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Carta desde la prisión de Gilboa

Fuentes: Rebelión

Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.

Tras autorizarme a tener un bolígrafo y un pedazo de papel, lo cual me había sido prohibido durante las últimas tres semanas, y después de autorizarme a salir de mi completo aislamiento, es momento de escribir una breve carta desde mi cárcel (Gilboa).

Es una gran oportunidad para mí para expresar mi sincero agradecimiento, mis saludos y mi aprecio a todos los colegas, amigos y grupos de solidaridad, organizaciones y personas, internacionales, árabes de la región, israelíes y palestinos en la patria y en la diáspora. Un saludo especial a todos los que han visitado a mi familia y la han apoyado tras el trauma que sufrieron el 6 de mayo y desde aquella última noche.

Es momento de expresar mi gran aprecio a todas las organizaciones de derechos humanos locales e internacionales que han levantado su voz.

También a las organizaciones asociadas a Ittijah de todo el mundo que han apoyado mi/nuestra lucha por la justicia y por un juicio justo para poder demostrar mi inocencia.

Físicamente todavía estoy sufriendo mucho, pero moralmente es un gran sentimiento saber lo que significa la solidaridad.

Mi historia es que la inteligencia israelí, el «shabak«, supuso algo sin saber y sin prueba alguna. Fui requerido y obligado a explicarles de forma muy detallada qué hice exactamente y qué no hice en todo momento. En caso de cualquier problema lógico para ellos, para completar el puzle tienen las herramientas legales para completarlo mediante el llamado secreto de pruebas, que mis abogados y yo no tenemos derecho a conocer.

Según los medios de comunicación de Israel, ya soy culpable, un terrorista y un partidario del terror. La regla del juego aquí es que soy culpable, demuestre o no que no lo soy. Esta suposición colectiva es previa a los procedimientos del tribunal y del juicio.

La violación de unas pruebas y un proceso legal justo son cruciales. El Shabak puede contar mentiras al tribunal mediante el denominado «secreto de pruebas», «prohibiendo reuniones con los abogados», «prohibiendo la publicación de información», «imponiendo aislamiento» y otras muy sofisticadas formas de tortura que no dejan pruebas directas aunque son muy crueles. (Ver Adalah: www.adalah.org). Creo que mi caso es una oportunidad para examinar estas herramientas para la criminalización de los defensores de los derechos humanos.

Quisiera subrayar una vez más vuestro apoyo y solidaridad. Los miro como un mensaje esencial y primordial de apoyo a la víctima y para detener al opresor. Gracias. Continuemos en el camino por la justicia y la dignidad humana y aseguremos una oportunidad para un juicio justo.

Afectuosamente,