, quien también pasó por la prisión de Les Corts, Mercadé pudo conservar la misiva final. La carta revela a una persona que afronta la muerte con dignidad y templanza, reivindica su inocencia y piensa en los familiares y compañeros. «(…) Yo desde el cielo rogaré porque a ti (Angelina) no te falte de nada. Tú ya sabes que no morimos, nada más dejamos la tierra (…). Tener mucho valor para resistir este golpe que todos tenemos que hacerlo, yo nada más quiero pedir para los otros compañeros y justicia, ya que yo no he podido disfrutar de ella».
El itinerario vital de Carme Claramunt estuvo marcado por las constricciones de la época: «Mucha religión y costura», resume Emili Ferrando. Seguramente estudió en la escuela para niñas de Roda de Berà, municipio que hoy cuenta con 6.300 habitantes; y fue una mujer con iniciativa, que vendía en Badalona las prendas que confeccionaba la familia; en esta ciudad también compraba la lana que se traía al pueblo, para continuar trabajando. No se casó ni tuvo hijos. «Una mujer valiente, responsable, activa, sin miedo a salir del pueblo y con ideas republicanas», sintetiza el autor del libro. «El antimodelo de la mujer franquista: sumisa, religiosa y madre de familia». Una de las conclusiones de la investigación es que Carme Claramunt fue «una mujer muy ‘normal’, pese a que algunos la consideraran una heroína». El libro incluye una breve referencia a las otras diez fusiladas en La Bota. A una de ellas, Ramona Peralba Sala, la ejecutaron el 16 de mayo de 1939. «Conocida extremista afiliada a la CNT, antes y durante el Glorioso Movimiento, delegada de la FAI en la sección textil de la fábrica Monegal, propagandista del desnudismo y de las ideas marxistas (…)», decía el auto de la instrucción ordenada por el juzgado militar de Berga.
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