Sammur, en otras ocasiones te he escrito sobre cosas nada agradables, situaciones que no deberían haberse dado, y sobre un mundo que se ha vuelto peor durante los años de tu ausencia. Esta vez, voy a escribirte sobre la esperanza que se mantiene viva incluso en un mundo como este: la amistad y la gran […]
Sammur, en otras ocasiones te he escrito sobre cosas nada agradables, situaciones que no deberían haberse dado, y sobre un mundo que se ha vuelto peor durante los años de tu ausencia. Esta vez, voy a escribirte sobre la esperanza que se mantiene viva incluso en un mundo como este: la amistad y la gran cantidad de solidaridad y apoyo de muchas y muchos en prácticamente todo el mundo. Y puesto que no puedo mencionarlos a todos, pero sí es preciso nombrar algunos ejemplos, a través de ti quiero decir a todas las amigas y amigos en todos los lugares del mundo que no doy por sentados la generosidad y amor que ellas (la mayoría son mujeres) me profesan, que, si no les doy las gracias en cada ocasión, no se debe a que mucho de lo que han hecho es algo que merezco de forma natural por ser su amigo, ni por ser el marido de la ausente Samira. Sé que ellas nos dedican sus esfuerzos, tiempo y energía, y supongo que, a través de nuestra historia y la historia de Siria, conocen esa lucha extremadamente solitaria, radical y desesperante, pero que continúa a pesar de todo y, por ello, genera esperanza.
La verdad, Sammur, me resulta mucho más difícil escribir así que cuando lo hago con un espíritu crítico y analítico. He heredado una especial dificultad a la hora de expresar mis sentimientos cuya magnitud precisamente tú, entre toda la gente, no necesitas que te explique, y quizá por esa razón en concreto me hice escritor: para huir de lo que no sé cómo decir, y después para pedirlo, a pesar de todo, con rodeos. Sin embargo, intentaré decir algo sobre el amor a las mujeres y hombres que quieren a la ausente Samira y que apoyan a su compañero que sufre la pérdida. También pediré perdón por solo mencionar algunos nombres.
Naomí Ramírez, desde Madrid, ha traducido y publicado cada carta que te he enviado, en ocasiones apenas unas pocas horas después de su publicación en árabe. Naomí fue también quien tradujo las palabras que escribiste durante el asedio en Diario del asedio a Duma 2013 [1]. «La causa de Samira se ha convertido en una causa personal», dice Naomí, que añade que traduce las cartas porque «cuentan la historia y vida de una activista importante de la revolución». También me contó que un hombre español que leyó tu libro en compañía de su hija Laura, dijo que si tuviera otra hija, la llamaría Samira. Naomí ha apoyado la causa siria desde el principio, traduciendo, escribiendo y comunicando, y hasta hoy sigue haciéndolo, no a pesar de los horrendos derroteros por los que discurre la situación, sino debido a ellos y para enfrentarse a ellos.
Igual que Naomí, Souad Labbize, la poeta franco-argelina, ha traducido las cartas al francés. Souad ha traducido las cartas porque eres muy «querida» para ella, y porque tu historia da una idea de la historia de Siria. Souad considera que somos una única familia a la que une la causa de la liberación y no la sangre o el credo. Es el parentesco de las revoluciones. Hoy en Argelia se están produciendo manifestaciones en contra de la «renovación del mandato» por quinta vez de Bouteflika, que apenas habla o se mantiene de pie (en Argelia lo llaman: «la quinta regencia»), y Soaud tiene el corazón allí puesto.
Sammur, no sabes nada de Souad o Naomí, y yo no las he conocido hasta después de tu desaparición. Aún más, a día de hoy, no he conocido en persona a Nurah El Assouad, la ítalo-siria que vive en Italia desde hace muchos años pero cuyo corazón ha permanecido ligado a Siria. Ha encontrado en las cartas tal sensación de unión que sus amigos la avisan en cuanto se publica una nueva carta, para que la traduzca. Antes de Nurah y junto a ella, tradujeron algunas de tus cartas Sami Haddad, Filomena Annunziata, Marianna Barberio, Giovanna De Luca y Roberta Pasini. A Sami lo conozco de los años de universidad, antes de la cárcel, pero llevamos 39 años sin vernos. Giovanna ha traducido tu libro al italiano y se publicará en breve gracias a la ayuda de Francesca Scalenci, que hace un par de meses escribió un bonito poema sobre ti y sobre Siria. Conocí hace poco a estas dos mujeres italianas, siendo tú nuestro punto de unión. Creo que nuestras amigas se identifican contigo y quieren «izar la bandera que cayó en el campo de batalla», como dice Souad Labbize.
Al inglés las ha traducido Murhaf Fares, un joven sirio que realiza su tesis doctoral en Oslo. Murhaf quería que muchas más personas te conocieran a ti y nuestra «excepcional» historia que combina lo personal con mucho de lo general. Mediante la traducción de esta historia de «combinación inquebrantable, pero dura» Murhaf ha querido expresar su solidaridad con la ausente. Nuestra historia infunde esperanza a nuestros amigos que nos dan esperanza.
Tus palabras en el Diaro del asedio a Duma 2013, que ya están disponibles en español gracias a Naomí, espero que puedan leerse pronto en inglés si algún editor se interesa por ellas. Sarah Hunaidi, una chica siria que vive y estudia en EEUU, ha sido la encargada de traducirlas. No nos conocemos en persona. Espero que podamos conocerla juntos.
En todas partes, en nuestra región y en el mundo, tenemos compañeros y compañeras que no dejan de apoyarte. Fue muy emotivo recibir hace unos días la carta de una amiga británica que me decía que había puesto una vela por ti y por mí en la catedral de Exeter, que había pedido que se rezara por nosotros, que en todo lugar que entra a rezar deja una petición similar y que en todas partes encenderá una luz por ti, Sammur.
Había apodado a esta mujer, que sé que es profundamente creyente, «la santa», pero siempre se opone, diciendo que prefiere que la llame amiga. Se llama Sian, y quiere que nuestra historia se conozca para que nadie pueda decir que no sabía. Dice que quienes han conocido la historia en las zonas rurales, donde ella vive con su marido, experto en medioambiente y que estudia el comportamiento de los animales salvajes por la noche y el efecto que produce en su vida la iluminación eléctrica, la paran y le preguntan por nosotros o si hay noticias.
No me he referido más que a algunos de los que no conoces en persona y a quienes he conocido después de tu desaparición, pero hay muchas y muchos que conoces y no conoces, en Siria y fuera de ella, desde Líbano a Yemen, pasando por Egipto o Turquía, y realmente de todas partes. Y antes de todos ellos, están todos los sirios y sirias, pues a pesar de las heridas que empujan a todos a encerrarse en sí mismos, tras ocho años extremadamente duros, se ve en Siria una gran humanidad, valentía y dignidad. Desgraciadamente, esta imagen está incompleta, pero las sirias y los sirios, en el exilio y dentro del país, han demostrado que el éxito asadiano a la hora de crear a sirios que se matan entre sí continuamente ha sido limitado, y que hay una Siria diferente, libre, solidaria y generosa, viva en incontables sirias y sirios. Esos son la revolución siria. La mayoría de ellas y ellos pertenecen a la generación más joven.
Gracias a esas amigas y amigos, muchas y muchos han conocido a través de ti a Samira de Siria y a Siria. Aspiro a que todo ser humano en este universo sepa de ti. Sé que es complicado, pero con la participación de esas amigas y amigos, tu voz ha llegado lejos.
Somos un mundo completo, Sammur. No somos un barrio, un clan o una sociedad cerrada. Un mundo esperanzado que te quiere y echa de menos: el mundo de Samira.
[1] Publicado por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.