Sammur, la sangre no ha dejado de derramarse ni un solo día durante los casi tres años y ocho meses de tu ausencia. Sin embargo, nuestra lucha hoy se define por la partición, las zonas de influencia, y la multiplicidad de guerras paralelas. Pedíamos pluralidad política, Sammur, y conseguimos la multiplicidad bélica. En lugar de […]
Sammur, la sangre no ha dejado de derramarse ni un solo día durante los casi tres años y ocho meses de tu ausencia. Sin embargo, nuestra lucha hoy se define por la partición, las zonas de influencia, y la multiplicidad de guerras paralelas. Pedíamos pluralidad política, Sammur, y conseguimos la multiplicidad bélica. En lugar de la pluralidad en un país único, lo que hoy tenemos es una pluralidad de países.
Rusia está en la costa y tiene bases militares en más de una zona. Su guerra es contra las fuerzas opositoras al régimen. Irán está en Damasco y, ya sea a través de Hezbollah o de forma directa, en Alepo, Qalamoun, Daraa y otras regiones. Su guerra pretende apuntalar al régimen y dominar el país, para lo que ha ido adquiriendo inmuebles y terreno en Damasco, Homs, la costa y otros lugares. Turquía está en Jarabulus y Al-Bab, y libra su guerra contra el PKK. EEUU está en Raqqa y la zona de la Jazira, enfrascado en su guerra contra Daesh, y principalmente por medio de las fuerzas kurdas, tiene cercada a Raqqa. Antes del inicio del bloqueo, los estadounidenses cambiaron las reglas del enfrentamiento para ser más tolerantes con los «efectos colaterales» entre los civiles. Durante los meses de junio y julio han caído entre 1.300 y 1.500 víctimas civiles que aún estaban en la ciudad, y cerca de 40.000 en total según las estimaciones. Con este porcentaje de víctimas civiles cuya muerte se justifica, esta es una guerra terrorista con todo el significado de la palabra. En todas sus acepciones, el terrorismo incluye los ataques contra civiles o la absoluta falta de consideración por su vida, a fin de lograr objetivos políticos.
Al-Hasaka y Qamishle están bajo el dominio de las fuerzas de la organización siria del PKK en Turquía. El régimen tiene presencia en ambas ciudades. Deir Ezzor está dividida entre el régimen y Daesh, y parece que los rusos están hoy trabajando para dominarla.
¿Que dónde está el régimen? Bashar al-Asad sigue ahí, pero su régimen está carcomido desde el interior por las bandas criminales, los intereses contrapuestos y las fuerzas de pillaje hambrientas a quienes dio rienda suelta y que ahora no parece poder controlar.
En Al-Ghouta oriental, no se puede descartar que el Ejército del Islam mude la piel y que llegue a algún tipo de acuerdo con el régimen en que se desprenda de las armas que ha acumulado y con las que ha matado a muchas personas de Duma y Al-Ghouta oriental a cambio de enfrascarse en enfrentamientos de intereses y por la influencia en la zona.
Idleb, donde han encontrado refugio (aunque también en las zonas del norte de Alepo) los habitantes de muchas zonas del país – Daraya, Al-Qabun, Barzeh, Zabadani y Al-Wa’r – va progresivamente cayendo en manos de Al-Qaeda. Hace unas pocas semanas, el Frente al-Nusra, que ahora se llama Ha’yat Tahrir al-Sham, derrotó a Ahrar al-Sham y prácticamente domina la región al completo. Se trata de un foco de guerra continua que puede tener poca actividad pero durar mucho tiempo, llevándose por delante un buen número de víctimas y provocando destrucción.
La guerra no ha terminado, sino que se ha convertido en un cúmulo de guerras paralelas. Muchas zonas del país son también candidatas a una situación similar que durará largo tiempo.
¿Que dónde está la revolución? ¿Y la gente? Sammur, se calcula que cerca de medio millón al menos han sido asesinados, y es muy probable que dicha estimación que se hizo hace cerca de un año en un periódico británico haya aumentado en decenas de miles por lo menos. Hay cerca de 6 millones de emigrantes fuera del país, de los cuales 5,052 millones están en Turquía, Líbano, Jordania, Egipto e Iraq, y 937.000 en Europa, más o menos la mitad en Alemania. Además hay 7 millones de desplazados internos en zonas cercanas o lejanas a sus lugares originales de residencia. En general, el desplazamiento es desde las zonas que estaban fuera de control del régimen, en las que la vida se ha hecho imposible, hacia zonas controladas por el régimen, donde la gente se salva de bombardeos y bloqueos al menos, aunque la vida allí sea cada vez más complicada. La electricidad suele cortarse, el suministro de agua, intermitente, y las personas cada vez son menos dueñas de su ciudad y sus vidas, incluso menos que antes de la revolución, pues viven con una sensación creciente de estar fuera de lugar. Esa sensación no solo afecta a los refugiados desperdigados por prácticamente todo el mundo (¡hace dos años teníamos un refugiado sirio en Hong Kong y ahora dos!), sino también de quienes residen en Siria, muchos de ellos.
Siria, que no tenía interior, y que desarrolló, por medio de las manifestaciones y los revolucionarios, un interior que bombeaba vida en los dos primeros años de revolución es hoy un país de múltiples interiores y exteriores. Mucho del interior de Siria está en el exterior y mucho de su exterior, en el interior. Hoy hay Siria en Turquía (por encima del 12% de la población original siria), en Líbano y en Jordania (los dos países hermanos y vecinos donde los sirios reciben el peor trato posible), en Alemania y en todas partes. Por otro lado, Rusia está en Siria, Irán está en Siria, la yihad global está en Siria, y también Turquía y el PKK. Hasta Bashar al-Asad está en Siria.
Hoy cerca del 80% de sirios están bajo el umbral de la pobreza, Sammur, y al menos 160.000 desplazados desde Damasco, Homs y sus zonas colindantes viven en tiendas en el norte del país. Cerca de un cuarto de millón de refugiados están en Turquía (el cómputo total son unos 3 millones).
No se sabe el número exacto de detenidos y secuestrados, pero se calcula que son decenas de miles o que superan los 100.000. Hace unos meses, Amnistía Internacional publicó un informe sobre la cárcel de Seidnaya donde se estimaba que cerca de 13.000 detenidos habrían sido asesinados entre septiembre de 2011 y finales de 2015. Fueron ejecutados en la horca, y eso sin incluir a los que murieron de hambre y enfermedades en ese lugar que el informe llamaba «matadero humano» o en las sedes de la inteligencia.
El destino de la revolución es el destino de esas personas, Sammur: los que fueron asesinados y aquellos cuyas casas han sido destruidas, los detenidos y los torturados, los desplazados en el interior y el exterior, los empobrecidos, los habitantes de las tiendas y los barrios pobres. La comunidad de trabajo siria que llevó a cabo la revolución ha sido destrozada para destrozar la revolución, y sus despojos han sido desperdigados por todas partes, Sammur.
En la diáspora siria, en esas Sirias desperdigadas cerca y lejos, muchos de los que están en una situación algo mejor intentan hacer algo. Algunos sufren, especialmente los jóvenes, las diversas crisis de una sociedad de desarraigados, en cuya resolución tropiezan y en la que se desintegran cuando no consiguen resolver sus problemas. La lejanía, la desmembración de la familia, la dispersión del sistema de conocidos y las esperanzas se suman a la destrucción de los muchos entornos sociales en el país. Esto ha empujado a muchos y muchas jóvenes a situaciones preocupantes e inestables sin apenas contar con ayuda de nadie.
Sin embargo, hay quienes estudian en universidades o desarrollan sus habilidades en diversos centros de formación profesional y cultural, y dominan lenguas extranjeras. Tal vez, en unos pocos años veamos el efecto positivo de todo esto, y sirva para compensar una parte de la desgracia de nuestro país. Puede compararse con lo que hicimos en la cárcel cuando nos afanamos en aprender: cambiarnos a nosotros mismos para compensar lo que se perdía de nuestra vida.
Sin embargo, ya durante los días en la cárcel, Sammur, fui consciente de que nada se puede compensar. Y lo que es cierto sobre la cárcel es aún más cierto en este absoluto cerco a la revolución y en esta destrucción total del país. Eso lo sabes bien, pues en tus folios [1] decías que la cárcel que conociste con tus compañeras era una broma comparada con el bloqueo. Y hoy eres quien más sabe que el cerco es una broma en comparación con el cerco dentro del cerco, el cerco doble, del cual tú eres rehén. Tu ausencia no se puede compensar, nada puede compensarla, Sammur.
En mi corazón no puedo decir a quienes te tienen cercada: «Cercad a quienes os cercan, no queda otra opción». Ni creo que Mahmud Darwish hubiera dicho eso si tuviera a una amada en tu lugar y él estuviera en el mío, y la situación fuera la misma [2]. Pero del mismo modo que él, intentamos alimentar la esperanza, o inventarla.
Mi deseo principal, Sammur, es que estés bien y que sigas manteniendo la ironía balsámica que siempre te ha caracterizado. Esa es la única compensación posible para mí.
Besos, corazón mío,
Yassin
Notas
[1] Se refiere a los folios recogidos en Diario del asedio a Duma 2013, disponible en castellano gracias a Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
[2] Se refiere al poema del poeta nacional palestino Mahmud Darwish Saqata al Qina’ (La máscara ha caído).