Todos los 21 de mayo, el Presidente George W. Bush declara el Día de la «Solidaridad» con Cuba y repite las mismas mentiras de hace casi medio siglo en un intento por deslegitimar la revolución social mejor lograda de América Latina en toda la historia. Este año, metieron la cuchareta los principales candidatos presidenciales estadounidenses, […]
Todos los 21 de mayo, el Presidente George W. Bush declara el Día de la «Solidaridad» con Cuba y repite las mismas mentiras de hace casi medio siglo en un intento por deslegitimar la revolución social mejor lograda de América Latina en toda la historia. Este año, metieron la cuchareta los principales candidatos presidenciales estadounidenses, pero tales empeños se vieron socavados por el escándalo potencialmente explosivo relacionado con un eje de grupos terroristas radicados en los Estados Unidos, diplomáticos estadounidenses y «disidentes» cubanos pagados por Washington.
El 19 de mayo, el gobierno cubano reveló con documentación abundante que Michael Parmly, Jefe de la diplomacia estadounidense en la Sección de Intereses Nortemericana en La Habana (SINA), participó en la entrega de transferencias de efectivo a Martha Beatriz Roque, la líder de los llamados «disidentes» en Cuba. El dinero procedía de una fundación dirigida por el convicto terrorista Santiago Álvarez. Los cubanos, si bien toleran a los disidentes que obedecen las leyes cubanas, se refieren a los disidentes pagados por los Estados Unidos como «mercenarios». Álvarez está cumpliendo una sentencia de privación de libertad en Miami por habérsele descubierto un enorme arsenal de armas para acciones violentas contra Cuba. El diplomático Parmly también hizo un préstamo a los mercenarios que reciben apoyo de los Estados Unidos «hasta que Santiago Álvarez se lo devuelva». Evidentemente, el gobierno que hace tan difícil para los residentes cubanos en los Estados Unidos enviar dinero a sus familiares en Cuba, facilita las transferencias de dólares terroristas a los mercenarios cubanos.
A cambio del apoyo que reciben de Álvarez, estos mercenarios, con la colaboración de Parmly, enviaron cartas al Juez James Cohn para obtener una rebaja de la condena de Álvarez argumentando que la fundación financiaba «las campañas por los derechos humanos», no el terrorismo, en Cuba. El Juez Cohn le rebajó la condena a Álvarez de 46 a 30 meses.
Los disidentes mercenarios – algunos de los cuales fueron encarcelados en 2003 por haber violado el código penal cubano y por haber actuado al servicio de una potencia extranjera con el fin de perjudicar «la independencia o la integridad territorial del Estado cubano» – se han propuesto derrocar al gobierno cubano y hacer retroceder a la revolución cubana. La revolución cubana es respetada mundialmente por sus logros en la educación y salud gratuitas, así como en el deporte, la cultura y el medio ambiente. Recientemente, el Fondo Mundial para la Naturaleza con sede en Suiza calificó a Cuba como el país más avanzado del mundo en materia de desarrollo ecológicamente racional y sostenible. El documental de Michael Moore «Sicko» muestra a ciudadanos estadounidenses recibiendo tratamiento médico en Cuba que no podían pagar o recibir en su país y Cuba lo brinda gratuitamente a todos los ciudadanos e inmigrantes cubanos.
El gobierno cubano pide al gobierno estadounidense que investigue la escandalosa colaboración con terroristas por parte del Jefe de sus diplomáticos en La Habana. Pide también al gobierno de Bush que responda a las preguntas que Cuba ha formulado desde hace ya mucho tiempo sobre el uso ilegal de la SINA para financiar, organizar y dirigir la realización por los mercenarios de «acciones provocadoras» con el fin de «desestabilizar» al país. Existen amplias pruebas de ello. Solamente en 2008, el gobierno estadounidense asignó 47 millones de dólares del presupuesto para destruir a la revolución cubana.
Todos estos actos constituyen violación de las leyes estadounidenses y cubanas y del derecho internacional relativas al respeto de la soberanía nacional, incluida la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961. Cabe preguntarse, como ha preguntado el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, «¿Qué hubiera pasado si fuera al revés y diplomáticos cubanos participaran en intentos por desestabilizar al gobierno de los Estados Unidos?»
Yo, personalmente, cuando ejercí en 2005 como vicepresidente del Tribunal Benito Juárez en un proceso de la sociedad civil que tuvo lugar en México a fin de evaluar la política estadounidense hacia Cuba, pude corroborar las protestas del gobierno cubano contra el patrocino por parte de los Estados Unidos de «acciones provocadoras». El presidente del Tribunal era el renombrado sacerdote y sociólogo belga François Houtart. Tras considerar un montón de pruebas, el Tribunal determinó que la política estadounidense «de casi cincuenta años» consistía en una serie de «actos ilegales, hostiles y de agresión hacia el pueblo cubano», incluidos los «actos de terror» y la «aplicación de un bloqueo económico, comercial y financiero que priva al pueblo cubano de sus necesidades básicas» – en resumen, un intento de «genocidio». [1]
Desafortunadamente, el gobierno de George Bush ha intensificado esta política con la adopción del Informe al Presidente de 2004 elaborado por la Comisión de Asistencia para una Cuba Libre, el cual constituye un abierto llamamiento al «cambio de régimen». El segundo Informe de 2006 de dicha Comisión tiene un anexo secreto que posiblemente incluya propuestas de acciones terroristas o militares. Ese es el nefasto pero necesario contexto para entender el escándalo Parmly-Álvarez.
Cabría observar que Álvarez es un colaborador de larga data del confeso terrorista entrenado por la CIA Luis Posada Carriles, buscado en Venezuela por haber plantado una bomba en un avión civil cubano en trayectoria de Venezuela a Cuba en 1976 que causó la muerte a 73 personas. Posada fue también el artífice de los ataques con bombas ocurridos en los años noventa perpetrados contra hoteles cubanos, uno de los cuales causó la muerte al turista italiano-canadiense Fabio Di Celmo. Actualmente, Posada camina libremente por las calles de Miami y es halagado por funcionarios estadounidenses mientras este presuntamente trama nuevos ataques terroristas. Más de 50 000 personas han escrito a Bush exigiendo que Posada sea extraditado a Venezuela o procesado en los Estados Unidos.
Otros cientos de miles en todo el mundo se han incorporado a la campaña internacional para ejercer presiones al gobierno estadounidense a fin de que «los Cinco Cubanos» sean liberados. Contrario a su supuesto compromiso de combatir el terrorismo, los Estados Unidos encarcelaron a los cinco cubanos, dos de los cuales son ciudadanos estadounidenses, por haber infiltrado estos grupos terroristas radicados en Miami con el fin de impedir las acciones terroristas contra su patria y proteger las vidas de personas de todas las naciones como realización de las palabras del Libertador Cubano José Martí, «Patria es Humanidad».
Los altos funcionarios del gobierno estadounidense no han respondido al llamado del gobierno cubano a que realicen una investigación del escándalo Parmly-Álvarez-mercenarios, salvo una repetición de la típica hipocresía de que los Estados Unidos apoyan los «derechos humanos» en Cuba. Estados Unidos, país que tiene la tasa de encarcelamiento más elevada del mundo y uno de los sistemas mediáticos más monopolistas y autocensurados, no tiene moral para hablar de «presos políticos y libertad de prensa» en Cuba. ¿Qué dicen de presos políticos como Mumia Abu-Jamal, Leonard Peltier, David Gilbert y de los innumerables puertorriqueños, para no mencionar a los Cinco Cubanos, a cuyas esposas en dos de los casos no se les ha permitido en diez años visitarlos a la cárcel porque les han denegado las visas? Peter Phillips, director de Project Censored (Proyecto Censurado), una organización que investiga los medios de comunicación, «no ha encontrado pruebas de restricción manifiesta o control gubernamental» de la prensa en Cuba y observa que «Cuba permite que la CNN, AP y Chicago Tribune mantengan oficinas en Cuba… [mientras] E.E.U.U. se niega a permitir a periodistas cubanos trabajar en Estados Unidos».
En cuanto a la tortura, en Cuba existe un solo caso bien documentado de tortura – la tortura que ejerce el ejército estadounidense en su base en Guantánamo. Y, «¿elecciones libres?». En incontables estudios investigativos se ha señalado el alto grado de participación de los electores, la libertad que tienen de elegir sus candidatos y otras características positivas de la forma de democracia socialista cubana. No hace falta un millón de dólares ni una mayoría de un voto en el Tribunal Supremo para ganar unas elecciones «libres» en Cuba.
Sea cual fuere la manera en que Estados Unidos responda al actual escándalo, la buena noticia es que más y más personas de Estados Unidos y de todo el mundo se percatan de que la política estadounidense hacia Cuba es hipócrita, injusta, contraproducente y carente de un futuro viable.
[1] En un informe secreto desclasificado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, los fines del bloqueo quedaron descritos desde un inicio como «para causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno». Véase informe secreto por I.D. Mallory, Departamento de Estado, Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, vol. VI (1991), pág. 886.
[2]Peter Phillips, «Cuba Supports Press Freedom» (Cuba Apoya la Libertad de Prensa), Dissident Voice, 24 de mayo de 2008
[http://www.dissidentvoice.org/2008/05/cuba-supports-press-freedom/].
James D. Cockcroft es autor bilingüe de 40 libros sobre temas como América Latina, política exterior de Estados Unidos y la «historia oculta», el DR. JAMES COCKCROFT (Ph.D., Universidad de Stanford) ha participado en tres Programas Fulbright para Académicos, es Editor Honorario de Latin American Perspectives y profesor por Internet de la Universidad Estatal de Nueva York.